martes, 16 de abril de 2013

La comida que se pierde en los caminos del mercado.


Entre 1.200 y 2.000 toneladas se pierden por el camino, antes de llegar al estómago de uno de los 7.000 millones de humanos. Así lo aseguró un informe del Instituto británico de Ingenieros Mecánicos que atribuye este fenómeno al mal almacenamiento, las fechas muy estrictas sobre vencimiento en el empaquetado y a los consumidores exigentes que pretenden que las frutas y los vegetales tengan una apariencia propia de un comercial, sin magulladuras ni imperfecciones.( lo cual es un estupidez) 

“En Estados Unidos se desecha el 50 por ciento de toda la comida. En Gran Bretaña se generan cada año hasta 20 millones de toneladas de residuos alimentarios. Los japoneses logran despilfarrar comida por valor de 11 trillones de yenes cada año”,Tristam Stuart, autor del libro," Despilfarro. El escándalo global de la comida."

Desde Yorkshire hasta China, desde Pakistán hasta Japón, el autor nos presenta a criadores de cerdos, cultivadores de patatas, freegans, directores de la industria..., y junto a los ejemplos más escanda­losos de derroche, soluciones sencillas y alentadoras.

Mientras los supermercados tiran millones de toneladas de alimentos de buena calidad en Gran Bretaña hay 4 millones de personas que no tienen acceso a una dieta decente. En Estados Unidos en torno a 35 millones de personas viven en hogares que carecen de acceso estable a la comida, y en la Unión Europea se calcula que 43 millones están en peligro de pobreza alimentaria. Stuart cree que una “posible solución es que los excedentes de comida se redistribuyan y se donen a personas que los necesitan mientras estén frescos y se pueda comer”.

La triste realidad es que incluso en países llenos de gente hambrienta hay un nivel de despilfarro asombroso. En los países ricos la comida se desecha deliberadamente; en los pobres se pierde inadvertidamente debido a la falta de recursos y tecnologías. Sólo la India despilfarra más de 580.000 millones de rupias de productos agrícolas cada año. En Sri Lanka se pierde del 30 al 40 por ciento de la fruta y la verdura.

Tristam Stuart plantea muchas soluciones que van desde un plano más político a acciones más individuales. Por ejemplo, dado el peso y la responsabilidad de los supermercados, se les podría obligar a declarar las cantidades de productos que desechan y a establecer niveles máximos (estos tendrían también repercusiones en su política de compra).
Se podría revisar y hacer más transparentes las etiquetas de conservación y uso preferente de los productos (sobre todo, en alimentos como huevos, lácteos,
etc.). También podría hacerse más fácil la cooperación con las organizaciones sociales para redistribuir posibles excedentes.

A nivel individual, se sugiere hacer compras más ajustadas a
los perfiles de dieta diarios que se siguen, mejorar la conservación y el reaprovechamiento domestico de las “sobras”, destinar la sobras domesticas para la alimentación de cerdos, gallinas u otros animales, separar los residuos domésticos para el compostaje, etc.
Hay que hacer un uso más consciente y responsable del recurso comida, y plantear la necesidad de una conducta más autocontenida y crítica.
Entre 1.200 y 2.000 toneladas se pierden por el camino, antes de llegar al estómago de uno de los 7.000 millones de humanos. Así lo aseguró un informe del Instituto británico de Ingenieros Mecánicos que atribuye este fenómeno al mal almacenamiento, las fechas muy estrictas sobre vencimiento en el empaquetado y a los consumidores exigentes que pretenden que las frutas y los vegetales tengan una apariencia propia de un comercial, sin magulladuras ni imperfecciones.( lo cual es un estupidez)

“En Estados Unidos se desecha el 50 por ciento de toda la comida. En Gran Bretaña se generan cada año hasta 20 millones de toneladas de residuos alimentarios. Los japoneses logran despilfarrar comida por valor de 11 trillones de yenes cada año”,Tristam Stuart, autor del libro," Despilfarro. El escándalo global de la comida."

Desde Yorkshire hasta China, desde Pakistán hasta Japón, el autor nos presenta a criadores de cerdos, cultivadores de patatas, freegans, directores de la industria..., y junto a los ejemplos más escanda­losos de derroche, soluciones sencillas y alentadoras.

Mientras los supermercados tiran millones de toneladas de alimentos de buena calidad en Gran Bretaña hay 4 millones de personas que no tienen acceso a una dieta decente. En Estados Unidos en torno a 35 millones de personas viven en hogares que carecen de acceso estable a la comida, y en la Unión Europea se calcula que 43 millones están en peligro de pobreza alimentaria. Stuart cree que una “posible solución es que los excedentes de comida se redistribuyan y se donen a personas que los necesitan mientras estén frescos y se pueda comer”.

La triste realidad es que incluso en países llenos de gente hambrienta hay un nivel de despilfarro asombroso. En los países ricos la comida se desecha deliberadamente; en los pobres se pierde inadvertidamente debido a la falta de recursos y tecnologías. Sólo la India despilfarra más de 580.000 millones de rupias de productos agrícolas cada año. En Sri Lanka se pierde del 30 al 40 por ciento de la fruta y la verdura.

Tristam Stuart plantea muchas soluciones que van desde un plano más político a acciones más individuales. Por ejemplo, dado el peso y la responsabilidad de los supermercados, se les podría obligar a declarar las cantidades de productos que desechan y a establecer niveles máximos (estos tendrían también repercusiones en su política de compra).
Se podría revisar y hacer más transparentes las etiquetas de conservación y uso preferente de los productos (sobre todo, en alimentos como huevos, lácteos,
etc.). También podría hacerse más fácil la cooperación con las organizaciones sociales para redistribuir posibles excedentes.

A nivel individual, se sugiere hacer compras más ajustadas a
los perfiles de dieta diarios que se siguen, mejorar la conservación y el reaprovechamiento domestico de las “sobras”, destinar la sobras domesticas para la alimentación de cerdos, gallinas u otros animales, separar los residuos domésticos para el compostaje, etc.
Hay que hacer un uso más consciente y responsable del recurso comida, y plantear la necesidad de una conducta más autocontenida y crítica.

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