LOS ECONOMISTAS TAMBIÉN SE INDIGNAN
Jueves, 10/03/11
Cuatro académicos franceses triunfan con un manifiesto que propone soluciones alternativas a la crisis económica
Tras la indignación, llegan las propuestas. Stéphane Hessel, el anciano que ha conseguido incendiar el mercado literario francés con ¡Indignaos! dijo que aspiraba a que su popular folleto lograra incitar al lector a "apoderarse de nuevo de su destino", ideando alternativas a las hojas de ruta trazadas por sus gobernantes.
Las primeras soluciones llegan de la mano de cuatro prestigiosos académicos franceses, surgidos de horizontes teóricos distintos pero con una voluntad en común: demostrar que, en lo que a política económica se refiere, otro mundo sigue siendo posible. La imaginación al poder contra la fatalidad neoliberal.
Más que indignados, los economistas se dicen despavoridos por las soluciones que los gobiernos europeos han encontrado hasta el momento. "La crisis no ha debilitado la dominación de los esquemas de pensamiento que orientan las políticas económicas desde hace 30 años", constatan en su Manifiesto de economistas aterrados, que ahora publica en España la editorial Barataria.
Durante el otoño pasado, colgaron este manifiesto en internet. En pocas semanas, lo firmaron más de 3.000 personas, principalmente surgidas del mundo universitario, que se sumaron a los cuatro autores, Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdyniak. El interés sin precedentes por un texto apto para todos los públicos, pero de perfil técnico y especializado "a su lado, Stéphane Hessel tiene un aire poético", dijo con sorna Libération les incitó a publicar este diagnóstico trufado de propuestas y distribuirlo en las librerías de todo el país a un precio reducido, siguiendo una estrategia similar a la de su ilustre predecesor.
En 50 páginas, los economistas aterrados recorren diez "falsas evidencias" derivadas de las soluciones del neoliberalismo, que los autores definen como una doctrina política y no económica, siempre "al servicio de los intereses privados". "Los gobiernos europeos, ya sea por ceguera o por cinismo, se apresuran a llevar al extremo las medidas neoliberales antes de que los ciudadanos se acaben de convencer de su absoluto fracaso y decidan rebelarse contra ellas", opina Philippe Askenazy.
Oponiéndose a múltiples ideas recibidas, el manifiesto denuncia que los mercados financieros no se autorregulan, como nos han hecho creer los valedores del dogma neoliberal. Para los autores, el mercado tampoco es siempre favorable al crecimiento económico, ni actúa como un buen juez respecto a la solvencia de los estados, por mucho que así lo apunten las agencias de calificación. Entre las soluciones, proponen regular de forma rígida los mercados y las actividades de sus actores, proscribir la especulación para evitar las burbujas y los cracks, así como crear una agencia pública de crédito y moderar la remuneración de los traders.
El insistente estribillo sobre la restricción del gasto público como único salvavidas para Estados al borde de la bancarrota tampoco convence a los autores: las prestaciones sociales se ven gravemente amputadas, mientras el paro y la precariedad se instalan en el horizonte. Como soluciones alternativas, citan el mantenimiento de la cobertura social a través de un modelo fiscal altamente redistributivo, con la creación de nuevos impuestos para las grandes fortunas.
"Los gobiernos dicen no tener margen de maniobra y señalan indirectamente a las instituciones internacionales como responsables de los planes de recorte", analiza Askenazy. "Lo que se nos esconde es que no todas las organizaciones dictan lo mismo. La OIT, por ejemplo, hace un análisis opuesto al de la OCDE. El problema es que no tiene ningún poder". Precisamente, el manifiesto pone en tela de juicio el papel de la UE y pide esfuerzos en dirección al federalismo. "Europa se arriesga a volver a la situación de los años sesenta, con un par de países motores y una mayoría de estados subdesarrollados, entre ellos España", opina el autor.
La duda del lector escéptico o conformista es que, con planes de ahorro en vigor en media Europa, puede que sea tarde para rebelarse. "Nunca lo es. El pueblo decidirá en las urnas", responde Askenazy. ¿Y en los países donde ni la derecha ni la izquierda quieran presentar alternativas al neoliberalismo? "Nuestro objetivo es demostrar que esta no es la única solución legítima y hacer presión para que algún partido se atreva a tomar otro camino", apunta Askenazy, con las presidenciales francesas del año próximo a la vista, en las que aspira a convencer al Partido Socialista. En España, reconoce, será "un poco más difícil".
FUENTE:
Público------------------------------------------
06-03-2011 |
Grecia
Iniciativa ciudadana: el movimiento 'Yo no pago' se
hace fuerte
elEconomista.es
Lo que empezó como una iniciativa popular se está convirtiendo en un movimiento de desobediencia civil en toda regla que ya preocupa al Gobierno. Los griegos que optan por no pagar el transporte público o las autopistas son cada vez más y las arcas estatales se empiezan a resentir.
Bajo el lema 'Den Pliróno' (Yo no pago) se agrupan ciudadanos de todo tipo con un objetivo común: "No pagamos la crisis de otros". Este movimiento ha decidido no rascarse el bolsillo por el transporte público, ni por los peajes de las carreteras. Los activistas de este movimiento viajan sin billete, taponan las máquinas expendedoras o levantan las barreras de los peajes. Publican fotos en su web y animan a seguir su ejemplo.
Y lo cierto es que está cundiendo. Una encuesta elaborada por MRB y publicada este domingo por un medio local señala que más del 56% de los griegos aprueba esta forma de protesta, frente al 39% que no la apoya.
Iniciativa contagiosa El número de pasajeros que opta por viajar gratis ha aumentado hasta rozar el 40% en los autobuses y hasta un 15% en el resto de los medios de transporte, según estimaciones oficiales recogidas por Efe. Y las empresas concesionarias estiman que entre un 15% y un 18% de los conductores no pagan los peajes, frente al 6% que lo hacía hace menos de un año. "Hablamos de unos 8.000 usuarios al día", afirman desde Nea Odos, una compañía que opera una de las autovía en el país.
El encarecimiento de las tarifas en el transporte urbano, que oscilan entre el 28% y el 80%, y también en los peajes ha elevado el tono de las acciones, que se han culminaron el pasado 1 de marzo en una manifestación que llegó a las puertas del Parlamento. "¿Pagar 1,40 euros por un billete? Es una subida del 40% cuando todo lo demás baja: sueldos, pensiones, ayudas", indica a Reuters Maro Fassea, un consultor de TI de 48 años de edad.
Desde que Grecia puso en marcha las medidas de austeridad para recortar el déficit y cumplir con las exigencias de Bruselas y el FMI, los empleados públicos y los jubilados han visto rebajados su salarios y pensiones. Además, impuestos como el IVA se han elevado al tiempo que sufren también el repunte de la inflación. La consecuencia es, según indican algunos economistas, una pérdida de hasta el 25% de su poder adquisitivo.
La consecuencia es que son ya miles las personas que piden que sea "la plutocracia" la que pague la factura de la crisis y exigen que se luche contra la evasión fiscal para tapar agujeros en el presupuesto estatal.
Los riesgosEsto es así a pesar de pese a los esfuerzos del Gobierno heleno por frenar los actos de rebeldía ciudadana endureciendo las multas y criticando con dureza a sus instigadores. "No es un movimiento, son unos aprovechados", aseguraba recientemente el portavoz del Gobierno, Yorgos Petalotís.
Por su parte, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ha advertido del creciente riesgo de que este movimiento afecte no sólo a los presupuestos del Estado, sino también a futuras inversiones comprometidas por las empresas. "Si los contratos fallan, lo que es una posibilidad, la credibilidad del país se verá dañada", afirmó en el Congreso.
El pasado mes de noviembre, Papandreu anunciaba que habían logrado retrasar hasta 2021 la devolución de las ayudas a la UE, que ascienden a unos 110.000 millones de euros.
El movimiento 'No pago' de Grecia es una más de las muchas iniciativas ciudadanas que están surgiendo en los países más afectados por la crisis. En España, por ejemplo, la Red está sirviendo de base a Juventud en Acción, Anonymous o Nolesvotes.com para organizarse y difundir sus protestas contra la gestión del Gobierno o los bancos, por ejemplo.
Fuente: http://www.eleconomista.es/economia/noticias/2874528/03/11/4/Iniciativa-
ciudadana-el-movimiento-Yo-no-pago-se-hace-fuerte-en-Grecia.html
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Bajo el lema 'Den Pliróno' (Yo no pago) se agrupan ciudadanos de todo tipo con un objetivo común: "No pagamos la crisis de otros". Este movimiento ha decidido no rascarse el bolsillo por el transporte público, ni por los peajes de las carreteras. Los activistas de este movimiento viajan sin billete, taponan las máquinas expendedoras o levantan las barreras de los peajes. Publican fotos en su web y animan a seguir su ejemplo.
Y lo cierto es que está cundiendo. Una encuesta elaborada por MRB y publicada este domingo por un medio local señala que más del 56% de los griegos aprueba esta forma de protesta, frente al 39% que no la apoya.
Iniciativa contagiosa El número de pasajeros que opta por viajar gratis ha aumentado hasta rozar el 40% en los autobuses y hasta un 15% en el resto de los medios de transporte, según estimaciones oficiales recogidas por Efe. Y las empresas concesionarias estiman que entre un 15% y un 18% de los conductores no pagan los peajes, frente al 6% que lo hacía hace menos de un año. "Hablamos de unos 8.000 usuarios al día", afirman desde Nea Odos, una compañía que opera una de las autovía en el país.
El encarecimiento de las tarifas en el transporte urbano, que oscilan entre el 28% y el 80%, y también en los peajes ha elevado el tono de las acciones, que se han culminaron el pasado 1 de marzo en una manifestación que llegó a las puertas del Parlamento. "¿Pagar 1,40 euros por un billete? Es una subida del 40% cuando todo lo demás baja: sueldos, pensiones, ayudas", indica a Reuters Maro Fassea, un consultor de TI de 48 años de edad.
Desde que Grecia puso en marcha las medidas de austeridad para recortar el déficit y cumplir con las exigencias de Bruselas y el FMI, los empleados públicos y los jubilados han visto rebajados su salarios y pensiones. Además, impuestos como el IVA se han elevado al tiempo que sufren también el repunte de la inflación. La consecuencia es, según indican algunos economistas, una pérdida de hasta el 25% de su poder adquisitivo.
La consecuencia es que son ya miles las personas que piden que sea "la plutocracia" la que pague la factura de la crisis y exigen que se luche contra la evasión fiscal para tapar agujeros en el presupuesto estatal.
Los riesgosEsto es así a pesar de pese a los esfuerzos del Gobierno heleno por frenar los actos de rebeldía ciudadana endureciendo las multas y criticando con dureza a sus instigadores. "No es un movimiento, son unos aprovechados", aseguraba recientemente el portavoz del Gobierno, Yorgos Petalotís.
Por su parte, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ha advertido del creciente riesgo de que este movimiento afecte no sólo a los presupuestos del Estado, sino también a futuras inversiones comprometidas por las empresas. "Si los contratos fallan, lo que es una posibilidad, la credibilidad del país se verá dañada", afirmó en el Congreso.
El pasado mes de noviembre, Papandreu anunciaba que habían logrado retrasar hasta 2021 la devolución de las ayudas a la UE, que ascienden a unos 110.000 millones de euros.
El movimiento 'No pago' de Grecia es una más de las muchas iniciativas ciudadanas que están surgiendo en los países más afectados por la crisis. En España, por ejemplo, la Red está sirviendo de base a Juventud en Acción, Anonymous o Nolesvotes.com para organizarse y difundir sus protestas contra la gestión del Gobierno o los bancos, por ejemplo.
Fuente: http://www.eleconomista.es/economia/noticias/2874528/03/11/4/Iniciativa-
ciudadana-el-movimiento-Yo-no-pago-se-hace-fuerte-en-Grecia.html
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05-03-2011 |
Los proyectos que ponen la economía al servicio del
ser humano no deben ser abandonados al libre
mercado
El Comercio Justo se presenta como una alternativa loable al comercio internacional actualmente establecido.
El blindaje informativo de las grandes corporaciones, en lo que a su actividad productiva se refiere, comienza a tambalearse ante la evolución de un nuevo modelo más trasparente de hacer las cosas. Respeto al medio ambiente, actividad productiva sin atropellos a los derechos de los trabajadores, información sobre la procedencia de los bienes y remuneración real de los procesos productivos que tratan de evitar un exceso de intermediarios son algunos de los objetivos de esta alternativa.
Sin embargo, no creo que pensar en este modelo como la panacea de desarrollo para los países del Tercer Mundo sea lo más acertado. Sin duda, iniciativas de este tipo facilitan el desarrollo de los sistemas productivos nacionales, ofreciendo oportunidades para los trabajadores de esos países. El principal problema que veo gira en torno al tipo de productos a los que se dirigen estas iniciativas: algodón, café, plátanos, té... Son productos que tienen una gran repercusión e importancia en el mercado internacional actual, por lo que deberíamos cuestionarnos si realmente estas iniciativas terminan con la dependencia externa de esos países. ¿Por qué no orientar este tipo de iniciativas a productos que mejoren el autoabastecimiento de esas mismas comunidades, para no verse obligadas a depender de la importación de bienes extranjeros?
Estas iniciativas les remuneran justamente su trabajo, pero los mercados locales siguen regulados y fuertemente limitados por las reglas internacionales. El modelo productivo que propone el Comercio Justo debería establecer unas bases extensibles al resto de la economía nacional y no limitarse a las relaciones con el exterior. Los mayores avances que se están consiguiendo tienen que ver con los derechos de los trabajadores, sobre todo porque algunos gobiernos están percibiendo los beneficios sociales y económicos que suponen estas alternativas en pro de una mayor estabilidad.
El modelo económico y comercial actual obliga a los países del Tercer Mundo a competir entre sí para atraer los capitales extranjeros. Esta situación deriva en una devaluación de los estándares sociales en los países en desarrollo y produce que la situación de la población sea peor que la de hace 50 años. Si los modelos del Comercio Justo adquieren fuerza, aunque sea gracias a exenciones fiscales e imposición de parámetros y requisitos, los gobiernos se verán obligados a reformar su legislación para obtener participar de los beneficios. Pero las iniciativas privadas de asociaciones y ONG deben ir acompañadas de acciones gubernamentales que faciliten los cambios.
La Tasa Tobin, una medida propuesta por el economista James Tobin, en 1971, para imponer tasas a las transacciones financieras supondría un gran ataque al liberalismo y a la libertad de movimiento de capitales, pero pondría freno a un sistema que cada vez se acelera más hacia la debacle. Medidas como esta, unidas a las iniciativas comerciales comentadas, dejarían de compensar más al capital que a la mano de obra, que ahora es considerada como una materia prima más del proceso productivo.
Este concepto quizá sea difícil de comprender, pero las cooperativas formadas en torno al Comercio Justo quizá respondan mejor a esta cuestión. En este modelo productivo la plusvalía no es arrebatada por unos pocos, sino que los beneficios repercuten en los propios trabajadores. Por tanto, los trabajadores son dueños de su propia producción, del mismo modo que cargan con los costes medioambientales, sociales, materiales, etc. del proceso. Actualmente no es así, ya que las grandes empresas, sobre todo multinacionales, externalizan los costes para tratar de ganar el máximo dinero posible en el proceso de llegada al consumidor. Externalizan el coste medioambiental contaminando otros países, el coste humano aprovechándose de la devaluación de los estándares sociales ya comentados, los de recursos alimentando guerras o regímenes autoritarios y haciendo presión (a través de lobbys) para que los gobiernos occidentales favorezcan sus intereses a través de políticas determinadas...
La expansión del modelo cooperativista nos permitiría cambiar la situación económica actual, donde se socializan los costes y se individualizan los beneficios, avanzando hacia otra en la que ambos campos participasen de la equidad y la justicia de reparto. Pienso que la clave está en hacer democratizar la economía. El Estado, que representa a la ciudadanía, debería jugar un papel clave en los sistemas de control. El libre mercado, con sus numerosos fracasos y atropellos, ha puesto de manifiesto que las decisiones individuales no pueden crear un modelo de desarrollo equitativo. Es cierto que existen foros en los que, empresas y gobiernos, discuten los modelos económicos de crecimiento y desarrollo (el Diálogo Empresaria de Ginebra, el Diálogo Empresarial Trasatlántico, el foro económico anual de Davos, etc.), pero en ellas no suelen estar presentes las voces alternativas que provienen de movimientos como el Foro Social Mundial, cuyos planteamientos podrían hacer temblar el sistema. Afortunadamente, el apoyo de la opinión pública a estos grupos está permitiendo que adquieran, poco a poco, cada vez más fuerza.
El consumidor es otro de los elementos básicos del modelo económico y productivo. Actualmente, el modelo de consumo encierra a las personas en un bucle circular: el sistema crea necesidades que deben ser satisfechas, lo cual les obliga a trabajar cada vez más. El bucle se sustenta en la idea preconcebida de que, cuanto más se tiene, mejor. Esta situación lleva al consumidor a buscar lo bueno, bonito y barato, lo cual alimenta el sistema injusto actualmente establecido. Las cosas no cambiarán si el consumidor no demanda un nuevo tipo de sistema, ya que el tipo de consumo determina el proceso productivo. Si el consumidor quiere cosas buenas, bonitas y baratas, las empresas buscarán ofrecerles eso. Si por el contrario reclaman justicia y equidad, las empresas deberán adaptarse a ese tipo de demandas si quieren sobrevivir en el mercado.
La conciencia colectiva debe comenzar en cada consumidor. Por otro lado, la política de sellos acreditativos creo que puede ser un buen comienzo hacia el reconocimiento de las buenas prácticas, pero debe tender a desaparecer. Estamos acostumbrados a enaltecer las buenas obras de manera desmesurada, cuando creo que lo realmente útil sería sancionar de manera ejemplar las malas prácticas. El problema es que estas medidas requieren de políticas intervencionistas, por parte del Estado (de la sociedad, en definitiva), que chocan directamente con la libertad de mercado actual. Todos los procesos productivos deberían llegar a una situación en el que el sello sirviera para todo lo contrario, para identificar las malas prácticas.
En definitiva, podemos decir que las iniciativas de Comercio Justo no pueden desarrollar solas un nuevo modelo económico más justo y equilibrado. El mayor peligro de los grandes proyectos alternativos radica en su abandono al contexto dominante. Muchas ONG permiten (queriendo o no) esta política, pues una vez terminado el proceso creación de las cooperativas dejan que ellas mismas penetren en el juego económico global. Es necesario un seguimiento para asegurar su eficacia. La alternativa cambia de forma pero la búsqueda de mayores beneficios, lo cual no se les puede negar, les lleva a hacer negocios con las grandes multinacionales. Los productores mejoran su situación económica y las multinacionales se benefician de los valores y la imagen implícitos. De todas formas, creo que los próximos años serán clave para comprobar si la Responsabilidad Social Corporativa de las multinacionales, que debería ser obligatoria y no una elección, sigue la misma dinámica o verdaderamente se implica por el cambio.
El mundo se ha convertido en un gran negocio, en el que las personas se han convertido en un producto más.
El curso de las cosas debe cambiar para que la economía sirva al desarrollo humano, dejando atrás este sistema en el que las personas sirven a la economía.
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