lunes, 10 de agosto de 2020

Vomityar todes juntes

 

Nos duele la panza
Hace dos días que me duele la panza. Mal. Como no recuerdo que me haya dolido antes. Parece que una mano me agarra las tripas y me las retuerce en un puño, hasta que me quedo sin aire ni para quejarme. Hasta que no aguanto más.
- Vomitá - me dijo mi amiga bruja - Tenés que vomitar, porque hay algo que te envenena, y si no lo expulsás, te va a matar.
A todos nos debería doler la panza entonces. Con este mismo dolor desgarrador y brutal, de tripas retorcidas e incendio en la boca misma del estómago.
Con esta vulnerabilidad de enrollarse como una larva, y mecerse, esperando la próxima acometida del dolor.
Porque estamos tragando veneno.
Mierda, estamos tragando.
Encontraron un juguetito de madera que la madre de Facundo Astudilla reconoció como perteneciente a su hijo.
Un juguetito de un pibe desaparecido, apareció en una comisaría donde los desaparecedores dicen que nunca estuvo.
Mierda.
Muere una mujer cada 29, 28, 26 horas. La mata el novio, el ex, el marido, el chongo, el vecino...
La sociedad se horroriza, y sube el volumen de las noticias, mientras arrima la ventana, para no escuchar como la cagan a palos a la vecina, o a la pibita del cuarto, o a la vieja de enfrente.
Más mierda.
Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad que decía que Santiago se había escapado a Chile, después de que un camionero o llevara hasta Entre Ríos, dice que Macri se fue a Francia a trabajar. Y su primo dice que a los trabajadores argentinos hay que bajarles el sueldo.
Seguimos tragando mierda.
A Lucas lo mataron en La Matanza, la noche de su cumpleaños. Dicen que salió a robar. Con una botella de gaseosa en la mano.
A Luis, en Tucumán.
A Magalí, en San Luis.
A todos los mató la policía.
Mierda, mierda, mierda.
Hay más de 50 denuncias por abuso policial.
Sergio Berni dice que echarle la culpa a la policía es irresponsable, y le pega un par de gritos a la ministra de Seguridad de la Nación. Como pá que sepa quien manda.
Y seguimos tragando mierda.
No hay cifras sobre los que murieron en la calle, mientras nos quedamos en casa. No existen. Nunca existieron. Para algunos, eran mierda.
Sí, mierda
En las villas del conurbano viven de 4 a 10 personas sin agua potable, y la mayor parte del tiempo sin luz. Claro, #quedateencasa dale.
En el Impenetrable Chaqueño el agua no es para lavarse. Es para mojarse los labios, apenas.
¿No es una mierda?
Y los pibitos y pibitas y pibites, obligados a revincularse con quién los abusó, porque "son familia"
Y las travas, peleando cada centímetro de dignidad, porque les va la vida en ello.
Y las pibitas embarazadas a los 12, y obligadas a parir, a romperse, a morirse, ya sea que sigan respirando o no.
Tanta mierda, tanta mierda.
Vomitá, dice mi amiga. Vomitá, o te morís.
¿Cuándo vamos a vomitar toda esta mierda que nos estamos tragando a cucharadas, con más o menos gusto?
Cuando vamos a abrir la boca y soltar ese vómito de injusticia, y dolor y digna rabia, que nos agarra las tripas y las retuerce, y las quema, ante cada mierda que nos hacen comer?
¿Cuándo vamos a dejar de comer mierda, y vamos a empezar a vomitar esta intoxicación, este veneno, que nos han hecho creer comida?
¿Cuando, por favor, cuando, les vamos a tirar encima toda esta mierda, para que, como sociedad, nos deje de doler la panza?
¿No ven que, si no, nos vamos a morir?

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