domingo, 5 de junio de 2011

Pepinos, cerdos y enfermedades


09-06-2011
¿Qué hay detrás del "pepinazo"?
He escrito a mi amigo y profesor del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Máximo Sandín, preguntándole por el “pepinazo” y las circunstancias que rodean a la bacteria E. coli. Sandín es un honesto biólogo y por eso me comenta que las bacterias también son nuestras amigas, afortunadamente para nosotros los seres humanos:
“Como sabréis son fundamentales (entre muchos otros sitios) en el intestino (y en todo el digestivo) y todas están en equilibrio en condiciones normales y tienen su función. Concretamente la E. coli ayuda a la digestión rompiendo moléculas complejas y fabrica vitaminas de los grupos K y B. Lo que no sé si sabréis es que estos ecosistemas bacterianos están controlados por los virus (fagos) que siempre acompañan a las bacterias y son, junto con los plásmidos (de origen viral), los que hacen posible el intercambio de genes entre las bacterias. En la piel existen “ecosistemas bacterianos”. Las bacterias no son patógenas en sí, sino que se “vuelven malas” (se defienden) como consecuencia de algún tipo de agresión o desequilibrio ambiental, de su entorno natural, mediante el intercambio de genes con otras bacterias y este es el mecanismo por el que se transfieren “genes de resistencia a los antibióticos”, otro concepto que habría que revisar.
La información confusa circula en la prensa y también la confusión de algunos microbiólogos que siguen con una idea fija: “algunas bacterias son inocuas”, cuando la realidad es que algunas se convierten (o las convertimos) en patógenas. “He podido rescatar el dato de que la bacteria en cuestión es recombinante de Shigella (otra bacteria del intestino que normalmente está en equilibrio con las demás y posiblemente tenga una función importante, porque cuando se maligniza tiene consecuencias catastróficas -comenta Sandín. Parece un dato sólido por la forma de adherirse a las paredes del intestino y por la patología que produce la Sighella “malignizada”. Este tipo de recombinación sólo puede producirse como consecuencia de alguna agresión ambiental notable, de las que producen muchas actividades encaminadas a luchar contra todo bicho viviente (las bacterias recombinantes también se pueden producir en laboratorios pero me parece una posibilidad demasiado siniestra). Y efectivamente, parece que esa ha sido la causa. Os ruego que leáis con atención el resumen que os adjunto.

En efecto, un párrafo llama la atención de dicho artículo científico publicado ya en 1972 en American Journal of Clinical Nutrition:
The continuous administration of streptomycin eliminated Bacteroides from the ceca, reduced the E. coli population and caused Shigella to reappear at high population levels. An apparent E. coli-Shigella recombinant appeared in vivo that possessed some biochemical characteristics of E. coli but serologically was characterized as Shigella“.
Es decir, la contínua administración de un antibiótico como la estreptomicina eleva la población de la E. coli Shigella y recuerden que la E. coli que se ha encontrado en Alemania lleva trazas de Shigella. Podríamos estar asistiendo a lo que durante los últimos lustros se ha documentado, que el abuso de antibióticos pueden provocar nuevas bacterias incontrolables.
En resumen, según Sandín “lo que había que buscar es por qué se produjo la bacteria recombinante. No ha sido por una ‘mutación’ y menos al azar. Quizás no haya que buscar en frigoríficos, sino en botiquines”.
También he querido preguntar a Teresa Forcades, la monja y Doctora en Medicina que nos impresionó con sus informaciones sobre la Gripe A y los intereses que había tras la inexistente pandemia:
“Desde el punto de vista epidemiológico, es prácticamente imposible que aparezca una infección por una bacteria mutante de este tipo en diversos lugares al mismo tiempo”.
De nuevo hay que recordar que somos lo que comemos y lo que nos medicamos y que cada vez es más evidente, si cabe, que la alimentación industrial y la utiliación en cantidades industriales de medicamentos como los antibióticos, producen impactos ecológicos internos que podemos lamentar.


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www.jornada.unam.mx
Silvia Ribeiro*

E
l surgimiento de una nueva cepa letal de la bacteriaEscherichia coli (E. coli) en los alimentos en Europa pone de manifiesto, nuevamente, el desastre sanitario en que nos ha metido el sistema alimentario agroindustrial. Lo tratan comoaccidente, pero en realidad es algo cada vez más frecuente, porque es una consecuencia sistémica. Era lo esperable, al igual que el surgimiento de la gripe porcina y la gripe aviar.
Las autoridades sanitarias del gobierno alemán, donde primero se identificó el brote, acusaron como causantes de contaminación a lospepinos orgánicos españoles. Lo tuvieron que rectificar porque era falso, pero ya habían causando grandes pérdidas. Acusan también a tomates y lechugas, se especula con leche, carnes y agua embotellada. Según el Instituto Robert Koch de Alemania, se trata de una cepa desconocida, producto de recombinación de otras, que dio la nueva E. coli enterohemorrágica O104:H4. Al principio sospechaban de la E.coliO157:H7, la que se encontró en carne molida de grandes empresas como Cargill y que en 2008 motivó el retiro de 64 millones de toneladas de carne de Estados Unidos y miles de afectados.
En este caso dicen no saber de dónde salió ni cuánto va a durar, pero se ha extendido a varios países europeos y ha causado 18 muertes y más de 2000 internaciones que pueden tener consecuencias graves. Se podría agregar una larga lista de accidentes graves del sistema alimentario industrial (carnes contaminadas, melamina, dioxinas, aditivos y envases de plástico tóxicos, adulteraciones). Lo cierto es que gracias a la industria agroalimentaria controlada por una veintena de trasnacionales globales, la comida pasó de ser necesidad, placer y cultura, a convertirse en una permanente amenaza a la salud.
En el caso de las bacterias E.coli, de las que hay muchas diferentes cepas, éstas son usadas y manipuladas en forma intensiva y masiva por la industria, por lo que están favoreciendo todo el tiempo la creación de nuevas cepas. Por ejemplo, son un elemento importante en la construcción de transgénicos (agro-alimentarios, farmacéuticos y veterinarios), son el vector de fermentación de la biología sintética (manipulando con genes artificiales bacterias E. coli y levaduras, por que son rápidas y fáciles de usar), son el vector para fabricar hormonas transgénicas (hormona de crecimiento bovino) para que las vacas produzcan absurdas cantidades de leche que las enferman y nos enferman. En la mayoría de los casos, para probar si la transgenia fue exitosa, les aplican antibióticos, por lo que además de la transferencia horizontal de material genético entre diferentes bacterias (que de por sí promueven los transgénicos), aumentan también la resistencia a antibióticos.
Como las E.coli están presentes en todas partes pero aumentan con ciertas condiciones (almacenamiento, transporte, temperaturas, etc) , en las grandes instalaciones se las combate con bactericidas lo cual promueve aún más mutación y resistencia. 
La presencia de bacterias y virus, normales o por falta de higiene y otras condiciones, puede suceder tanto en pequeñas producciones locales, como en grandes. Pero en las pequeñas y descentralizadas, sea desde la cría animal a los cultivos, intercambio y procesamiento de alimentos, mercados locales, queda focalizada o diluida entre muchas otras fuentes de diversidad animal y vegetal.
Es justamente el carácter masivo y uniforme de los cultivos y animales que los hace más vulnerables, al tiempo que los ataques continuos con químicos que todo el tiempo crean más resistencia, agregado a largos transportes y diversos empaques que exigen los grandes supermercados, lo que converge para crear las cepas más peligrosas. Ya en la espiral destructiva, para controlar todo esta debacle de enfermedad que crean –las que se destapan y las muchas sobre las que no toman estadísticas– aplican más químicos como conservadores, aplican irradiaciación de alimentos y empaques con nanotecnología para que los alimentos parezcan frescos; aunque sean nocivos.
Igual que con la gripe porcina, no es verdad que las autoridades no sepan de dónde salió la nueva cepa. Incluso, desde ya, les podemos decir de dónde vendrán muchas de las próximas bacterias y virus patógenos.
El verdadero origen del desastre es que el sistema agroalimentario haya sido secuestrado por las trasnacionales y que para que ganen más, nuestra comida sea transgénica, nos haga obesos, tenga menos nutrientes y esté llena de venenos, sean químicos o nanotecnológicos. Tan brutal ha sido el secuestro en los mercados, que en lugar de tener que advertir los que tienen tóxicos, se etiqueta –con alto costo para productor y consumidor– los productos orgánicos, los que no tienen tóxicos. Y de pasada, afirman que son el origen de cepas patógenas.
Consecuentemente, el control de lainocuidad alimentaria se ha transformado en una máquina comercial que lejos de favorecer la salud pública y prevenir enfermedades, es un sistema selectivo de privilegios para las grandes empresas, para desplazar e impedir la producción y consumo de productos campesinos, de pequeños productores y de muchos países del Sur. (Recomiendo ver informe de Grain, Food safety for whom: corporate wealth vs. peoples’s health www.grain.org)
Pese a todo eso, 70 por ciento del planeta aún se alimenta de la producción campesina, comunitaria, familiar. Por la salud de todos y la del planeta, es lo que tenemos que rescatar y apoyar, contra la voracidad homicida de las trasnacionales.
*Investigadora del Grupo ETC

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