lunes, 27 de julio de 2009

En busca de caballos para Sandino


Entretener a Sandino de dos a tres de la tarde, mientras Eda duerme y yo espero para sentarme a escribir es apenas un asomo de rutina. Cuando uno cree que así será todos los días, Sandino cambia de ritmo y desbarajusta todo. Está bueno eso.
Las opciones de la siesta son: ir al parquecito de la esquina de la escuela, jugar a la pelota, ir a trepar el tapial para ver las gallinas del vecino, salir a pasear. Esta última fue la opción elegida, en especial, ir a buscar caballos y vacas, por quienes se desvive este niño alimentado a cuentos y rodeado de palabreríos. Campo, vaca, caballo son quizá, junto a amarillo, yogur, mama, abuela, cuento, tía Ro, las palabras más pronunciadas.
Salimos. Enseguida buscamos hacia el oeste. Si bien Hersilia es un pueblo de no más de 1 km de diámetro y está rodeada de campo, es en la zona llamada ‘el otro lado’, dentro del mismo égido urbano, donde hay muchos potreros, pocas viviendas y niños de todas las edades.
A no mucho de andar encontramos dos tubianos, flacos, cabeza chica, al parecer todavía nuevitos. El campito por donde caminaban era pura tierra arada. Esta imagen se repetiría a cada metro recorrido. Hace más de un año que no hay una buena lluvia. El cambio climático dicen. Ante cada problema que ha surgido o viene de arrastre, en el pueblo (falta de trabajo, dengue, gripe A, malos gobiernos, corrupción institucional, pobreza) la gente dice ‘si lloviera’.
Sandino va casi colgando de la ventanilla del auto semi abierta. Mira y dice caballo caballo caballo, vamo papá, vamo caballo. Yo le explico que no. No se puede porque es del hombre que vive en esa casa y le señalo. El mira y quizá qué entienda. Los alambrados ya han nacido en sus ojos, para qué explicarlos. Mejor le muestro otras cosas, pienso. Pasamos frente a la casa de los chicos Leiva. Cinco hermanos, tres discapacitados. Su padre murió hace un mes. El corazón, dice este nuevo certificado de defunción, como la mayoría. La verdad es que sufría de chagas, desempleo, nostalgias del campo que era su trabajo, diabetes, hipertensión, inflación y el mismo plan de siempre y dengue. Lástima, era un buen ejemplo para probar la resistencia popular a los diferenciados y múltiples balazos del capitalismo. No alcanzó a probar la porcina, si pasaba el mosquito y la del chancho las esperanzas se ponían lindas. Lo mató el alcohol, dijo uno en el velorio mientras sus niños se retorcían de dolor. Ahora la casa está tranquila. Nada se mueve. Debe ser el calor. Ni los perros andan.
Siguiendo, vemos unas ovejas, negras, sucias, muertas de calor en este invierno que ahora tiene ases de cualquier temperatura entre sus giros estacionales. Paramos. Sandino mira con emoción. Les grita mientras golpea el vidrio. Vamo, papá. Unos chiquillos más llenos de tierra que las ovejas salen corriendo y las espantan hacia un matorral de chircas. Constato que lo único verde son los chañares. ¿Qué tendrán que son capaces de sobrevivir a las sequías? Ya harán las sojas transgénicas con cruza de chañar, especulo. So-ñar, se me ocurre que la llamarían y me asusto. Sandino me rescata con un pipi, pipi, pipi emanado con esa tonalidad de frescura de niño, ante una decena de gallinas desplumadas que andan a la caza de cualquier cosa. Deben poner huevos marrones, digo en voz alta pero Sandino está en la suya.
Hacemos un rodeo del lado oeste por la última calle de tierra de la zona. Desembocamos a una de las diagonales, la que sale hacia el sur. Hersilia es cuadrado cruzado por cuatro diagonales que parten de las plazas, cada una de ellas a un costado del ferrocarril, separadas por este y sus militares eucaliptus. División por dos: pavimento vs tierra, instituciones vs pueblo, chalet vs ranchos, comercios vs despensitas, motos vs caballos, caniches vs perros. Obvio que esta repartición no es ni precisa, ni tajante, tampoco perfecta, tanto como si lo es causal, pero es una idea que aclara el panorama. Desde el Google se ve bien. Las diagonales forman una cruz. El pueblo está marcado, podría decirse.
Retomamos por la diagonal hacia adentro. Casas con sus frentes llenos de leña. ¿De qué monte habrán sacado? Porque con la lechería que necesita campos sin sombras para que sus vacas coman todo el tiempo y los arrendamientos para cosecha, no ha quedado nada. La venta estará floja estos días que arrecia el calor. Mala pata la de estos pobres.
Sandino sigue buscando caballos. Algunos se ven a los lejos y el los descubre. También a los perros y las gallinas. Cuando cruzamos las vías del ferrocarril me explica. A tren, a para ya, a paya fete. Cuando pasa el tren azul le digo, es el de la minera, lleva piedras envenenadas y valiosas, deja agua contaminada y desolación. Confío en que todo aquello que decimos, vemos, olemos, sentimos y no está bajo el faro de nuestra conciencia es el mejor sostén para nuestros desafíos, yo lo alimento aunque parezca al pedo.
Llegamos a casa y corre hasta la hamaca. Es temerario. Va de un lado hacia el otro sin prejuicios. Se ha caído varias veces, pero registra más las emociones que los golpes.
La casa de los Gamarra estaba igual que siempre, pienso de pronto y se me aparece la imagen. Todos los gobiernos les prometieron que les harían una piecita. Sandino se balancea y mueve la silla sobre la que se mese como si fuera un caballo, para él, reflexiono, no ha terminado el paseo, creo que para mí tampoco.

domingo, 5 de julio de 2009

Fragmento de la novela: Nadie se lo espera


"¿Por qué ahora?" maldijo escondida Misericordia, madre ventral de inconmovible resignación. "¿Para qué más?" le reprochó su hermana, pidiendo la devolución de una campera que le había regalado dos años atrás y se marchó sin escucharla. De los dos varones, el más compañero necesitaba saber y con la franqueza temblorosa de quien teme, ante la insolencia de la verdad, preguntó: "¿Alguna vez, Gisel, volverás a que te vea?". "Sí, Nacho" contestó ella, que sin haberse ido parecía de regreso. El abrazo, esta vez, hizo descubrir sus lealtades. "Más te vale que trabajes y no andes de puta", le advirtió Ricardo, el otro hermano, que andaba por la vida creyéndose padre de cualquier cosa.
Título: NAdie se lo espera
Novela - 258 páginas - 15 x 21 - Edición de autor - Julio 2009

¿Qué poderes en las periferias?



Raul Zibechi


Me gustaría comprender la cuestión urbana vinculada al cambio social desde una perspectiva de larga duración y desde una mirada que pueda captar los procesos subterráneos o invisibles. O sea, ser capaces de reconstruir el recorrido de los sectores populares en los últimos 50-100 años, y poder hacerlo de modo de rastrear cuál es su “proyecto histórico”. Los cortes temporales son decisivos porque son los que permiten develar la agenda que subyace debajo y detrás de las acciones visibles, las grandes luchas y las masivas movilizaciones, y permite encadenar varios ciclos de lucha que, en apariencia, no tendrían ninguna relación. Comparar la situación de los sectores populares urbanos en 1900, o en 1950, con la de 2000, es lo que nos puede permitir deducir el camino que están transitando. Cambios lentos exigen ser comprendidos en tiempos largos.

Los dominados no actúan de modo simétrico a los dominadores, y por eso no formulan racionalmente un proyecto para luego intentar hacerlo realidad. Como los pobladores chilenos a la hora de construir su campamento -no dibujan planos sino que al habitar generan el espacio habitado-, los sectores populares de nuestro continente van creando su proyecto histórico a medida que lo van recorriendo-viviendo. No hay un plan previo y quien no comprenda esto no puede comprender mucho de la realidad de nuestros pueblos. Quiero proponer entonces, no a modo de teorización cerrada sino apenas como propuesta para el debate, un conjunto de conclusiones del recorrido que hice en este ensayo.


1) Un siglo atrás las ciudades eran el espacio de las clases dominantes y de los sectores medios con los que mantenían una relación, armoniosa o no. Hoy esos sectores han sido desplazados o están cercados por los sectores populares. Dicho de otro modo, los de abajo están cercando los espacios físicos y simbólicos donde las clases dominantes habían establecido su poder. La pobreza es una cuestión de poder. Desde este punto de vista, los pobres de nuestro continente se afincaron en las ciudades, sin perder sus vínculos con las zonas rurales, y están en mejores condiciones para arrinconar a las clases dominantes. Estas han debido emigrar hacia otros espacios, atrincherarse en ellos porque –literalmente- temen a los pobres. Están rodeadas.

Mi hipótesis es que en el último medio siglo las periferias urbanas de las grandes ciudades han ido formando un mundo propio, que ha transitado un largo camino: de la apropiación de la tierra y el espacio a la creación de territorios; de la creación de nuevas subjetividades a la constitución de sujetos políticos nuevos y diferentes respecto a la vieja clase obrera industrial sindicalizada; de la desocupación a la creación de nuevos oficios para dar paso a economías contestatarias. Este largo proceso no ha sido, a mi modo de ver, reflexionado en toda su complejidad y aún no hemos descubierto todas sus potencialidades.

2) El telón de fondo de este proceso de los sectores populares, es la expansión de una lógica familiar-comunitaria centrada en el papel de la mujer-madre en torno a la que se modela un mundo de relaciones otras: afectivas, de cuidados mutuos, de contención, inclusivas. Estas formas de vivir y de hacer, han salido de los ámbitos “privados” en los que se habían refugiado para sobrevivir y, de la mano de la crisis sistémica que se ha hecho evidente luego de la revolución mundial de 1968, se vienen expandiendo hacia los espacios públicos y colectivos.

La expansión de la mujer-madre es evidente en todos los movimientos sociales actuales. En algunos, más del 70% de sus miembros son mujeres que van con sus hijos, como sucede entre los grupos piqueteros en Argentina. Esto tiene consecuencias que van mucho más allá de lo cuantitativo. Con ellas, irrumpe otra racionalidad, otra cultura, una episteme relacional, como señala Alejandro Moreno (Moreno, 2006). Esto se vincula con otra idea de movimiento, pero también de vida. Es esta una cosmovisión en la que las relaciones juegan un papel central, que incluye otra forma de conocer, de vivir, de sentir. Finalmente, en este mundo otro la fuerza motriz principal son los afectos: el amor, la amistad, la fraternidad. Sobre esa base se crea un sistema de relaciones económicas paralelo y externo a la economía capitalista de mercado.


3) En los espacios y tiempos de esta sociedad diferente vive un mundo otro: femenino, de valores de uso, comunitario, autocentrado, espontáneo en el sentido profundo del término, o sea natural y autodirigido, que crece por expansión. Este mundo está siendo capaz de producir y re-producir la vida de las personas que participan en él mientras se autoproduce circularmente (por autopoiesis) y no tiene fines externos. No nace ni crece por oposición al mundo estatal-masculino, de valores de cambio, polarizador, asentado en instituciones (partidos, asociaciones) que se regulan según relaciones binarias mando-obediencia, causa-efecto (planificación). Nace y crece por sus propias dinámicas internas, pero si no consigue sobrevivir, expandirse y desplazar al mundo estatal-masculino, la sobrevivencia de la humanidad estará en peligro.

4) ¿Poder popular? ¿Contrapoderes de abajo? No es fácil zanjar esta cuestión. ¿Puede lo femenino constituirse en poder, sin dejar de ser femenino? La cuestión del poder está en el centro de muchos debates actuales entre movimientos sociales y políticos, desde la irrupción del zapatismo. En este punto, considero que el mismo concepto de poder debe ser revisado. Suelo hablar de “poderes no estatales”, pero aún así me parece insuficiente. Las Juntas de Buen Gobierno en los municipios autónomos zapatistas, ejercen el poder de forma rotatoria de modo que en un tiempo todos los habitantes de una zona han aprendido a gobernar. Pero, ¿puede hablarse de poder cuando lo ejerce la comunidad?

Lo cierto es que entre nosotros viven dos mundos. Uno de ellos está hoy fuera de control, ya que ha hecho de la dominación y la destrucción su alimento principal. El otro mundo es la única chance que tenemos de seguir siendo seres humanos y de conservar la naturaleza y los bienes comunes para beneficio de todos y todas. Pero la lógica de vida de este mundo otro no es simétrica a la del mundo hegemónico. De modo que no puede crecer destruyendo y aniquilando al mundo de la opresión, sino a su modo: por expansión, dilatación, difusión, contagio, disipación, irradiación, resonancia. O sea, de modo natural. Este es el modo en que viene creciendo el no capitalismo en las periferias urbanas desde hace por lo menos medio siglo.

Quiero decir que el triunfo de este mundo otro no lo podemos imponer, como ha hecho el capital. Podemos, sí, insuflarle vida, contribuir a expandirlo, ayudarlo a vivir y a elevarse. El movimiento existe, no podemos inventarlo ni dirigirlo A lo sumo, podemos formar parte de él, moviéndonos también, mejorando el arte de mover-nos. No es poco, sobre todo porque esa capacidad de mover-nos es la única que puede salvar-nos.

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