jueves, 3 de febrero de 2011

La rebeldía como significante vacío

Reproducimos aquí parte de una monografía: "Acción y discurso. El papel de la "rebeldía" en la construcción del zapatismo".

En la Tercera Declaración, a un año del levantamiento, es finalmente donde aparece la palabra rebeldía en referencia al levantamiento en Chiapas y frente a los intentos de cooptación del gobierno. Y apenas es la Cuarta Declaración (enero de 1996) la que pone en primer lugar a la "dignidad rebelde" y avanza en la construcción de una retórica ligada a la rebeldía. Ese aspecto es de vital importancia para el argumento final de este ensayo: rebeldía ha funcionado como lo que Ernesto Laclau (1996) definió como un "significante vacío". Un significante vacío no es un término que varía de significación según su contexto (es decir, no es aristotélicamente equívoco) sino que nos habla de una imposibilidad estructural que exige una subversión de la estructura del signo. Es decir, desafía límites que –advierte Laclau- no son nunca neutrales porque hablan de una operación de exclusión. El zapatismo, excluido del sistema, debe subvertir la estructura para hacerse presente. La operación del sistema genera un tipo de exclusión que es en definitiva negación del otro identificando "la pura amenaza que ese más allá presenta al sistema (amenaza que a su vez, sin embargo, lo constituye)" (Laclau 1996:74). Es decir, hay una operación de negación-exclusión de los que no entran en el sistema, sin embargo eso produce la posibilidad de que las categorías excluidas cancelen la diferenciación impuesta "a través de la formación de una cadena de equivalencias de aquello que el sistema demoniza a los efectos de significarse a sí mismo" (Laclau 1996:74).

La categoría de "Rebeldía" funciona como punto de fijación en una cadena de equivalencias que puede articular identidades (luchas) para romper con la dispersión y la fragmentación. La ruptura con la idea de una fundamentación ontológica del sujeto de la historia (ya sea la clase obrera o el pueblo) produce una multiplicidad de antagonismos fragmentados que constituyen identidades que es necesario suturar con una operación hegemónica.
Rebeldía, en el discurso zapatista, es ese punto de convergencia donde las diferentes luchas encuentran referencia y el que genera condiciones de emergencia del Sujeto. Primero porque la decisión de construir sobre "rebeldía" como significante es una decisión, y esa decisión es "el momento del sujeto antes de la subjetivación" (Laclau 2003:85). Segundo, porque el movimiento de corrimiento y subversión del orden es el lugar mismo de la emergencia del Sujeto.
El proceso de construcción hegemónica supone la producción social de significantes vacíos que articulen los esfuerzos y las identidades subalternas de amplios sectores populares, aún, con sus reivindicaciones particulares. El EZ realiza esta operación hegemónica al incorporar en sí mismo reivindicaciones particulares (étnicas, de género, de clase, generacionales, sexuales) y presenta "la particularidad de un grupo como la encarnación del significante vacío que hace referencia al orden comunitario como ausencia, como objetivo no realizado" (Laclau 1996:83).
La hegemonía requiere "una generalización de las relaciones de representación, pero de modo tal que el proceso de representación mismo crea retrospectivamente el ente que debe ser representado" (Laclau 2003:70) así, la rebeldía es una clave en la construcción del sujeto. Dos años le costó al EZ encontrar en el significante rebeldía el lugar para suturar una multiplicidad de significados que no podía articular. Esto no supone que cualquier categoría hubiera podido ser articulatoria sino que sólo podía serlo aquella que se inserta legítimamente en los discursos de otros grupos subalternos, de manera tal que pueda enraizarse en las historias, relatos e imaginarios propios de esos sujetos.
El EZ en la tarea de constituirse como sujeto en encontró un enemigo (el Neoliberalismo) y un discurso que ligado a la rebeldía (aunque también a la justicia y a la democracia) que podía oficiar de lugar de encuentro para identidades insurgentes heterogéneas.
Así, la construcción argumentativa de "nosotros" ya no es el pueblo sino los "rebeldes" los que constituyen ese "Uno" que a la vez es múltiple (como la multitud que deviene en pueblo para volver a ser multitud) el que se relaciona contra los enemigos "el mal gobierno" y el neoliberalismo.
La potentia de la categoría de rebeldía reside en su capacidad abarcadora. Mientras la insurgencia es una práctica que no puede realizarse individualmente, la rebeldía puede ejercitarse individual o colectivamente. La rebelión tienen la postestad del no, del oponerse al avance y generar un espacio de disputa en espacios microfísicos (Foucault 1993). Mientras la insurgencia busca derrotar un proyecto con otro, la rebeldía es un acto realizable por una multiplicidad de sujetos en momentos, tiempos y lugares distintos.
A su vez la rebeldía es una actitud que no deviene de la clase. Mientras el marxismo pregonaba la dialéctica de la historia y los intereses contradictorios de clase, el discurso de la rebeldía concierne una especie de voluntad de serlo. No es necesario pertenecer a la clase portadora del sentido de la historia, ni estar poseído del Volksgeist, sino simplemente "ser rebelde", hacerse rebelde, como una cuestión de voluntad de lucha contra el enemigo en común que habita en todas partes y en ninguna. A su vez, la rebeldía tiene la característica de ser un principio moral que deviene de la actitud de aquellos que "no soportan" la injusticia y que conforman un momento propio de una ética universalista.
De esta manera el discurso de la rebeldía permite trascender el propósito de la "liberación nacional" para recuperarlo desde otro lugar. Allí la importancia de la Rebeldía en tanto aparece como un significante que engloba dimensiones ético-normativas y actitudinales de las cuales pueden ser partícipes todos los diferentes grupos subalternos e identidades que habitan el cosmos de la Sociedad Civil. El zapatismo en su operación hegemónica supone una sutura de esas identidades fragmentarias para la disputa política. En este aspecto el papel de la producción social de significantes vacíos –como el zapatismo produjo "Rebeldía"- es fundamental como condición de posibilidad de una articulación popular- democrática que dispute la producción del orden social en América Latina.
El futuro del EZLN como el de las múltiples articulaciones subalternas que irrumpen periódicamente en Latinoamérica no está escrito. No obstante, mucho de su futuro como proyecto contrahegemónico se juega en el terreno de la articulación discursiva y en la producción de imaginarios y significantes convocantes para un proceso popular y democrático que busque transformar la utopía en historia. 

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