martes, 1 de marzo de 2011

“Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”


El Estado Mundial y los pibes
  
Miércoles, 02 de Marzo de 2011 10:30
tuta12(APe).- A fines del siglo pasado, un sociólogo alemán radicado en México (Heinz Dieterich Steffan) lanzó la teoría de que se había constituido el Estado Mundial, aunque muy pocos se atrevían a reconocerlo. “En lo económico -decía Steffan- sus órganos ejecutivos son el FMI y el Banco Mundial. En lo militar, la OTAN. En lo político, los miembros con derecho a veto del Consejo de Seguridad de la ONU. Este Estado Mundial cuenta con un gabinete ejecutivo, que es el G-7. Y ya tiene un poder judicial, que es la Corte Internacional de La Haya”.

Aunque incisiva y seductora, aquella teoría de Steffan podia ser refutada advirtiendo el surgimiento de los nuevos bloques internacionales (sin ir más lejos, el de los países latinoamericanos) y también el pasaje, tempestuoso, de la bipolaridad de la Guerra Fría a la multipolaridad, con nuevos centros hegemónicos, que regiría al comenzar el siglo XXI.Sin embargo, ese Estado Mundial que imaginó Steffan sí nos sirve, perfectamente, para reflejar ese mundo viejo que inexorablemente se extingue y que en sus manotazos y estertores sigue derramando sangre de inocentes: la de los pobres, la de los excluidos, la de los jóvenes, en todo el planeta.

El gran pensador italiano -y comunista- Antonio Gramsci, al analizar la tormentosa transición del Novecento en Europa, pudo expresarlo con palabras certeras: “Eso que llaman ola de materialismo -dijo-- está ligado a una crisis de autoridad. Si las clases dominantes han perdido el consenso, entonces ya no son más clases dirigentes, sino apenas clases dominantes, que dependen del poder coercitivo para mantenerse; lo que significa que las grandes masas ya están fuera de las ideologías tradicionales y no creen en aquello en lo que antes creían. Por eso la crisis radica, justamente, en el hecho de que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”.


Khadafi: su otoño sangriento

El Estado Mundial (para seguir con el chiste alemán de Steffan) aprendió muy bien la lección de la primera Guerra del Golfo, aquella en la que Saddam Hussein incendió los pozos petroleros kuwaitíes y una negra humareda de oro negro perdido  -contaban los montañistas- llegaba a verse desde las cumbres del Himalaya. Para la segunda Guerra del Golfo, una década después, a nuestro ogro le llevó sólo un año poner los pozos iraquíes de nuevo en producción, para amortizar con esas divisas el costo de una guerra genocida, que al margen de los marines caídos “en cumplimiento del deber”, le viene costando a Iraq más de un millón de muertos civiles (porque lo más importante -ya lo dijimos- es ese oro negro del mundo viejo que no termina de morir, antes que la sangre roja, indeleblemente humana, de ese mundo que no termina de nacer).

En el caso de Libia, el mundo viejo actuó más rápidamente todavía que con Iraq, asegurándose que los consejos y tribus rebeldes controlaran los yacimientos, los oleoductos y los puertos de exportación de petróleo antes de proseguir su marcha antidictatorial hacia Trípoli. Para el momento en que Saif-al-Islam-al-Khadafi, en representación de su padre, amenazó a Occidente con que “olvídense del petróleo y olvídense del gas”, el Estado Mundial ya sabía que el suministro de petróleo y de gas, aunque se hundiera el régimen, estaba garantizado.

Pero tal vez la más grave amenaza lanzada contra Khadafi, contra Libia y contra el género humano  (aquí nos permitimos usar esa categoría como la usó alguna vez el Che) salió por boca de la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. "En los próximos años --dijo ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara baja, asegurándose de que la escuchara el mundo-- Libia podría convertirse en una democracia pacífica; o bien podría enfrentarse a una larga guerra civil…"

Traduciendo las palabras de Clinton a un lenguaje más humano, debe entenderse así: “Dado que ya el petróleo de Libia está asegurado, tienen que decidir los mismos libios si quieren ofrendar un millón de muertos
-como ya hizo Iraq- o bien aceptar nuestras reglas”.



Actualidad de Gramsci

Lo que pudo parecer pintoresco, realmaravilloso y garciamarquesco de Khadafi, allá por los ’60 y ’70 --por ejemplo, cuando anunció que asistiría a la cumbre de los No Alineados de Belgrado montado en su caballo blanco-- a la vuelta de los años, frente a su quiebra intelectual y a su traición, se vuelve trágico. Da pena. Y da furia.

El Zorro de Sirte (así dejaba que lo llamaran) propuso en algún momento la creación de “Israeltina”, imaginario estado binacional donde los palestinos renunciaran al derecho de recuperar su tierra y tener un Estado. Acto seguido, hizo salir de Libia a la mitad de los refigiados palestinos, sugiriendo que ellos debían buscar (sic) su Tierra Prometida.

De los 13 pactos políticos, financieros y comerciales que Libia firmó con el FMI, el Banco Mundial, los Estados Unidos, China y las multinacionales petroleras, entre 1995 y 2010, tal vez el más vergonzoso haya sido el que firmó con Egipto, para controlar el flujo de palestinos en la Franja de Gaza.

Alguna vez --podemos recordarlo en las revistas de nuestra juventud-- Libia fue el país que un 1º de septiembre de 1973 recuperó el 51% de los activos petroleros y propuso a las potencias occidentales un “nuevo trato”, que fuera más justo para el pueblo libio y que le posibilitara tener alimentos, salud, educación y un futuro distinto.

Tres décadas y dos años después, en una entrevista personal con el sociólogo británico Anthony Giddens (teórico de una posmoderna Tercera Vía), el coronel Khadafi dijo estar dispuesto a enmendar ciertos pasajes de su Libro Verde, ese libro con el que habían adoctrinado a generaciones enteras de jóvenes libios.

“La libertad --escribió Giddens en su reportaje-- sólo puede construirse si existe autonomía económica individual. Las necesidades materiales de la vida --ropa, alimentos, una vivienda y medios de transporte-- deben estar en manos de cada familia. Por eso, en Libia, al menos hasta hace poco, no estaba autorizado que nadie alquilase una casa”.

“El Líder -continúa Giddens-- hizo muchas observaciones inteligentes y perspicaces. Se remitía constantemente a las ideas de su Libro Verde, pero dejó claro que quiere adaptarlas y actualizarlas. (…) En conjunción con el hijo de Khadafi, Saif, estudiante de doctorado en la London School of Economics, el Foreign Office británico desempeñó un papel importante en la reincorporación de Libia al mundo”.

Los extractos no necesitan comentario. Y ahora es el Foreign Office
--acotamos-- el que le sugiere a Khadafi que se olvide de la Tercera Vía, de la Segunda y hasta de la Primera. Y le aconseja que deje que las tribus de su patria abracen los ideales de la Revolución Francesa, ya que es una revolución de probado éxito en Europa, hace 222 años.

La Jamahiriya (revolución árabe socialista) logró levantar los estándares de salud y educación del pueblo libio a niveles importantes, dentro de los países del norte de Africa. En la evaluación de los ODM (Objetivos del Milenio) de 2004, Libia tenía un promedio de esperanza de vida al nacer, para los varones, de 70,8 años para los varones y 75,4 para las mujeres (mientras Egipto tenía 66,7 y 71, respectivamente; y Sudáfrica tenía 45,1 y 50,7). Los datos son reveladores.   

Sin embargo, la Jamahiriya del coronel Khadafi no revirtió en cuatro décadas, ni en tres, ni en dos, ese absurdo desbalance que hace que hoy Libia deba importar el 75% de los alimentos que consume. Y el abandono de la Jamahiriya y el recetario neoliberal, en los últimos veinte años, causó aún peores efectos: 30% de desempleados --especialmente, los jóvenes--; 18% de analfabetos --especialmente, los jóvenes-- y un 33% de extrema pobreza, que golpea fundamentalmente, como en todo el mundo árabe, a los jóvenes. O mejor, como decimos aquí: a los pibes.

Cuando terminaba el siglo XX, en un aniversario de la Revolución Libia, Muammar-el-Khadafi dijo por la emisora oficial que el país debía renunciar al “comportamiento revolucionario”. Nadie supo a quién le hablaba el Líder. Probablemente, al Imperio. O al Estado Mundial. Vaya uno a saber.

Encorvado sobre la tabla de su celda, Antonio Gramsci escribe en un cuaderno que las masas ya están fuera de las ideologías tradicionales, y que no creen en eso en lo que antes creían. Escribe también, Gramsci, que la crisis radica justamente en el hecho de que hay algo viejo que no termina de morir y algo nuevo que no termina de nacer.

-------------------------------
http://www.resumenlatinoamericano.org
De las rebeliones árabes al indefendible Gadafi



ESCRITO POR MODESTO EMILIO GUERRERO   
libia_protestas_contra_gaddafi.jpg
 Rebeliones en el mundo árabe y los interrogantes sobre Libia, su líder, el movimiento de protestas y la postura de injerencia estadounidense
Resumen Latinaomericano/Rebelion - Como muy pocas veces en la historia, estamos en presencia de un proceso de rebeliones sociales en el mundo árabe (Magreb y el norte de África), compuesto por trabajadores, estudiantes, mujeres, jóvenes desempleados y sectores profesionales de la clase media. Cada cual con sus organizaciones barriales, sindicales, culturales, políticas o gremiales. Esta es la base social de la rebelión.

Es una expresión política sorprendente del carácter estructural de la crisis del capitalismo global y su necesidad de que la paguen los de abajo de este mundo. Eso explica la unidad profunda, esencial, entre las causas de las rebeliones de Túnez, Egipto, Libia, Barein, Marruecos, Sudán, Irak, y las de los trabajadores y estudiantes de Grecia, Irlanda, Francia, Inglaterra, España, Portugal, Hungría, Polonia y en menor medida Alemania, con las de empledos y obreros de Wisconsin, Ohio y Columbus, en Estados Unidos. Son expresiones nacionales de un único proceso revolucionario internacional.

Esta unidad adquirió formas conscientes: "El levantamiento popular de Madison sucede inmediatamente después de los de Medio Oriente. Un estudiante universitario veterano de la guerra de Irak, llevaba un cartel que decía “Fui a Irak y ¿volví a mi casa en Egipto?”. Otro decía, “Walker: el Mubarak del Medio Oeste”. Del mismo modo, en Madison circuló una foto de un joven en una manifestación en El Cairo con un cartel que decía “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”, dice una periodista de izquierda estadounidense.

De algo similar solo existe memoria, según las regiones del mundo, en las revoluciones de 1848, 1917-1919, 1945-1948, 1958-1960, 1968-1973, 1979-1983 y 2001 a 2004. Con una diferencia. Cuenta con la participación de decenas de miles de explotados de Estados Unidos.


Lo único lamentable de este maravilloso proceso es que esta rebelión no tiene a su favor una asociación internacional de revolucionarios que le asegure una perspectiva anticapitalista basada en los organismos del poder popular. Eso abre el riesgo de que la potencia sea canalizada hacia resoluciones institucionales bajo control de otros sectores de la burguesía árabe, asociada a la UE y EEUU.

Como es inevitable en todo comienzo, no excluye a grupos de empresarios o rentistas afectados por algunas de las causas, económicas o políticas, que condujeron a la rebelión. Pero no nos engañemos: Estas rebeliones las definen los trabajadores y oprimidos con sus acciones y demandas. El aprendizaje de la vanguardia en Egipto y Túnez, demuestran que la revolución no se quiere detener en lo que quisieran los empresarios y la ONU.

Es una rebelión de carácter regional, porque regionales y globales son los problemas que enfrenta. Planes de austeridad, recortes de derechos sociales, sindicales y profesionales, nuevas expresiones de miseria, pactos de sus gobiernos con el FMI, el BM, la UE, EEUU y de formas directas con transnacionales como ENI, COMOCO, Exxon y otras, que han ocupado segmentos enteros de las economías de cada uno de estos países.

A falta de consenso, los gobiernos del Magreb y el norte de África acuden desde hace varios años a la represión y la persecución de la resistencia. Esto fue facilitado por el carácter de esos Estados: autoritarios, autárquicos, monárquicos, o directamente dictatoriales. La rebelión explota tarde porque la gente no tenía las libertades políticas necesarias, como en muchos de nuestros países. Hasta que dijeron basta.

Estas políticas se vienen aplicando en formas desiguales desde mediados de los años 90, según el país y el gobierno. El 21 de noviembre pasado, una voz del imperialismo despejó cualquier duda, a quien la tenga, sobre la justeza social de estas rebeliones. "El Director Gerente del FMI, el español Rodrigo de Rato, pidió integración económica de los países del Magreb". El objetivo es crear "Una mayor integración, un mercado de más de 75 millones de consumidores mejoraría la eficiencia económica, atraería más inversiones extranjeras y brindaría oportunidades comerciales dentro de la región beneficiosas para todos". Ya concimos este lenguaje en el Mercosur y la Comunidad Andina. Sus resultados fueron los mismos: más explotación y miseria y sus consecuentes rebeliones sociales.
Así fue como llegamos a la nueva realidad de América latina.

Eso no habría sido posible sin los tratados y pactos políticos-económicos firmados por Libia, Sudán, Marruecos, Argelia, Sudán y Egipto con la Unión Europea, Rusia, China y Estados Unidos desde 1992. Varios de esos Estados se convirtieron en socios estratégicos de empresas imperialistas europeas.

Como ocurrió en el resto de estos países norafricanos, la rica Libia tampoco se salvó de sus efectos desastrosos: Sigue importando el 75% de los alimentos, un consumo controlado por transnacionales europeas, el desempleo es del 30% al año 2011 y el analfabetismo creció hasta el 18%; uno de cada tres habitantes sobrevive en la pobreza crítica. Estos son apenas unos de los derivados de la presencia creciente del capital transnacional en la economía libia y de una disribución regresiva del ingreso petrolero en la economía y la población.
Como también era inevitable, el imperialismo intenta aprovechar las rebeliones a su favor porque está mejor preparado y más organizado. Hillary Clinton saluda al ex ministro de Justicia de Gadafi, Abdel Jalil, y EEUU promete ayuda al Consejo Nacional de Benghazi, donde se organiza la oposición al régimen.

Con su amoralidad de siempre, trata con prudencia los regímenes de Mubarak y Ben Alí, sus agentes directos, procurando transiciones en "orden" y en lo posible bajo su control. Pero demoniza y amenaza al régimen de Libia. La OTAN anuncia una intervención militar preventiva, la que denunciamos desde ahora y llamamos a combatirla con todas las fuerzas, si ocurre. Felizmente, el propio Consejo Nacional en Benghazi avisó a la OTAN de que no se atreva a pisar tierra Libia. "Los libios deben protegese a sí mismos y ser ellos quienes liberen al país", advirtió Gouga, un vocero del Consejo. Esto habla de que el imperialismo no tiene comida servida en Libia, aún dentro de sus candidatos a socios institucionales. El nacionalismo árabe tradicional parece estar presente en la memoria libia. Pero el peso de la movilización revolucionaria es decisivo para imponer estos límites hacia adentro y hacia afuera.

El trato diferenciado para Muamar Al Gadafi responde a la misma lógica imperial. Ejerce venganza contra Libia, como lo hará con Argelia, porque estos regímenes fueron independientes del imperialismo hasta determinado tiempo. En el caso libio desde 1969 hasta finales de la década de los 80, aunque Gadafi de vez en cuando lanza declaraciones incendiarias, como ahora, acusando a EEUU y a Al-Quaida de la rebelión.

Libia despeja la vieja ilusión de que el imperialismo perdonará a quien se arrodille ante él. A Gadafi no lo perdonan, ni siquiera en honor a los 13 pactos de adaptación firmados en 1995, 1999, 2002, 2004, 2006; el último es del 19 de junio de 2010. Tampoco su sociedad con el Egipto de Mubarak y las declaraciones del año 2004 a favor de "un Estado binacional de Palestina con Israel", llamado "Isratina", en su sagradoLibro Verde.

Al calor de esos pactos su gobierno decidió comenzar a adaptarse y mantener conductas pragmáticas, ambiguas y arriesgadas para la nación libia. Se hizo cada vez más dependiente del imperialismo europeo hasta 1999, y pactó con EEUU desde ese año. Una, expresión de ello fue la declaración de Gadafi, al año siguiente: "Clinton es un hombre de bien". En respuesta, "el gobierno estadounidense sacó en 2006 a Libia de la lista de países que apoyan el terrorismo", envió capitales petroleros y reabrió la embajada en 2008.

En septiembre de 2002, en su discurso con ocasión del trigésimo tercer aniversario de la Revolución, Gadafi notificó al mundo que su país renunciaba al "comportamiento revolucionario" y a las actuaciones de "Estado rebelde", y que en adelante iba a desenvolverse con arreglo al derecho internacional. "Tenemos que aceptar la legalidad internacional pese a estar falseada e impuesta por Estados Unidos; de lo contrario, nos van a aplastar".

Desde 1999, todos los gobiernos imperialistas europeos decidieron ofrendarle un trato honorable, lo recibieron, lo adularon, lo manosearon, lo condecoraron y firmaron pactos de todo tipo: de extradicción de "terroristas", de doble tributación con Inglaterra, de concesiones petroleras, de venta de armas, de control de la emigración africana, etc. El premio fue que el 11 de octubre de ese mismo año la UE levantó el embargo de armas a Libia. España, Italia, Inglaterra y Alemania son los principales vendedores de armamento de guerra a Libia. 150 empresas petroleras británicas se instalaron en Libia desde 2004. La mayoría de la infraestructura Libia ha sido construida por empresas internacionales de Francia, Italia, EEUU. Eso, que sería entendible al comienzo de un proceso de independencia, es absolutamente incomprensible a los 42 años. La pregunta se impone por su propio peso: ¿Qué es la economía libia después de cuatro década de acumulación de montañas de capital petrolero? ¿Dónde quedó el nacionalismo inicial?
Otro costo de alto calibre político, caro a 7 años de historia palestina, es el cambio de la relación con el Estado genocida de Israel. Desde el año 2004, el gobierno libio negocia discretamente con Tel Aviv, a través del llamado Diálogo Euromediterráneo de Bruselas, a partir de la "Cumbre de Sirte", una pequeña ciudad de Libia.

La regresión de Libia y Gadafi es más grave si recordamos un hecho. Desde el año 2003, el mismo año que EEUU invadía Irak, el Estado Libio se hizo socio estratégico de empresas y Estados imperialistas de la Unión Europea. Gadafi creó el fondo de inversión Libian Investmen Autority, y con 65.000 millones de dólares participa del 1% del capital de la gigantesca petrolera imperialista ENI, del 3% del grupo económico Pearsons, editor del diario imperialista Financial Times. Es el principal accionista de Unicredit, el banco más grande de Italia. Esto se repite con empresas de Alemania y Francia. Esto es tan conocido como el sol de todos los días. Ninguna adulación es gratuita en lo que la burguesía entiende por política .

Esto es parte del costo. El resto lo estamos viendo en forma de guerra civil.

Un problema llamado Gadafi

Sin duda el caso libio se hace más complejo porque se trata de un regimen y un líder que resistieron al imperialismo. Libia se hizo Estado-nación independiente con Gadafi desde 1969. Eso explica el trato diferenciado que le da el imperialismo. Cualqueir análisis o política sobre Libia debe partir de esa historia, reconociendo el valor de Gadafi en su resistencia al imperialismo. Pero si nos quedamos ahí comenzamos a mentirnos a nosotros mismos. Porque las cosas cambian, para bien o para mal, pero cambian. Y Gadafi ya no es Gadafi.

Lo esencial en Libia es la rebelión contra él, tan legítima como las del resto del norte de África, aunque al frente no haya todavía una dirección política revolucionaria.

La complejidad nace de que Gadafi se ha convertido en indefendible. Antes era contradictorio, ambivalente, desde hace años es otra cosa. Su brutal represión y sus respuestas políticas reaccionarias a las protestas han sido más despiadadas que las del propio Mubarak o Ben Alí. Su régimen es autárquico y nepótico, con él en el centro como si fuera el jefe de una dinastía. Gadafi y su desgastado movimiento panarabista y "socialista", la Jamahiriya, perdieron todo progresisimo, porque se enfrenta a las masas rebeladas como lo hicieron sus socios reaccionarios del Magreb.

Al revés de la cuestión egipcia o tunecina, donde Mubarak y Ben Alí eran agentes directos del imperialismo, con Gadafi hay que conocer y reconocer el cambio con respecto a lo que era. A partir de reconocer ese cambio, nada debe impedir asumir una actitud política distinta.

Gadafi se volverá defendible, solo temporalmente, en el caso de que la OTAN lo ataque, como advierte elThe Washington Post este domingo 27. Y será a condición de que él llame al pueblo libio, comenzado por el Consejo Nacional de Benghazi, a tomar las armas para defender la nación libia. Eso no es fácil. Están en una guerra civil. Pero es una obligación hacerlo en caso de que la OTAN se atreva. Lo que es improbable en el actual balance fuerzas. Primero, porque la OTAN tiene dificultades políticas internas para hacerlo. No creo que los sindicatos que están luchando se queden quietos. Segundo porque Trípoli compra armas desde 2003. El año pasado, 2010, Libia pagó a la UE-España, 7.875.975 euros por aeronaves y equipos de formación de imagen, y 6,9 millones de euros más para otras categorías. Tercero, porque las masas libiia rechazarían cualquier presencia militar imperialista.

Es un fatal error político silenciar lo que hace su régimen despótico, asociado al imperialismo europeo, por el solo hecho de que la OTAN amenace o la ONU lo suspenda de la Comisión de Derechos Humanos.

Una posición correcta sobre Libia debe comenzar por reconocer la rebelión social como justa. Denunciar su represión, o no defenderla. Advertir y denunciar las pretensiones del imperialismo, las militares y las otras: controlar al Consejo Nacional de Benghazi. Por último, una posición correcta sobre la revolución Libia debe tener como objetivo superar el actual estado de cosas con un gobierno sostenido en el poder armado de los pobladores de Benghazi, Tobruk, Al Baida, Ajdabiya y los barrios del oeste de Trípoli. Allí han surgido comités de ciudadanos, muchos armados, que garantizan la seguridad, la repartición de víveres, el orden del tránsito, el control de la delincuencia y la salud. Basta verlos actuando en las imágenes de Telesur sobre esas ciudades rebeldes, para entender que ahí yace el núcleo para resolver la crisis libia hacia el lado correcto. Superando lo que existe hoy como réginen nepótico, e impidiendo otro régimen asociado al imperialismo, de la mano del Consejo Nacional de Benghazi.

Podemos defender la nación libia, incluso con Gadafi, si los atacan. Pero lo que hace Gadafi desde 1992 no es defendible. El resultado es la actual rebelión.

NOTA: Las fuentes informativas y las citas usadas en este escrito son independientes de las agencias de la burguesía internacional, parte de ellas son del mundo árabe:  Thawra.com. AFROL News. ARABAWI.com. DemocracyNow. Periodismohumano.com. www.plataformasahara.com. Rebelión.com. CADTM (Comité Abolición Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org). Le Monde Diplomatic. Página 12. Aporrea.org y RT.com en español.
--------------------------------
Del autor del blog: dice el texto al inicio: "Esta unidad adquirió formas conscientes: "El levantamiento popular de Madison sucede inmediatamente después de los de Medio Oriente. Un estudiante universitario veterano de la guerra de Irak, llevaba un cartel que decía “Fui a Irak y ¿volví a mi casa en Egipto?”. Otro decía, “Walker: el Mubarak del Medio Oeste”. Del mismo modo, en Madison circuló una foto de un joven en una manifestación en El Cairo con un cartel que decía “Egipto apoya a los trabajadores de Wisconsin: el mismo mundo, el mismo dolor”, dice una periodista de izquierda estadounidense."
En Argentina, desde Hersilia podríamos decir también: somos parte de ese mismo mundo por más que ahora se pretenda que somos otra cosa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Criticidad, honestidad intelectual y de todas las especies, creatividad, denuncia y anuncio...

Los más leídos

Novelas, cuentos y relatos

Fernando Albrecht: todos sus libros en una web

Libros de Fernando Albrecht  Óleo - Griselda Abdala- Buenos Aires   Encontrarás aquí las novelas, cuentos, relatos y crónicas ...