viernes, 16 de junio de 2017

Las penas son de nosotros, pero las vaquitas son ajenas, cantaba el viejo.

Las penas son de nosotros, pero las vaquitas son ajenas, cantaba el viejo.
Y es así nomás. Porque si miras la historia lo primero que hicieron los que ahora son dueños de todo fue sacarnos las vaquitas.
A punta de pistola nos sacaron las pocas vacas que teníamos atadas en el patio, con leyes y con soldados nos la sacaron. El gobierno hablando con boca de empresario, igualito que ahora.
Es mejor así, mejor para todos, nos consolaron, porque ustedes no saben y nosotros sí, nos palmearon la espalda. El ojo del amo engorda el ganado, nos dijeron, y el viernes nosotros pagamos asado para todos, nos mintieron.
Y entonces las vaquitas fueron de ellos, y la esperanza de llegar al viernes nos quedó a nosotros.
Pero dejaron que nos caguemos de hambre y de cárcel un rato. Un par de generaciones todos viernes de ayuno, para limpiar nuestros pecados, porque el hambre te hace bueno dijeron. Aunque en realidad querían decir que te hace manso, y la mansedumbre te hace digno de caridad.
Y entonces buscaron a nuestros hijos, a nuestros nietos, y le ofrecieron cuidar los campos que antes eran nuestros y ahora son de ellos, cuidar sus vaquitas algunas de las cuales eran nuestras y ahora todas de ellos.
¿Y las penas patrón? Las penas son de ustedes, a rebuscarla, nos dijeron. A Dios rogando, y con el mazo dando.
Y acá estamos, las vaquitas de ellos, las necesidades nuestras. Ellos cada vez más vaquitas, nosotros cada vez más necesidades.
Pero mirá lo que son las cosas, por más que tengas muchas vacas igual necesitas que alguien las cuide. Igual necesitas laburantes.
Por eso dos cosas nos quedaron: el trabajo para subsistir y la libertad de negarse a trabajar. Dos cosas nada más.
Y ahí están ahora estos tipos comentando en las redes y en las notas online: trabajen vagos!
Vagos. El mismo argumento que se usó en la colonia, el mismo argumento que se usó​ para domesticar al gauchaje, el mismo argumento que se usó para sacudir a los inmigrantes que empezaban a organizarse, el mismo argumento que se usó... bueno el mismo argumento de siempre.
Trabajen vagos, le gritan a los laburantes que hacen un paro, y de las dos cosas que les dejaron, ahora quieren que renuncien a otra más: que renunciemos a la libertad de estar en desacuerdo.
Trabajen vagos!, gritan. Todos disfrazados de moral, todos vestidos de argumentos republicanos, todos envueltos en deseos de solidaridad cívica.
Las palabras del patrón, en boca del esclavo.
Como el perro que cuida que no se escapen los otros bichos porque se cree parte de la familia... aunque lo vivan pateando afuera cada vez que quiere algo más que un hueso seco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Criticidad, honestidad intelectual y de todas las especies, creatividad, denuncia y anuncio...

Los más leídos

Novelas, cuentos y relatos

Fernando Albrecht: todos sus libros en una web

Libros de Fernando Albrecht  Óleo - Griselda Abdala- Buenos Aires   Encontrarás aquí las novelas, cuentos, relatos y crónicas ...