lunes, 11 de noviembre de 2013

Monsanto: Profesor de la FIQ - UNL "No dejar que nos desvíen el tema de fondo"

Tema Monsanto: no dejar que nos desvíen del tema de fondo
Hugo Kofman
Profesor de la FIQ-UNL
            Ante nada voy a dejar clara mi posición respecto a la organización de la charla alternativa a la de la empresa Monsanto, que fuera organizada por la Agrupación Martín Fierro con la Campaña Paren de Fumigarnos. Considero absolutamente válido y necesario que se convoque a un debate de estas características, y que se rechace la presencia de Monsanto en la FIQ. Más allá de derivaciones no previstas y repudiables, como fue la agresión a participantes y oyentes del “Speech” “Monsanto: un gran lugar para trabajar”, por parte de un pequeño sector de la concurrencia, y de los daños ocasionados a la puerta de un aula. Cuestiones que en realidad resultan inconmensurables con el inmenso daño a la salud, la muerte, y la desocupación que vienen produciendo en el país y en la provincia, la aplicación de las técnicas de cultivo de especies transgénicas con agrotóxicos.
            Estos daños y peligros para la salud humana y para las futuras generaciones han sido investigadas en nuestra propia universidad, en la universidad de Rosario, y por decenas de científicos y médicos, que no se avienen a acatar los mandatos de la ciencia oficial. Pero que no disponen de los considerables fondos ni del impacto mediático de quienes investigan en áreas que generan  ingresos formidables a los propios investigadores, y a las arcas que controlan las autoridades de la UNL.
            Como docente e investigador de la FIQ-UNL, me he manifestado a favor de las ideas que sintetizara el Dr. Oscar Varsavsky en su libro “Ciencia, Política y Cientificismo” (1969), que fuera apoyado por la FUA en aquellos años, y que lejos de ser una pieza de museo, considero que tiene más vigencia que nunca. Como tampoco está perimida la Teoría de la Relatividad.
La ciencia no es neutral, ni existe el científico apolítico. Quienes desarrollan armas químicas, armas nucleares o “drones” asesinos, ponen ese poder destructivo en manos de otros individuos que ejercen el poder de usarlas contra la humanidad, y de hecho las han usado y lo siguen haciendo. De ahí la hipocresía de una supuesta “ciencia apolítica”, la cual eximiría a los investigadores de su responsabilidad social. Muy por el contrario: en este mundo en el que las catástrofes ambientales y humanitarias son cada vez más incontrolables, necesitamos como al pan de cada día a miles de científicos conscientes y humanistas. Que se desvelen para aportar soluciones a los graves problemas sociales y humanos, sin dejarse condicionar por las pautas de “normalidad” que se fijan desde el propio poder económico y sus correas de transmisión.

                La UNL tampoco profesa una  “ciencia neutral”. Desde los cursos de ingreso a la universidad, ya se les “enseña” a los estudiantes que los alimentos transgénicos son la panacea de la ciencia moderna, lo cual ni siquiera merece dudarse y menos aun investigarse. Sobre el particular voy a mencionar solo como ejemplo los contenidos de los apuntes que deben estudiar todos los que ingresan  a la UNL, en particular el artículo “Los transgénicos, la mala palabra”, cuya autoría es de la Dra. Raquel Chan[1]. Ya la ironía del título resulta sugerente. Luego se hace una pregunta ampliamente abarcativa: “Por qué los transgénicos generan tanto rechazo entre la población?, cuestión que evidentemente molesta a la autora.
 Cualquiera puede leer el artículo en Internet, y se encontrará que sólo se analizan los “beneficios” (económicos) de los OGM (organismos genéticamente modificados). Ni por asomo se menciona que los alimentos transgénicos están prohibidos en muchos países, que no está demostrada su inocuidad, no menciona el llamado “principio precautorio” y menos aun la hipótesis de que la causa de muchas alergias se podría originar en estos alimentos no naturales. Por supuesto que no dice nada de los agrotóxicos.
La Dra. Chan dirige una investigación “Top” de la  UNL: en sociedad con empresarios privados, desarrolla una variedad de trigo transgénico resistente a la sequía. Para seguir ampliando la frontera agrícola a costa de los pocos bosques y pasturas naturales que aun existen, y con la perspectiva de seguir expulsando pobladores de nuestros campos, ya casi desiertos. Expulsando a la miseria como en el norte de nuestra provincia.
            El maíz transgénico de Monsanto tiene cada vez más genes modificados. Uno de ellos produce una toxina que mata los gusanos. Esa toxina extermina también a insectos beneficiosos como la abeja, y también la ingerimos nosotros con el maíz.
Los venenos que se usan como herbicidas e insecticidas deben ser potenciados en cantidad y toxicidad cada 5 años al menos, porque aparecen especies resistentes a los mismos. Las napas de agua y arroyos  se contaminan, y tanto esa agua, como las fumigaciones directas afectan la salud de nuestros pobladores rurales y de pequeños pueblos rodeados por la soja. Hay casos de muertes por intoxicaciones agudas y de tumores malignos por efectos acumulativos.
            Sin embargo las autoridades de la UNL se declaran “prescindentes” en estas cuestiones, e invitan a Monsanto como podrían convocar a Sancor o cualquier otra empresa. Es cierto que nadie puede prohibir a un egresado de la FIQ que vaya a trabajar a Monsanto, de hecho así ocurre. Pero poner alfombra roja a Monsanto en la FIQ equivale sin dudas a legitimar su política, e implica emitir un mensaje de que todo es lo mismo. Que de hecho está bien subordinarse a los planes que tiene esta multinacional para el país.
            Interpreto que esa es la posición de las  autoridades de la FIQ, las que fueron ratificadas por la última elección. Con la legitimidad que le dan los mecanismos institucionales anacrónicos de la UNL, pero legitimidad al fin.
            Pero así como ejercen esa política, en la universidad existimos quienes pensamos diferentes, tanto docentes, como estudiantes, egresados y o docentes. Y tenemos el derecho a manifestarlo, aunque muchas veces resulte “imprudente”, y debamos soportar declaraciones y publicaciones periodísticas maliciosamente distorsionadas u otras cuestiones que por su bajeza ni se justifica mencionar.
            Acá lo importante en este momento es discutir la política de Monsanto y promover un debate de las políticas públicas frente a ese modelo productivo agro industrial. Considerando que la Universidad es una entidad financiada por el Estado, se debe al conjunto de la sociedad, y como tal tiene una enorme responsabilidad en estos temas. Mal la puede cumplir adecuándose en forma cómplice con esas políticas.
Esa responsabilidad solo se puede ejercer desde el compromiso social desinteresado, y fundamentalmente promoviendo el pensamiento crítico. Ante la deserción de la universidad como Institución, hay que felicitar y acompañar a los estudiantes que toman la iniciativa y asumen esa función.
Desde la época de la Reforma Universitaria de 1918, los estudiantes se constituyeron en el factor más comprometido, activo e innovador de las casas de altos estudios. Quienes hoy somos docentes o profesionales universitarios, y nos formamos en la generación de los 60 y 70, sabemos lo que eso significa. Son muchos nuestros compañeros que dejaron la vida en esa lucha.
            Hoy corren otros tiempos. En una democracia consolidada, aun con todas sus falencias, se puede construir consciencia y organización para lograr los cambios políticos necesarios en aras de la soberanía alimentaria, la salud, y el bienestar de todo el pueblo.
  
8 de noviembre de 2013        

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