“La biomasa, tenemos 500 mil hectáreas forestadas, y por la demora que sufre la posible instalación de una pastera y que confronta que sectores ambientalistas, deben buscar alternativa”, señaló.
Estas declaraciones renuevan el debate no sólo por parte de grupos ambientalistas correntinos sino por todos los santafesinos ubicados en la margen oeste del Paraná, a la altura de Reconquista y zona, que se verían afectados tanto por la habilitación de una pastera como por la creación de una represa en la región.
El diputado nacional Carlos Comi (Coalición Cívica-ARI Santa Fe) alertaba ya el año pasado que “antes que la provincia de Corrientes emprenda tamaña operación, debería hacer al menos informes de impacto ambiental y advirtió que la actividad de una pastera en la costa del Paraná traería devastadoras consecuencias a la actividad turística a la vez que amenazaría el ecosistema y al recurso ictícola del cordón de poblaciones santafesinas de la ruta 1 como San Javier, Alejandra, Romang, Avellaneda, Reconquista y muchas otras de pequeñas dimensiones”.
Ayer, en diálogo con Radio Nacional Santa Fe, Eduardo Bassó del Pont, presidente de la Unión de Ambientalistas de Corrientes (Unamco), resaltó: “No es mérito de ningún buen gobernante traer pasteras a contaminar. Ahora, el ejemplo del gobernador de Corrientes y del intendente de Goya y de cuanto obsecuente ande suelto y no se anime a disentir es muy simple. Pido coherencia, no podemos hablar de municipios limpios y de ecología, como hacen ellos, y traer una pastera”.
En el mismo sentido, el especialista agregó: “Eso tiene un impacto económico directo y negativo en cuanto a desarrollo, porque nos sacan de ser productores de alimentos para un mundo hambriento, que paga 18.500 dólares la tonelada de Hilton, para ponernos a fabricar en 23 años, ocupando las mejores tierras, produciendo arbolitos para sacar 10 mil dólares. Quieren también la represa, porque de los 250 kilovatios por toneladas de madera pasan a 2.500. Salimos entonces todos los argentinos a hacerles la represa”.
En cuanto a los protagonistas de este tipo de emprendimientos (las pasteras), Bassó del Pont insistió en que “los forestadores son todos extranjeros”. Y se explayó: “Ocupan nuestras tierras barato, porque acá los árboles crecen más rápido. En vez de 40 años, acá lo hacen en 20 o 25. Ni hablar de los fenoles que nos envenenan los suelos, el acuífero, el 950 por ciento más de nitrato. Hay contaminación desde que empiezan la forestación. Después nos dejan un desierto. Vienen las pasteras para que estos piratas internacionales exporten y se queden con los dólares. Nos toman el pelo”.
Un proyecto que se encuentra más avanzado en Corrientes –con consecuencias futuras nocivas para los santafesinos– es la represa Río Ayuí, un megaproyecto sojero y arrocero. Bassó del Pont se refirió a la instancia actual de esa obra: “El Gobierno Nacional, con buen tino, ha parado la represa con la Justicia. Acá hay sofistas comprados y el Instituto correntino del Agua y el Ambiente protege cualquier cosa menos el ambiente y responde a los intereses de su patrón. Estamos en un impasse. Lo que la gente tiene que saber es que cualquier represa, grande o chica, que pare un río subtropical, al cambiarle la temperatura, pararle la velocidad y decantarle el sedimento; le cambia la dinámica, la química y la física al agua”.
Y finalizó: “Aguas abajo va a haber gente que se esté muriendo sin saber por qué, habrá cáncer de hígado, sistemas inmunodeprimidos y van a morir vacas. Si hacemos una represa en el medio de la provincia, envenenamos todas las aguas del Ayuí”.
(Fuente: Uno Santa Fe )
Estas declaraciones renuevan el debate no sólo por parte de grupos ambientalistas correntinos sino por todos los santafesinos ubicados en la margen oeste del Paraná, a la altura de Reconquista y zona, que se verían afectados tanto por la habilitación de una pastera como por la creación de una represa en la región.
El diputado nacional Carlos Comi (Coalición Cívica-ARI Santa Fe) alertaba ya el año pasado que “antes que la provincia de Corrientes emprenda tamaña operación, debería hacer al menos informes de impacto ambiental y advirtió que la actividad de una pastera en la costa del Paraná traería devastadoras consecuencias a la actividad turística a la vez que amenazaría el ecosistema y al recurso ictícola del cordón de poblaciones santafesinas de la ruta 1 como San Javier, Alejandra, Romang, Avellaneda, Reconquista y muchas otras de pequeñas dimensiones”.
Ayer, en diálogo con Radio Nacional Santa Fe, Eduardo Bassó del Pont, presidente de la Unión de Ambientalistas de Corrientes (Unamco), resaltó: “No es mérito de ningún buen gobernante traer pasteras a contaminar. Ahora, el ejemplo del gobernador de Corrientes y del intendente de Goya y de cuanto obsecuente ande suelto y no se anime a disentir es muy simple. Pido coherencia, no podemos hablar de municipios limpios y de ecología, como hacen ellos, y traer una pastera”.
En el mismo sentido, el especialista agregó: “Eso tiene un impacto económico directo y negativo en cuanto a desarrollo, porque nos sacan de ser productores de alimentos para un mundo hambriento, que paga 18.500 dólares la tonelada de Hilton, para ponernos a fabricar en 23 años, ocupando las mejores tierras, produciendo arbolitos para sacar 10 mil dólares. Quieren también la represa, porque de los 250 kilovatios por toneladas de madera pasan a 2.500. Salimos entonces todos los argentinos a hacerles la represa”.
En cuanto a los protagonistas de este tipo de emprendimientos (las pasteras), Bassó del Pont insistió en que “los forestadores son todos extranjeros”. Y se explayó: “Ocupan nuestras tierras barato, porque acá los árboles crecen más rápido. En vez de 40 años, acá lo hacen en 20 o 25. Ni hablar de los fenoles que nos envenenan los suelos, el acuífero, el 950 por ciento más de nitrato. Hay contaminación desde que empiezan la forestación. Después nos dejan un desierto. Vienen las pasteras para que estos piratas internacionales exporten y se queden con los dólares. Nos toman el pelo”.
Un proyecto que se encuentra más avanzado en Corrientes –con consecuencias futuras nocivas para los santafesinos– es la represa Río Ayuí, un megaproyecto sojero y arrocero. Bassó del Pont se refirió a la instancia actual de esa obra: “El Gobierno Nacional, con buen tino, ha parado la represa con la Justicia. Acá hay sofistas comprados y el Instituto correntino del Agua y el Ambiente protege cualquier cosa menos el ambiente y responde a los intereses de su patrón. Estamos en un impasse. Lo que la gente tiene que saber es que cualquier represa, grande o chica, que pare un río subtropical, al cambiarle la temperatura, pararle la velocidad y decantarle el sedimento; le cambia la dinámica, la química y la física al agua”.
Y finalizó: “Aguas abajo va a haber gente que se esté muriendo sin saber por qué, habrá cáncer de hígado, sistemas inmunodeprimidos y van a morir vacas. Si hacemos una represa en el medio de la provincia, envenenamos todas las aguas del Ayuí”.
(Fuente: Uno Santa Fe )
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