martes, 30 de agosto de 2011

El calvario de los afectados por Yacyretá recién comienza

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>> 2011-01-09 | Información General
El calvario de los afectados por Yacyretá recién comienza
• Calculan que sólo en Posadas hay 80 mil damnificados, disconformes con la vida en los nuevos asentamientos y cautivos de la marginación social y la desocupación • 
POSADAS (Por Sergio Alvez). En febrero, cuando la represa hidroeléctrica Yacyretá comience a operar a su cota definitiva, Posadas y otras decenas de poblados afectados, empezarán a transitar quizá el último tramo de la hiper traumática relación entre ciudadanos y la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), que lleva décadas de convivencia. Restará la culminación de las obras complementarias y otras tareas, hasta el final de las operaciones de la EBY en Posadas. A lo largo del interminable proceso, se dieron innumerables situaciones de injusticia, corrupción, desaparición de barrios, daños medioambientales, proliferación de enfermedades, desalojos violentos y otras circunstancias que envolvieron en una larga noche a miles de familias misioneras, que vivían en el área de afectación de la represa. A estos ciudadanos, ya en la década del 80, la EBY los bautizó “familias involucradas en el llenado del embalse “ (textual de documento de la EBY). Según registros oficiales divulgados hace ya un tiempo, la cantidad de personas afectadas por Yacyretá en Posadas son casi 50 mil. Pero las organizaciones sociales de afectados entienden que hay al menos 80 mil personas damnificadas. Se trata de miles de núcleos familiares que en los últimos años han sido expulsados de sus lugares de origen y enviados a barrios periféricos, donde sus vidas cambiaron radicalmente, en el grueso de los casos para mal. El proceso de desalojos aún prosigue: hace poco desterraron a un último ciudadano del barrio El Brete que resistía en su lugar y se proyectan más operativos en zona de obras complementarias. A lo largo de los últimos meses, PRIMERA EDICIÓN recorrió distintos puntos donde habitan los relocalizados de la EBY, buscando alguna evaluación por parte de estos vecinos, acerca del proceso vivido. En todos los casos, refieren haber sido “estafados”, porque los lugares de donde fueron echados hoy valen veinte veces más y a ellos les dieron apenas una casa lejana y con una indemnización dineraria ínfima. Por eso, piden los afectados que la Justicia en algún momento reaccione e inicie un proceso de revisión de cada caso de familias afectadas por la EBY, para evaluar a la luz del presente si las indemnizaciones y compensaciones han sido justas o se trató de una descomunal y masiva estafa.                                                                                    Del paraíso perdido al jardín de cementoCaminar por las calles hormigonadas de barrios como La Nueva Esperanza, San Isidro o el A4 es entrar a un universo teñido por el gris del cemento, sin espacios verdes suficientes, donde los vecinos por estos días de calor pueblan las veredas tomando tereré. Todos alguna vez vivieron y fueron felices viviendo en la costa del río Paraná. Todos pasaron por la terrible experiencia del desarraigo  y el traspaso a la vida en los suburbios distantes. “A nosotros nos tiraron acá. Nos sacaron del barrio con la Policía, porque mi viejo no quería irse, y nos mandaron acá, como chanchos a esta casita. Y después papá apenas pudo recibir 10 mil pesos. Mi viejo perdió el laburo, y hasta ahora estamos sobreviviendo como podemos”, cuenta Julio Alegre (26), vecino del barrio A4. Sus amigos de la ronda de tereré también quieren contar lo que les pasó a sus familias. Martín (24) es uno de ellos. “Vivíamos en la zona del Chaquito. A mi viejo le habían amenazado que teníamos que irnos hace mucho, pero no nos decían dónde. Después llegaron las órdenes y como no nos íbamos, una Navidad que nos fuimos a pasar a otro lado volvimos y la casa estaba quemada. Vinimos acá y es un garrón, re lejos de todo, sin bondi, sin laburo. Acá es la muerte, no hay nada para hacer. La EBY le cagó la vida a todos los que vivimos en estos barrios”, resumió. La violencia con acciones pirómanas contra afectados de la EBY ha sido una constante. Es el caso también del pescador Jorge D., ex cuidador del Club de Canotaje de la Municipalidad de Posadas, que vivía en un rancho sobre la costa del Paraná, también le quemaron la casa. Él cuenta que “ahí yo tenía mi red, mis palas de remo, y mi ropa, dormía hace años. Y me querían sacar sin darme nada, hasta que un día vinieron camionetas de la EBY, Policía, me sacaron y le prendieron fuego a mi rancho”. Hasta hoy, este ex pescador (tuvo que abandonar su actividad de toda la vida, como miles en todo Posadas) sobrevive durmiendo donde puede, hasta hace poco en un vagón abandonado. Claudio Ortíz es un vecino del complejo habitacional San Isidro, relocalizado hace dos años junto a su esposa y cuatro hijos. Por estos días su casa está a oscuras: hace ya un mes que le cortaron la luz por atraso en los pagos. “La EBY no nos atiende ni escucha. Necesitamos trabajo, porque acá todo nos queda lejos. Toda mi vida trabajé de olero y acá no tengo posibilidades de nada. Sobrevivo con changas y con eso apenas cubro para la comida, porque para lo demás no alcanza. Mis hijos me piden útiles para la escuela y es imposible comprarles todo lo que necesitan”.Norma Venialgo, residente con su esposo y cuatro hijos en el mismo asentamiento, manifestó que “dijeron que iban a ayudarnos. Mi marido es carpintero y antes de venir para acá trabajaba muy bien. Nos prometieron darnos una mano con un emprendimiento de carpintería, pero al final no pasó nada. Hoy la situación es muy mala. Tenemos que salir a recorrer casa por casa para ver si alguien necesita una puerta, una ventana o una silla. Y si no salen trabajos, la pasamos realmente mal”.
Juventud a la derivaLa franja etaria mayoritaria entre los miles de inscriptos como relocalizados en las planillas de la EBY son jóvenes. Ellos son víctimas de un proceso que en la mayoría de los casos los condenó a truncar el futuro que habían soñado y, en no menos casos, a terminar cayendo en la desocupación crónica, las adicciones e incluso la cárcel. El superpoblado penal de Menores de Miguel Lanús contiene en su población carcelaria a un alto porcentaje de hijos de afectados por la EBY y jóvenes relocalizados. “Es que acá muchos llegan bien, pero todo te lleva a hacer cagada”, reconoce el joven Esteban Cavia (19), de La Nueva Esperanza. “Conozco muchos pibes que por estar acá lejos dejan de estudiar, no hay nada para hacer, están todo el día en la calle, tomamos, jodemos y como todos estamos mal de guita en nuestras casas, a veces alguno sale a robar. Y muchos terminan presos por salir a robar por ahí para poder comprar un ventilador para la familia y no morirse de calor en estas casas. Las familias, muchas, se destruyeron acá”. Si bien existen algunas experiencias interesantes en cuanto a dinámicas culturales o deportivas, resulta completamente insuficiente y los jóvenes lo padecen. “No hay nada para hacer. Para todo tenés que gastar colectivo, que ahora está re caro, y acá en el barrio no se puede hacer nada, no veo la hora de irme”, reflejó Julieta Gonzales (21). Por otro lado, estos miles de jóvenes reconocidos como afectados forman parte de una masa que el sistema de indemnizaciones de la EBY suprimió e invisibilizó, ya que las magras sumas que les correspondían abarcaban a todo el núcleo familiar. En promedio, los consultados aseguran haber recibido -previa firma y consentimiento, vale decirlo, pero manipulados en muchos casos- entre 10 mil y 20 mil pesos por familia. Otras dicen haber negociado por 50 mil y muchas garantizan que lo que cada familia pudo cobrar estuvo sujeto a las negociaciones de punteros barriales y funcionarios de la EBY, cuando no abogados y otros terceros. Existen también varias familias que dicen no haber recibido un centavo, sólo la casa. La Justicia nunca investigó el controvertido y desordenado proceso de indeminizaciones.   El duro adiós al trabajoEn gran cantidad de casos, ser relocalizado implicó perder también la fuente laboral o productiva. Oleros, pescadores, junqueros, ceramistas, areneros, portuarios, lavanderas, remeros, y un sinfín de unidades productivas fueron desarticuladas. Nuevamente, los afectados denuncian que tampoco fueron debidamente indemnizados por quedarse sin fuente de ingresos. “Volver a empezar fue terrible. Yo pescaba, salía temprano, vendía en el día y con eso andábamos bien en casa. Podía comprar comida todos los días, no nos faltaba nada. Pero cuando nos tiraron acá en el medio de la nada, casi me vuelvo loco, no teníamos un peso. Hasta que no me quedó otra que hacerme un carrito y salir a juntar cartones”, cuenta Silveiro, otro ex pescador damnificado.  
También en el interiorSi bien la mayor destrucción de fuentes laborales por parte de la EBY se dio en Posadas, en ciudades como Santa Ana esta situación también tuvo una afectación muy elevada. Así lo refleja el presidente de la Asociación de Afectados de Yacyretá del Puerto de Santa Ana, Luis Arrieta: “Acá la EBY dejó cientos de familias sin laburo. Gente que vivía del río, de la costa, que estaba bien, hoy anda mendigando porque el río ya no se puede usar, no le dieron trabajo a nadie y hoy todavía hay un montón de oleros que no saben qué pasará cuando la cota llegue a 83, porque no les informaron nada”.  La referencia de Arrieta es para la situación que se encuentran atravesando decenas de histórico oleros de la zona conocida como La Boca del Yabebiry, donde existen productores de ladrillo que serán expulsados por Yacyretá sin que hasta el momento les hayan prometido soluciones habitacionales ni para subsanar la pérdida de sus fuentes de trabajo, que desde hace mucho tiempo vienen dando pérdidas por las continuas inundaciones que genera el accionar de la represa.    


Hasta los perrosLa proliferación de vectores experimentada en Posadas, con la consecuente aparición de enfermedades como leishmaniasis, fue otra de las aristas de fuerte cuestionamiento social contra la EBY en los últimos años. Esta patología, transmitida por un mosquito que habita en aguas estancadas y ámbitos propicios, fue la causa del exterminio de miles de perros contagiados. Por ordenanzas, se instruyó al ente municipal la orden de dar sacrificio a los canes capturados por las patrullas dispuestas a estos fines. “Creo que ni el más fantasioso de los escritores podía haber pensado una historia donde una enfermedad provoca la matanza de miles de perros en una ciudad. Creo que lo que hay que observar es la responsabilidad de la EBY en la aparición de estos vectores y enfermedades que antes no había, es evidente que los mosquitos aparecieron por todo el desastre que son las obras de Yacyretá” afirma Luis Saturno, vecino de Posadas. Por cierto, el Plan de Manejo del Medio Ambiente -documento de uso interno de la EBY- describe textualmente que a cota 83 “se potenciarán las condiciones negativas con alto riesgo para la salud: malezas acuáticas, proliferación de mosquitos y enfermedades”.      


¿Qué dice la EBY?Dentro de la estructura funcional del Departamento de Obras Complementarias de la EBY se encuentra el sector Reasentamiento que ejecuta las acciones previstas en el Plan de Acción para el Reasentamiento y Rehabilitación (PARR) de las “familias involucradas en el llenado del embalse, cuyo objetivo es la reposición de la pérdida y la contribución a mejorar el nivel de vida de las comunidades desplazadas”, reza un documento oficial de la EBY. El PARR organiza las acciones de “reasentamiento y rehabilitación” en dos sub-planes: el Plan Operacional de Reasentamiento (POR) “tiene como objetivos generales las acciones relacionadas para la operacionalización del traslado y la efectiva desocupación de las áreas del futuro llenado del embalse. Los profesionales del sector Reasentamiento realizan visitas domiciliarias para informar a las familias los distintos momentos del traslado y motivarlas para el momento de la mudanza. Con estas actividades se busca involucrar progresivamente a las familias en el proceso de traslado”, informa el documento. En la práctica, se dieron amenazas, desalojos violentos con intervención del Estado provincial por medio de la fuerza policial, quema de ranchos, y mudanzas traumáticas. El Plan de Rehabilitación y Apoyo Social (PRAS), en tanto, apuntaba a “las actividades de apoyo y rehabilitación social para las poblaciones urbanas desplazadas, a generar oportunidades a través de mecanismos de asignación de recursos que permitan brindar oportunidades, tanto para el desarrollo comunitario, como para la recomposición de sus estrategias de subsistencia y en lo posible, de inserción económica y laboral. El objetivo es favorecer la adaptación de las familias a los nuevos sitios de reasentamiento, así como la recomposición de redes familiares y comunitarias”.Lo cierto fue que miles de familias perdieron sus unidades productivas sin poder volver a recuperarlas, se generó una enorme desocupación y no existieron planes efectivos de adaptación y estímulos, por lo que prácticamente no existen familias que estén conformes con su “nueva vida”, sino más bien todo lo contrario. 

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