miércoles, 15 de mayo de 2013

Movilización por “el agua, la tierra y los bienes naturales”

Se fue la cuarta
Movilización por “el agua, la tierra y los bienes naturales”
 
Inés Acosta (La Diaria, 13/5/13)
 
Cabras, carneros y un lechón; jinetas y jinetes con una gran caballada; guitarras, trompetas, guampas, cantos; carros de clasificadores, carteles, una gran tortuga inflable; un ataúd de cartón con la leyenda Uruguay Natural, máscaras de calaveras. Elementos todos que, mezclados entre banderas de Uruguay y de Artigas (y alguna políticopartidaria colada por ahí), fueron utilizados para simbolizar y alentar la diversa marcha del viernes en el centro de Montevideo.
 
Una frase en un letrero reflejaba lo variopinto del paisaje y proponía, de alguna manera, desetiquetar a los manifestantes: Ni hippie, ni cheto, ni choto. Soy uno más. Uno más entre una multitud que llegó desde distintos puntos del país. Una más entre montevideanas que se trasladaban a pie y en bici, y aquellas que no lo eran y llegaban en ómnibus, camioneta o a caballo. Uno más que, al igual que los otros miles que marcharon del Obelisco hacia la Plaza Independencia, tenía sus motivos para defender, como rezaba la proclama de la movilización, "el agua, la tierra y los bienes naturales".
 
Un conjunto de palabras se destacaba y repetía entre la variedad de pancartas: transgénicos, agrotóxicos, megaminería, energía nuclear, pasteras, forestación, venta, muerte. Por otro lado figuraban las que en ese contexto podían tomarse por sus antónimos: semilla, agua, tierra, natural, limpio, sustentable, defensa, vida.
 
La marcha, de la que se estima participaron entre 10.000 y 15.000 personas, fue la cuarta de una serie que comenzó en mayo de 2011. En ese entonces ya había empezado a resonar el nombre de Aratirí. También comenzaban a formarse los primeros grupos contra la megaminería a cielo abierto y a sumarse otros ya existentes que luego se nuclearían en uno mayor llamado Asamblea Nacional Permanente (actualmente lo forman unas 40 organizaciones). La gran mayoría está integrada por vecinos, productores, apicultores, pobladores y amigos (tal como se denominan) de las distintas zonas del país que directa o indirectamente se han visto afectadas o avizoran el daño (ambiental, social y económico) que pueden causar los megaproyectos que ya están instalados o en proceso de hacerlo.
 
Es un movimiento en el que no sólo hay gente directamente afectada sino que, por convicción y principios, estamos luchando aunque no tengamos campo, dijo a la diaria Aníbal Terán, comunicador de Treinta y Tres e integrante del grupo coordinador de ese departamento. La comisión en defensa de la tierra está integrada por gente que no tiene tierra. Somos defensores genéricos y altruistas de la causa. Estamos defendiendo el país, el futuro de nuestros hijos y nietos, el agua y el suelo fértil, agregó.
 
No masco hierro
 
Euiema Álvarez vive a unos 70 kilómetros de Valentines, en la ciudad de Treinta y Tres. Antes de comenzar la marcha se había concentrado en los alrededores del Obelisco junto a la caballada que venía de su localidad. Allí expresó en diálogo con la diaria la importancia y el sacrificio de haber llevado hasta el lugar alrededor de 150 caballos, ya que, entre otras cosas, tuvieron que realizar ollas para poder costear el viaje y el traslado de los animales.
 
Manifestó además su preocupación por el avance del proyecto de Aratirí: [Valentines] es una zona de campos muy fértiles. Yo me pregunto ¿vamos a comer hierro o alimento que surja de la tierra? ¿De dónde van a sacar las próximas generaciones el agua para tomar, que ya está bastante contaminada? Es una vergüenza y nadie escucha.
 
Desde la primera marcha hasta esta última se han ido incorporando consignas. Según Terán, inicialmente se manifestaban contra la megaminería a cielo abierto, pero luego se fueron sumando distintas problemáticas. Se fue ampliando el discurso, recogiendo otras causas conexas que en definitiva tienen el mismo objetivo, que es reivindicar la soberanía nacional y la no extranjerizacion del territorio, señaló.
 
Como estaba pautado, se leyó la proclama al finalizar la marcha, donde se remarcó que no se trata sólo de una lucha ambiental, sino que también se rechaza el modelo de desarrollo, saqueador y contaminante que se ha impuesto en esta tierra, que no diversifica la producción, que reprimariza la economía y nos perpetúa como exportadores de materias primas, que agota la tierra, que contamina el agua, que amenaza privarnos de bienes naturales no renovables, que vacía el campo, y que, al contrario de lo que se dice, elimina puestos de trabajo.  

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