lunes, 1 de abril de 2013

Palabras urgentes

Palabras urgentes

Hay quienes son compañeros y compañeras, que ya llevamos un trecho recorrido de construcción, de risas y abrazos. También de golpes, de calabozos y lágrimas. 
Un grupo de esos compañeros y compañeras cordobeses, nos encontramos en un espacio, que es una forma de estar, de vivir, de creer, de construir diariamente un mundo distinto, pero a partir de ser cada uno de nosotros distintos. Ese espacio es el Encuentro de Organizaciones. Es ahí donde intentamos depositar nuestras luchas cotidianas, nuestras fuerzas, nuestros pensamientos y nuestras prácticas, para que entre todos y todas podamos hacer más y mejor, y más popular y desde abajo, desde abajo y a la izquierda. 
No por capricho. No. 
Hacer, para cambiar las cosas desde abajo y a la izquierda no es un pasatiempo, nada tiene que ver con “lo políticamente correcto”, ni con lo alternativos que podamos ser. Nada de eso. 

No nos interesan los izquierdómetros, ni correr por izquierda o por derecha a nadie. Elegimos no correr. Ni tampoco medir quién la tiene más larga, ni tampoco quién tiene la verdad. Cada uno tendrá la suya, provisoria, escasa, parcial, cada una aportará su mirada del mundo, su forma de habitarlo, de compartirlo, de gozarlo. 
Unirnos desde abajo y a la izquierda contra el capitalismo, contra el imperialismo, contra el patriarcado. Luchar desde abajo y a la izquierda por Nuestra América digna, rebelde, colorida y diversa. Construir desde abajo y a la izquierda alternativas cotidianas al desprecio que ofrece el sistema: desde los talleres en los barrios, desde los comedores y copas de leches, desde la alfabetización, desde la creación de cooperativas de trabajo, desde la salud colectiva, desde la educación creadora, desde la comunicación alternativa y popular, desde la autodefensa de nuestros territorios y de nuestros seres queridos. Compartir los mates, las charlas, las manos, las miradas que habitan el abajo. Organizarnos desde abajo y a la izquierda no es para nosotros una opción entre muchas otras, sino que es la forma efectiva, concreta y real que hemos encontrado para hacerle frente a tanta muerte absurda que disponen los de arriba. Es el único modo en que creemos que podemos plantarnos en una resistencia duradera, seria, profunda, arraigada.
Por eso es que nuestra geografía de la resistencia es tan terca. No es, como piensan algunos, que no comprendamos de matices. O de procesos. Simplemente que los de arriba no son ni nuestros colores ni nuestros procesos. Simplemente eso. Somos radicales en la negación del arriba, porque el arriba nos ignora, nos niega y nos mata radicalmente. No es terquedad, es sobrevivencia. 
No es que no tengamos ansias de poder tampoco. Nosotros y nosotras queremos todo el poder, el poder hacer. Queremos todo el poder vivir, el poder amar, el poder construir, comer, curarnos, jugar, sonreír, educarnos. Eso es para nosotros construir poder popular. Ejercerlo. Pero nuestro poder, el de los de abajo, tiene otros tiempos: sucede en el andar lento de un pueblo que aprende a ejercer su dignidad, que intenta ser negada por siglos de oscura sumisión impulsada desde arriba. Por más que algunos desvelados crean que los pueblos cambian al ritmo de las luces y las cámaras, de los discursos pomposos, del voto televisivo entre opciones huecas. Casi nada de lo que dicen ahí arriba tiene que ver con nuestro pueblo. Los problemas acá abajo son otros: la olla diaria, la violencia de género, el narcotráfico, el racismo y la discriminación, el gatillo policial, la indiferencia, un sistema de salud de muerte y para qué seguir. Acá, tenemos otros tiempos donde vamos construyendo los antídotos reales y cotidianos a los males que nos aquejan, y nos matan. 
Otra geografía, otro tiempo, otro modo de estar.
Hay quienes son compañeras y compañeros, decía. Y hay otros cientos, miles quizás, que ya están hartos de discursos, de palabras, de mirar a los ricos que nos hablan por la tele, que nos gobiernan, que nos mandan en nuestros trabajos, que deciden nuestras economías y nuestras vidas. Y como están hartas tienen ganas de decir basta, de cambiar toda esa mierda de desánimo, de desesperanza, de violencia, de miseria, de trabajo agobiante, de sin sentido, de impotencia, y de tantas otras cosas.
A esas otras cientas, miles quizás, buscan llegar estas, nuestras palabras que dicen sobre organizarse y luchar; que escapan a los shows y las parafernalias; que no quieren ir para arriba, sino ampliar el abajo; que descreen de izquierdas que viven, hablan y ambicionan como derechas. Son estas, nuestras palabras las que humilde, pero urgentemente, buscan instarlos a organizarse y construir un lugar donde la humanidad, la solidaridad y el amor sean parte de lo cotidiano. No por capricho. No. Sino por todo lo que ya dijimos, que palabras más, palabras menos, puede traducirse en vida. Organizarse y luchar por la vida, por una vida plena y digna, es la urgencia que tenemos.

Compañero Juan por
Encuentro de Organizaciones

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