Gustavo Portocarrero Valda
Attorney at Law – Journalist – Degree in
Philosophy – Writer (16 books)
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DESTRUYEN EL RELIEVE Y AVIVAN EL CALENTAMIENTO GLOBAL
Gustavo Portocarrero Valda
La explotación del carbón mineral es intensiva porque la demanda mundial
de tan peligroso elemento, se acrecienta. En los EE.UU. el proceso de
extracción se halla tan bien organizado que los consorcios empresariales
obtienen el máximo de ganancias con los menores esfuerzos. Tal es el mejor
incentivo para arrancarle las entrañas a la Madre Tierra, en tan feroz saqueo,
que no mide consecuencias.
La pesadilla de su extracción.- Para quien no lo
sepa, las montañas Apalaches, localizadas a lo largo de los Estados Unidos, son
fuente abundante de aquél veneno ambiental. Para ser altamente lucrativa,
aquella actividad sólo puede ser efectuada por multimillonarias inversiones,
donde no caben las pequeñas. De esta forma las fases y movimientos del trabajo
se armonizan, evitan movimientos innecesarios e inútiles y ahorran tiempo y
dinero.
El periodista John Conner, cuya publicación fue censurada, aunque
difundida por el Internet, expuso la raíz del problema como sigue:
“La minería del
carbón está destruyendo las cimas de las montañas de EEUU volándolas con
dinamita en vez de utilizar mano de obra minera, mucho más cara. Cumbres que la
tierra y la naturaleza forjadas en cientos de millones de años desaparecen.
“La técnica
consiste en destapar las cúspides para extraer el carbón que está más abajo,
aprovechando las ventajas de la ausencia de regulación o la desidia de los
reguladores, pero destruyendo la biodiversidad, las fuentes de agua, devastando
ecosistemas y dejando de recuerdo un gran agujero estéril.
“Los dinamitazos
afectan la línea divisoria de las aguas, a la vez que descuartizan las
montañas. Con esta práctica, sólo en Virginia Occidental han sido destruidos
más de 1.600 km de cauces de agua. Asimismo, las represas de masas de sedimento
ponen en peligro a comunidades enteras, que a la vez son afectadas por los
efectos de las explosiones directas…”
Aquella novísima forma de laboreo
–destape con explosiones
de dinamita acumulada– se ahorra la penetración normal
al subsuelo mediante obscuros socavones ( túneles); situación que no permite generar
elevadas ganancias, dado el restringido ancho del acceso. Por el contrario, descabezada
una montaña, todo el proceso extractivo se hace por encima, a la luz brillante del
día, con tractores, grúas, palas cargadoras, camiones, rieles, vagones y todo
cuanto sea necesario para recoger la hulla (el carbón mineral) Sobra dinero
para el objetivo cuando la ganancia es astronómica.
Las protestas sociales de las comunidades acaban permanentemente
ahogadas con el silencio cómplice de los medios de comunicación. He ahí el
poder del dinero empresarial.
Los daños que produce la saca del carbón de piedra, rápidamente acaban
con la flora y fauna de la región. Se liquidan plantas, plantitas, árboles,
especies animales, típicas de los bosques: liebres, zorros, ofidios, arácnidos,
venados, gatos de monte, osos y un sinnúmero
de otros seres vivos. Los promontorios o deshechos de tierra –basura minera– son
lanzados a las faltas de los cerros para exponerlos a su violento como
catastrófico descenso con la acción de las lluvias. Los cauces de los ríos de
niveles inferiores ven alterado su cristalino descenso, con muerte de los
peces, debido a la acción de la basura geológica mineral, animal y vegetal que
se desplaza con las explosiones. Las montañas acaban destruidas y los
diseños naturales, que equilibran la
conservación del clima, ya no pueden cumplir su objetivo. Aguas cristalinas
acaban contaminadas y desaparecen surgentes de agua pura y manantiales.
Como todo debe ser justificado y decorado, el lenguaje “técnico” ha
adoptado su propia lexicología: “minería de gama cruzada”, “minería de superficie”, etc. No hay duda que
también se ahorra una fantasía en salarios de los anteriores trabajadores. En
solo Virginia del Oeste se suprimieron 40.000 puestos de trabajo.
Directamente desde su casa, cualquier persona puede evidenciar esta
masiva destrucción. Basta encender el computador e ingresar al Internet para
quedarse estupefacto. Miles de kilómetros de
serranía, se ven virtualmente afeitadas de toda vegetación. Desaparecido
el verde color natural, acaba reemplazado por el color tierra estéril, panorama
que jamás podrá restaurar lo arrasado. ¿Las consecuencias? –desertización de las montañas, incremento del
calor, enrarecimiento del aire, próximos aludes, etc., etc.
Es tanta la protección del Poder Central, como de las autoridades
locales, que el sólo haber detenido semejante voracidad por un funcionario, fue
considerado por un magistrado como “abuso de autoridad”. De otro lado, los
arrestos de los ecologistas son cosa sencilla porque sobran policías y recursos
para aquellos operativos.
Dados los inmensos volúmenes del material extraído y triturado, el
transporte es efectuado por ferrocarril, cuyo tendido de rieles puede llegar
cómodamente hasta el lugar de su embarque. El autor del presente artículo pudo
constatar, en el Estado de Pennsylvania, estaciones sucias y ennegrecidas por
la acción del producto. Por propia curiosidad
–y en un solo embarque
cerca de la estación de Altoona– contó doscientos cuatro vagones llenos de
carbón, impulsados por cuatro locomotoras. En otra ocasión posterior, comprobó
en el puerto de Norfolk, Virginia,
enormes promontorios (como cerros) de hulla triturada, a la espera de ser montados
en barcos cargueros, rumbo a sus destinos finales.
Otros efectos.- Las serranías
Apalaches, donde se hallan más de cinco Estados, son el mudo testigo de un
gigante ataúd natural de colinas muertas. Se trata del típico caso de un
asesinato que deja en su reemplazo, desolación y paisaje lunar estéril. Es una
puerta abierta en contra del medioambiente porque, merced a la acción de los
vientos, viaja el polvo por el aire portando tóxicos letales.
Como ya se dijo más atrás, las quebradas de los valles reciben una
infinidad de residuos o deshechos de tierra y carbón que forman presas y
embalses naturales improvisados, sin construirse diques de cemento. Estos
relaves, o concentrados de materias químicas, pueden explotar en frío con solo
la presión de su peso, arrasando con las áreas inferiores para dar muerte a más
vida vegetal y animal, envenenando también a los ríos de más abajo.
Hasta este momento se ha tocado el tema en su fase de producción y
distribución Toca ver ahora qué es lo que sucede con el proceso industrial de
consumo.
El carbón mineral, o hulla, es adquirido en grandes cantidades por la
industria pesada del mundo. Con su quema se produce la suficiente energía
calorífera que ejecuta obras jamás pensadas, especialmente plantas para la
generación de energía eléctrica. La industria norteamericana es buena
consumidora de su letal producto, con cerca de
600 plantas de energía a carbón.
Toda la industria pesada de los países desarrollados (y otros en
desarrollo), consistente en fundiciones de minerales, producción de locomotoras,
aviones, barcos, camiones, motores, automóviles, tractores, tanques de guerra, herramientas
y cualquier tipo de maquinaria análoga), tiene algo que ver con el carbón
mineral.
Por supuesto, la quema diaria de este producto le endosa su cuenta al
planeta Tierra, dejándole dos magníficos tipos de basura: sólida y gaseosa. La primera circula por el suelo y parte de la
atmósfera; la segunda, directamente por el cielo. Hablemos de lo primero:
1. La combustión del
carbón emite ceniza (hollín), la misma que por la acción del viento y
corrientes de aire se distribuye hacia cualquier lugar. Recuerdo haber viajado
por tren en Europa (entre
Checoeslovaquia y Polonia), recorriendo inmensas extensiones bajo la fuerza de
locomotoras a carbón, cuyas enormes chimeneas distribuían, juntamente con el
humo, partículas sólidas de fácil adhesión donde sea, incluyendo la vestimenta.
2.
Los técnicos han comprobado que la ceniza del carbón
consumido contiene radiación, constituyendo
riesgo para quienes se hallan en los alrededores de aquellas plantas.
3.
En varias partes del
mundo ha hecho su aparición la lluvia
ácida cuyas descargas destruyen lugares fértiles. Dañan también las
construcciones, monumentos y cementerios, así sean de mármol.
4. El dióxido de carbono
(CO2) tiene efectos asfixiantes y produce asma.
5. Del carbón emana
también el mercurio. Cuando este último acaba en las aguas de ríos y lagos
acaba en el cuerpo de los peces, cuya ingestión actúa como neurotoxina, atacando
al cerebro y el sistema nervioso. Muchísima gente ya no desea el pescado como
alimento.
Los efectos más graves.- Toca hablar del viaje aéreo del dióxido de carbono, por el espacio
superior y sus efectos consiguientes en el planeta Tierra:
Fase primera. Las chimeneas de las plantas
industriales –chimeneas del “progreso” al
decir de la imbecilidad y/o la ignorancia– expulsan todo su humo hacia el espacio aéreo
gracias a su elevada longitud de tubería, de ancho significativo. Para evitar
su retorno al suelo, hace mucho tiempo que la técnica lo despacha a gran
velocidad por gigantes caños.
No se necesita ser literato para comparar tales caños con cañones, porque
disparan un arma letal –el CO2, dióxido de carbono– contra la vida del planeta, con unos cuantos
agravantes de barbaridad: miles de
toneladas de despacho, habitualidad, velocidad y toda la jornada de trabajo
(a contarse en horas)
Se aclara que gran parte de las empresas polucionantes ahora expulsan su
contaminación por las noches, siempre en coordinación con las autoridades. ¿Por
qué razón? –Para que la gente no
perciba la monstruosidad de sus negras emisiones y evitarse las indignadas
reacciones.de miles de personas que se hallan dispuestas a aquello.
Fase segunda. El humo, más otros gases adicionales, es
despachado hacia arriba a un desconocido “tour” espacial, que no se limita a
visitar de las nubes. Cruza desde la tropósfera, área donde vive y viaja el
hombre en avión, rumbo a la estratósfera, dejando sus efectos en las blancas
contexturas nubosas para continuar hacia su meta. Allí le esperan una infinitud
de gases para una armónica unión (simbiosis) en aquellos confines que solo han
cruzado las naves espaciales.
Queda claro que ya no hay cómo desplazarse más lejos, porque la frágil
pompa –llamada Capa de Ozono–
(genial filtro natural que protege a la vida de los rayos ultravioleta
del sol) no deja salir más lejos a los gases.
Fase tercera. Aquellos gases acumulados constituyen ahora
una capa intermedia perniciosa que ya no permite equilibrar la temperatura,
como sucedía anteriormente. El calor ingresaba y salía por la pompa,
libremente, para mantener la estabilidad.
Bloqueada como se halla la salida del calor, todo éste permanece
concentrado dentro el planeta,
produciendo lo que se denomina: calentamiento
global. La vida de la Tierra genera fenómenos antagónicos por las
corrientes del aire. Por un lado lluvias
abundantes, en otras latitudes: sequía;
extremado calor en unas y frío extremo en otras.
Fase cuarta. Las consecuencias globales ya son
indiscutibles. Los huracanes son más violentos, se produce el derretimiento de
los polos, particularmente del Ártico aumentando el nivel de los océanos y
anunciando inundaciones en las ciudades costeras. Hace pocos días, dos
científicos murieron ahogados al pisar una capa de hielo, que ya no podía
soportar su peso.
El incremento del calentamiento ya ha producido desaparición de varias
especies vegetales y del reino animal. Los futuros desastres son tan
horrorosos, como la perforación que ha sufrido la capa de ozono, y permite la
entrada y acción directa dentro el planeta, de los rayos ultravioleta de sol.
Prefiero callar otros efectos para no alarmar, ni me supongan catastrofista o
novelista de ficción.
Lo peor de todo es que
los consorcios económicos transnacionales
–culpables directos del
calentamiento terrestre, pero se enriquecen a costa de la muerte– hacen oídos sordos al clamor angustioso de la
humanidad para que cese el consumo de
los combustibles fósiles (carbón y petróleo) De otro lado, los gobiernos
poderosos del mundo, compuestos por presidentes rastreros y sin pantalones, se
exhiben cándidamente sin fuerza ni voluntad para ordenar el cese del ecocidio.
Es más, continúan brindando tolerancias y aun ampliándolas.
No hay parte del mundo
donde no crezca el clamor por el cese total de aquellos combustibles. Todos los
ensayos técnicos para conservarlos han fracasado por completo.
Es oportuno, como
adecuado al tema, citar al destacado periodista inglés George Mombiot, del periódico El
Guardián de Londres:
Señoras y
señores. ¡Tengo la respuesta. Aunque parezca increíble, he descubierto la
tecnología que nos salvará del cambio
climático! Con toda la bondad de mi corazón, os la ofrezco gratis; sin
patentes, ni letra pequeña ni cláusulas ocultas. Esta tecnología, una visión
radical de cómo capturar el carbono y almacenarlo, está ya causando sensación
en los círculos científicos. Es barata, eficiente, y se puede implementar de
inmediato. La respuesta es… dejar los combustibles fósiles donde están.
Por si haya alguna persona, que discrepe con el contenido del presente
artículo, le invito a escribir un trabajo en contra. Si lo decora con contenido
científico para rebatir y ridiculizar cualquier argumentación ecologista, tenga
la seguridad que la multinacional Exxon
Mobil le pagará diez mil dólares americanos y de dará amplia difusión en
los medios de comunicación que aquella controla. Así se está haciendo y así lo
hacen también otras de la misma calaña, que pretenden cubrir su sucio negocio con la inmoral acción de sirvientes
intelectuales, muy bien remunerados. (gustavop2@hotmail.com)
POR FAVOR, COMENTE Y ENVÍE SU CRITERIO.
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