miércoles, 29 de agosto de 2012

Alimentos y avaricia


28-08-2012
La FAO pide al G-20 tomar medidas por los elevados precios de los alimentos

Reuters

Los países del G-20 deben acordar acciones coordinadas para aliviar los temores por los precios de los alimentos, debido a que ellos cuentan con la mayor parte de los cultivos sobre los que hay preocupación, dijo el lunes la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés).
El director general de la agencia de las Naciones Unidas, Jose Graziano Da Silva, dijo que no podría calificar el actual avance de los precios de los alimentos como una crisis, pero podría alcanzar ese nivel si las cosechas en el hemisferio sur fueran decepcionantes.

"Necesitamos acciones coordinadas y creemos que el G-20 es lo suficientemente responsable para esta acción", dijo da Silva a periodistas durante una conferencia sobre agua en la capital sueca.
El funcionario dijo luego a Reuters que la coordinación debería contemplar que los países no prohíban unilateralmente la exportación de granos y debe alentar la sustitución de los alimentos, por ejemplo, el consumo de frijol en América Latina y de yuca en África.
Da Silva resaltó que entre un 85 y un 95 por ciento de los cultivos que han sido afectados por un alza en los precios, como el trigo y el maíz, eran producidos por los países del G-20.
Resaltó que incluso si los precios del trigo subieran un 10 a 20 por ciento no debería significar que el valor del pan crezca en la misma proporción.
Miembros de los países del G-20 abordarán el incremento de los precios de los alimentos y cómo combatir su volatilidad esta semana, pero tomarían alguna decisión sólo después de conocer un reporte sobre el suministro de granos, que se difundirá a mediados de septiembre.
Da Silva resaltó que los actuales precios de los alimentos no era tan serios como en el 2007/2008, cuando se produjeron violentas protestas en países como Egipto, Camerún y Haití.
"No hay crisis", dijo a Reuters. "Este tipo de compras por pánico es lo que necesitamos evitar por el momento", agregó.
El tercer incremento de precios en cuatro años se produce después de una aguda sequía en Estados Unidos y pobre cosechas en Rusia y el Mar Negro.
Da Silva y otros expertos en la conferencia dijeron que también hay un enorme desperdicio de alimentos en el mundo, un problema que necesita resolverse para un mejor aprovechamiento de los recursos.
"Más de la mitad de los alimentos que producimos nunca se comen", declaró Torgny Holmgren, director ejecutivo del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo.
Un cuarto del agua usada en todo el mundo se utiliza para producir más de mil millones de toneladas de comida que nadie come, señaló.
Da Silva dijo en la conferencia que un tercio de la producción total de alimentos se perdía y que eso era consecuencia de un mal almacenamiento en países en desarrollo o de un desperdicio en países ricos.
También indicó que la seguridad del agua era un factor vital para la seguridad de los alimentos y que la comida tenía que ser producida de una manera en que conserve el agua, utilizada de modo más sustentable e inteligente, y ayude a la agricultura a adaptarse al cambio climático.
"Necesitamos producir más con menos", remarcó.
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28-08-2012

Comer o no comer: ¿quién decide?

Alainet


Como serpiente que se muerde la cola, el sistema alimentario industrial –que es el principal causante del cambio climático global– se sacude por las pérdidas de cosechas debido a intensas sequías en Estados Unidos. En algunas partes, aunque hay cosecha, no se puede usar porque por falta de lluvia las plantas no procesan los fertilizantes sintéticos y se vuelven tóxicas para el consumo. Todo está relacionado al mismo sistema industrial: semillas uniformes, sin biodiversidad, con agrotóxicos y fertilizantes sintéticos, con alto uso de transportes, energía y petróleo –por tanto gran emisor de gases de efecto invernadero– y controlado por trasnacionales.

En el caso del maíz, la escasez se exacerba porque 40 por ciento de la producción en Estados Unidos se destina a etanol, es decir, a alimentar autos en lugar de gente.

Al ser Estados Unidos uno de los principales exportadores mundiales de maíz, soya y trigo, junto al hecho de que 80 por ciento de la distribución global de cereales está en manos de cuatro multinacionales que gestionan el abasto para obtener más lucros, la baja de producción en ese país tiene efecto dominó sobre el mercado global, donde los precios de los alimentos están disparados. Además de los granos, suben los precios de aves, puercos y res, ya que más de 40 por ciento de la producción de cereales del mundo se usa como forraje para cría industrial confinada de animales. Otro absurdo del mismo sistema agroindustrial, ya que sería mucho más eficiente usar los cereales para alimentación humana y consumir menos carne, o que la cría fuera en pequeña escala con forrajes diversificados. La cría industrial confinada y masiva de animales es el origen, además, de epidemias como la gripe porcina y aviar, que a su vez generan escasez y aumento de precios, como hemos visto recientemente en México con el aumento de precio de los huevos por un brote de gripe aviar.

Los que más sufren por los aumentos de precios son los más pobres, principalmente los urbanos, que usan 60 por ciento de sus ingresos en alimentos.

Por el contrario, la veintena de transnacionales que controlan el sistema alimentario agroindustrial (de Monsanto a Wal Mart, pasando por Cargill, ADM, Nestlé y algunas más), las que controlan las semillas y pies de cría, los agrotóxicos, la compra, distribución y almacenamiento de granos (también para biocombustibles), los procesadores de carnes, alimentos y bebidas, así como los supermercados, son los responsables de las crisis, pero se han blindado contra sus efectos –trasladando las pérdidas a los productores chicos, a los consumidores y al gasto público. Para ellas, el caos climático y la escasez no significan pérdidas, sino aumento de ganancias, como sucede con las semillas, agrotóxicos y fertilizantes que se vuelven a vender, o las empresas que almacenan cereales, los acaparan y especulan vendiéndolos más caros, o los productos en supermercados, cuyo precio aumenta mucho más que la proporción al inicio de la cadena.

El caso del maíz en México es ilustrativo. Pese a que los agricultores del norte del país afirman tener 2 millones de toneladas para vender, recientemente se importaron 1.5 millones de toneladas de Estados Unidos (transgénico), y por otra parte venderá 150 mil toneladas a El Salvador y otra partida a Venezuela. Anteriormente había comprado medio millón de toneladas a Sudáfrica. Absurdo para el clima, por los transportes innecesarios, y brutal contra la producción nacional. Cuestionado, el Secretario de Economía, Bruno Ferrari (anteriormente funcionario de Monsanto), se lavó las manos, alegando que es una decisión de empresas privadas.

El trasfondo, como explica Ana de Ita, del Centro de Estudios para el Campo Mexicano (Ceccam), es que en el contexto de las políticas para liberalizar la producción agrícola nacional que precedieron a la firma del TLCAN, se desmanteló la paraestatal Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), que equilibraba el comercio interno de maíz, entregando el mercado interno a las trasnacionales: empresas como Cargill, ADM, Corn Products International, junto a grandes porcícolas, avícolas y de procesamiento industrial de tortillas. Éstas compran a quien les convenga, sea porque es más barato o por otras razones, como comprar a agricultores con los que tienen contratos de producción en Estados Unidos.

Ese tipo de empresas –y sus ex funcionarios en el gobierno, como Ferrari– son las que afirman que hay que importar maíz, porque la producción nacional no es suficiente. Sin embargo, México ha producido en los últimos años alrededor de 22 millones de toneladas anuales, y el consumo humano es de unos 11 millones. Se usan en derivados industriales otros 4 millones de toneladas, restando aún 7 millones. Pero las empresas importan 8-9 millones de toneladas anuales adicionales, porque se usan 16 millones de toneladas de maíz en la cría industrial masiva de aves y cerdos –también de grandes empresas.

Si la cría fuera descentralizada y con forrajes diversos se tendría suficiente producción, sin epidemias y sin maíz transgénico de trasnacionales, con muchas más fuentes de trabajo rural. La importación de maíz a México no es necesaria, es sencillamente un negocio entre trasnacionales, condonado y subsidiado por el gobierno.

Si las políticas públicas protegieran la producción agrícola y pecuaria diversa y de pequeña escala, con semillas propias y públicas nacionales, se diversificarían los riesgos –incluso climáticos– y tendríamos producción alimentaria suficiente, accesible y de mucho mejor calidad.

Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.


www.etcgroup.org/es 

Fuente: http://alainet.org/active/57481
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28-08-2012

La hambruna amenaza al mundo

Ria Novosti


El hombre es un animal racional, pero no un animal razonable  
(Alexander Hubbleton)

Estos primeros 12 años del Nuevo Milenio no han presentado buenos augurios para el futuro de la humanidad.
Las “guerras preventivas” de la OTAN, el “caos programado y controlado” por los globalizadores “iluminados”,  las “burbujas financieras” de los banqueros dominados por su incesante avaricia y ahora los cambios imprevisibles del clima, atribuidos por unos a la rebelión de la naturaleza y por otros a la irracionalidad del hombre, están convirtiendo nuestro planeta en un lugar cada vez menos seguro para habitar.
Para aumentar toda esta desgracia acaba de salir un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)  que nos está advirtiendo sobre un inminente peligro de hambruna para la mayoría de la población mundial,  en especial para un mil de millones de  pobres.
Resulta que el mayor productor de maíz y soja en el mundo,  Estados Unidos está sufriendo la peor sequía en los últimos cincuenta años  y está afectando  un 75 por ciento del territorio con estos cultivos. Si tomamos en cuenta que Norteamérica produce  333,010,910  toneladas de maíz al año, lo que constituye el 40 por ciento de lo que se cosecha en el mundo,  y un 36  por ciento de la soja (66,790,000  toneladas), llegaremos a la conclusión que las consecuencias de esta baja afectarán drásticamente a los países importadores  de estos productos,  en especial a los mexicanos, centroamericanos y caribeños cuyo abastecimiento depende directamente de EE.UU.
En otra parte del planeta, Australia, que es el cuarto productor de trigo en el mundo,  está afectada por las peores inundaciones en décadas y las estimaciones de su cosecha de granos y algodón fueron rebajadas sustancialmente.
Las persistentes lluvias en el Brasil obligaron a su gobierno a dar apoyo financiero a más de 135,000 campesinos cuyas cosechas de maíz y soja fueron dañadas. Actualmente los ganaderos brasileños  están solicitando a su gobierno la importación de 300,000 toneladas de soja de Bolivia para alimentar a su ganado, principalmente cerdos.
Las lluvias del monzón, inferior a lo habitual en la India son la causa principal de una baja de 7,8 millones de toneladas de arroz en el mundo.  En Rusia, Ucrania y Kasajstán, importantes productores de cebada y trigo a nivel internacional,  están sufriendo altas temperaturas y todo  indica que la cosecha de estos granos será inferior a la del año anterior en un 12 a 15 por ciento.
Según el Banco Mundial (BM), la crisis alimentaria ya está tocando puerta del planeta. En los últimos dos meses se registró un alza de casi 50 por ciento del precio de maíz y trigo y un 30 por ciento de soja. La tonelada de maíz subió en julio pasado a 333.1  dólares, mientras que en 2010 el costo fue de 186 dólares.  El BM advierte que los precios de  los cereales serán inestables y  superiores a la medida al menos hasta 2015. El repunte de los precios no sólo afectará el de pan y los alimentos elaborados, sino también el de forraje y de la carne.
Se espera que los norteamericanos tendrán que pagar un 16 por ciento de su presupuesto en vez del 13 por ciento actual por su comida en la mesa y los rusos unos 35 por ciento (actualmente 30%),  mientras que en los países más pobres, como en Egipto, por ejemplo donde se gasta un 80 por ciento del presupuesto familiar en alimentos, la subida de los precios representa una amenaza para la estabilidad socio económica. Precisamente la crisis de alimentación en Egipto fue utilizada por los promotores del “caos organizado” para una supuesta revolución que hizo desestabilizar aún más la situación en el Medio Oriente. El mismo problema causado por la falta de comida está creciendo en Argelia.
Todas estas noticias están ya afectando y los especuladores están de fiesta. El incremento  de los precios de cereales no se debe solamente a la disminución de la cosecha sino a otros factores que nada tienen que ver con los productores y consumidores. Según Julian Orman, especialista del World Development Movement, hace 10 años la especulación con las materias primas alimentarias era un terreno de operadores y productores. Sin embargo, desde hace cinco años los inversionistas se dieron cuenta que la inversión en los alimentos no es menos provechosa que en el petróleo y en especial, después de que el precio de maíz fue conectado con el precio del oro negro.
Entonces los Fondos de Inversión Libre (Hedge Funds) y los inversionistas privados comenzaron a comprar instrumentos financieros ligados al precio de productos alimentarios, a la manera como lo hicieron antes con los mecanismos ligados al precio de petróleo, haciendo crecer en los últimos cinco años la inversión en alimentos de 35 mil millones de dólares a 300 mil millones. Están apostando en esta era globalizada por un constante incremento  del precio de la materia prima alimentaria debido al proyectado crecimiento de la demanda.
Simultáneamente los fondos especulativos y los especuladores se aprovechan hábilmente de los de desastres nacionales, como la sequía, por ejemplo, que afecta a los Estados Unidos, para lanzarse a los mercados  creando una volatilidad que les permite manipular los precios en el Chicago Board of Trade perjudicando tanto a los productores como a los consumidores. Para entender este proceso, vale la pena  acordarse de la lucha de los corredores de las acciones (brokers) de petróleo en enero de 2003 para ser el primero en hacer subir el precio de petróleo a 100 dólares por un barril. Donde manda el dinero queda callada la moral.
Lo paradójico de todo esto es que mientras el hambre está avanzando,  los países más desarrollados están proyectando  aumentar el etanol en la  gasolina que consumen los carros del 9  al 10 por ciento (una mezcla de 90 por ciento de gasolina y 10 de etanol).  Todo esto implica que más del 30 por ciento de todo el grano que se produce en el mundo y en particular, el 40 por ciento de maíz sirve de alimentación para los carros. Ya la FAO está estudiando la posibilidad de pedir al gobierno norteamericano una suspensión temporal del uso de maíz y soja  para la elaboración del etanol.
Además el incremento de los precios de  granos  podría hacer el biocombustible no competitivo con la gasolina tradicional. 
Pese a todo Estados Unidos está tratando de producir al año 830,000 barriles de etanol  de los cuales el 40 por ciento se originan de 133, 000,000 de toneladas de maíz y el resto de soja, caña de azúcar, trigo, el aceite de palma, madera, etc. Una tonelada de maíz rinde 2.2 barriles de biocombustible y una tonelada de soja, 1.07 barriles. Una tonelada de caña de azúcar sirve para elaborar 110 kilos de azúcar o 1.24 litros de etanol equivalente a 0.7 barriles.  Realmente es paradójico el esfuerzo para producir comida para los carros  y condenar  al hambre  a millones de seres humanos. Y esta tendencia  está en incremento.
En los últimos cinco años, Brasil ha depredado 21 millones de hectáreas del bosque para sembrar soja, maíz  y plantar caña de azúcar y anuncia que en total tiene el potencial de 90 millones de hectáreas para producir 10 millones diarios de biocombustible. Argentina ha sacrificado 14 millones de hectáreas de bosques para cultivar soja y maíz orientados al biocombustible. Inclusive, para aumentar el rendimiento de estos cultivos, está a punto de firmar un contrato para instalar una planta e transgénicos en Córdoba. En el mismo proceso de depredación de la naturaleza  están  el Paraguay,  Uruguay, Perú, Colombia, Chile, México y los países centroamericanos. 
Parece que los líderes actuales del continente no se acuerdan  de la trágica experiencia de Haití, otrora el mayor proveedor de azúcar para Europa y uno de los países más ricos de la región. Y la historia puede repetirse algún día.
El poeta soviético Rasul Gamzatov  citaba en un poema los consejos de sus padres: “No juegues con el fuego, decía mi padre. / No tires piedras al agua, decía mi madre”. ¿Entenderá  este mundo globalizado esta simple sabiduría humana?  Difícil de contestar.


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