02/03/10 Por Alberto Morlachetti
(APe).- La presidenta Cristina Fernández el miércoles 13 de febrero -en uno de sus tantos discursos- decía haber escuchado comentar de la procedencia o no de la deuda. “El momento de analizar si la deuda dejada por la dictadura era legítima o ilegítima era durante el primer momento democrático". Hoy -agregaba- no hay manera de hablar de deuda ilegítima, por más que suene bonito. Intentando cerrar un debate tan caro a nuestras convicciones.
Deduce que la deuda ha devenido legítima porque el primer gobierno democrático y los que le siguieron por complicidad, tibieza o silencio han perdido el derecho de establecer la licitud o no de las acreencias. No importa el rosario interminable de entierros y sufrimientos que la deuda externa produce hoy en nuestro país. Niños, mujeres, viejos, hombres que se caen de sus vidas o deshojan antes del otoño. La "derecha es un delirio eterno".
Las "deudas de lesa humanidad" no pueden ni deben pagarse, porque quienes produjeron ese engendro contable no tenían credenciales jurídicas, ni soberanía ni voluntad colectiva. Un grupo criminal se adueñó del estado mediante las más altas cotas del espanto. El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh, da testimonio de un tiempo que no "era humano todavía", notificando al mundo del exterminio, de “las cifras desnudas de ese terror”. Un tiempo -inclusive- que para ir al infierno no era necesario morirse, bastaba con estar vivo en el lugar y el tiempo equivocados.
Un genocidio produce un infinito de penas irreparables en nuestros hombres, mujeres y niños y se extiende a traves de los tiempos. Es imperativo para la política recuperar el mundo de la memoria: si todo prescribe, si todo se olvida, ¿qué impide que el crimen se repita? No sólo está en juego arreglar nuestras cuentas con el pasado, sino preparar decentemente el futuro.Lo contrario supone arrodillarse frente al porvenir y pedirle a nuestros descendientes "acordaos de nosotros con indulgencia".
(APe).- La presidenta Cristina Fernández el miércoles 13 de febrero -en uno de sus tantos discursos- decía haber escuchado comentar de la procedencia o no de la deuda. “El momento de analizar si la deuda dejada por la dictadura era legítima o ilegítima era durante el primer momento democrático". Hoy -agregaba- no hay manera de hablar de deuda ilegítima, por más que suene bonito. Intentando cerrar un debate tan caro a nuestras convicciones.
Deduce que la deuda ha devenido legítima porque el primer gobierno democrático y los que le siguieron por complicidad, tibieza o silencio han perdido el derecho de establecer la licitud o no de las acreencias. No importa el rosario interminable de entierros y sufrimientos que la deuda externa produce hoy en nuestro país. Niños, mujeres, viejos, hombres que se caen de sus vidas o deshojan antes del otoño. La "derecha es un delirio eterno".
Las "deudas de lesa humanidad" no pueden ni deben pagarse, porque quienes produjeron ese engendro contable no tenían credenciales jurídicas, ni soberanía ni voluntad colectiva. Un grupo criminal se adueñó del estado mediante las más altas cotas del espanto. El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh, da testimonio de un tiempo que no "era humano todavía", notificando al mundo del exterminio, de “las cifras desnudas de ese terror”. Un tiempo -inclusive- que para ir al infierno no era necesario morirse, bastaba con estar vivo en el lugar y el tiempo equivocados.
Un genocidio produce un infinito de penas irreparables en nuestros hombres, mujeres y niños y se extiende a traves de los tiempos. Es imperativo para la política recuperar el mundo de la memoria: si todo prescribe, si todo se olvida, ¿qué impide que el crimen se repita? No sólo está en juego arreglar nuestras cuentas con el pasado, sino preparar decentemente el futuro.Lo contrario supone arrodillarse frente al porvenir y pedirle a nuestros descendientes "acordaos de nosotros con indulgencia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Criticidad, honestidad intelectual y de todas las especies, creatividad, denuncia y anuncio...