miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cambio de paradigma? Resistencia del sector agrícola? O ignorancia connivente?

Publicado el: 07/10/2014
Autor/es: Ricardo Verri, San Vicente- Misiones- Argentina. Septiembre 2014

En este tiempo mucho se habla, se dice, se analiza y se estudia acerca de la agroecología concreta y aplicada. Lo cierto es que en gran parte de los conceptos se trasluce la evidente presencia de convicciones muy arraigadas de parte de los implicados involucrados en las cuestiones productivas agrícolas. Y en muchos casos, ya provocan enfrentamientos y enconos. Que no derivan en nada productivo. Hay sin lugar a dudas posturas cuasi irreductibles en todos los sectores, están lo que defienden el modelo tradicional a ultranza por aquello que “no se cambia lo que funciona”, y sobre todo teniendo en cuenta la alta o escasa rentabilidad del sector y de las producciones. En ambos casos, quienes aún mantienen buena rentabilidad, no pretenden modificar nada que perturbe esto. Ya que no siempre se puede contar con ganancias. Y quienes no tienen rentabilidad, con más razón, no pretenden cambiar nada temiendo perder lo escaso que logran. Así las cosas, a esto hay que agregarle que hay una “cultura” productiva, que se mantiene dentro del concepto de producir “a cualquier costo”. Y es en este punto donde comienzan las divergencias, ya que todo productor agropecuario sostiene que no es a “cualquier” costo. Solo que muchas veces, sus prácticas culturales ignoran muchos costos altísimos que el desconoce u obvia por que los resultados se asemejan en lo rentable. A esto hay que sumarle a aquellos que sostienen que no “tienen tiempo” de analizar o ensayar nuevas alternativas, ya que les urge la producción en función de sus costos económicos y ciclos vinculados a los mismos. Son quienes sostienen que para investigar y analizar están las entidades estatales o las Universidades. Son los mismos, a quienes las novedades tardan en llegarles. Y vuelven a prolongar su permanencia en estructuras más o menos rígidas. Generación tras generación.
 
 
El suelo como Recurso Natural no renovable.

Si bien es un concepto relativamente nuevo, tiene sus detractores y tímidamente se van sumando adeptos al mismo. Sería ocioso ahondar en detalles técnicos al respecto de los fundamentos de su condición de “no renovable”. Pero de ellos se desprenden algunos ítems que a mi entender son los que promueven la continuidad de este artículo.
 
  • El 95% de los microorganismos de suelo no están siquiera clasificados. Por varias razones, una de ellas, si se quiere la más importante es que no se pueden cultivar en laboratorios. Por ende, difícilmente se pueda estudiar lo que no se puede fijar o seguir en un ambiente controlado. Cabe destacar que el 5% de los microorganismos que si están identificados, corresponden a estudios hechos por instituciones pertenecientes a países desarrollados, que invierten ingentes sumas de dinero en investigación y ciencia de los suelos. Cosa que no ocurre en la mayoría de los países. Y como es dable a entender, es información que en su gran mayoría es confidencial. A estos conceptos hay que sumarle que lejos estamos aún de entender y describir cómo interactúan estas comunidades microbianas entre ellas, y su accionar con medios abióticos propios del suelo.
  • Tal vez, sea esto lo que determine la vigencia del concepto antiguo pero persistente del suelo como mero sostén físico de las plantas en general y de los cultivos en particular. Lo que solapa la utilización de cuanto ingenio químico demuestre resultados específicos, tanto para controlar como para incentivar la biodinámica productiva.
  • No es un tema menor los enormes intereses económicos y políticos que existen para sustentar esta “lógica” de producción, ya que muchas multinacionales tienen tanto poder económico, social y político como verdaderos Estados. Esto implica un enorme poderío de convicción, e incidencia sobre aspectos casi ilimitados.
  • Hay una realidad contundente que además de implicancias productivas tiene ribetes socio-culturales evidentes. Los cuerpos técnicos y profesionales vinculados al área egresan de Instituciones y Universidades, donde la microbiología de suelos es una materia entre tantas, cuando existe como tal. Pero también están los planes de estudios donde siquiera existe lo vinculado a la biodiversidad de suelos. Y esto tiene una gran repercusión, ya que como sociedad organizada reconocemos en los títulos habilitantes la idoneidad para el rol que le fuere asignado.
 
Señales que no son tomadas como advertencias:

Existen innumerables reportes de sucesos que no son tomados en cuenta, o bien, son relegados en el orden de prioridades. Podemos destacar algunos de ellos.
  • Resistencia a los herbicidas e insecticidas.
  • Modificación genética tanto de plantas propias del Mosaico de Sucesión Vegetal como de las variedades implantadas de interés comercial.
  • Aparición de plagas y fitopatologías vinculadas al manejo.
  • Momificación de la Materia Orgánica en suelos agrícolas, propio de la ausencia de biodiversidad macro y micro.
  • Contaminación de aguas de napas profundas. Contradiciendo la “inocuidad” que sostienen fabricantes de agroquímicos, sustentados por Universidades y Gobiernos.
  • Regiones enteras afectadas por altos índices de malformaciones congénitas, cáncer y otras enfermedades graves.
De lo expuesto hasta aquí, surgen algunas preguntas que pretenden promover la reflexión y si se quiere el debate.

Una de ellas es la que se oye “sottovoce” : Que responderían los fabricantes de agroquímicos a la pregunta, “este producto suyo…. Además de hacer lo que ustedes dicen que hace.. que efectos tiene sobre la microbiota aeróbica o anaeróbica ?” “como interviene en el proceso de mineralización del suelo?”

En consecuencia, podemos deducir prima facie, que ningún químico está diseñado para interactuar con la microbiota del suelo. Y tal vez sea esta una de las tantas explicaciones de la momificación de la MO.  

Lo temerario de un cambio de paradigma pero no de estructura de análisis.

Existen ya múltiples iniciativas de “suplantar” o proponerse como “alternativa” al manejo de plagas y enfermedades agrícolas mediante la utilización de controladores biológicos y orgánicos. Esto tiene dos grandes grupos, el de los conocimientos derivados de culturas milenarias y de utilización en la agricultura generalmente de auto-sustento y por ende de escala ínfima. Que difícilmente se pueda aplicar a las grandes extensiones. Y la promovida institucionalmente que utiliza microorganismos, insectos etc exóticos para ese lugar. 
 
Es decir, se continúa con la lógica de solucionar problemas puntuales, sin entender el contexto general que deriva en esa problemática. Viéndolo en profundidad media, reemplazar algunos agroquímicos por la utilización de insectos o microorganismos exóticos, puede ser tan o más grave que lo que se quiso solucionar como problemática inicial. Existen ya numerosos casos de traslado de especies exóticas que derivaron en verdaderas catástrofes biológicas. A esto le sumamos que los Entes de contralor difícilmente puedan actuar con eficiencia y eficacia. Al menos en la mayoría de los países emergentes. 

 
El meganegocio.

Es por todos conocido y más o menos imaginable que el volumen de dinero que se mueve en insumos agrícolas es enorme. Y es dable a entender que nuevas organizaciones amparadas en metodologías “supuestamente” más amigables con el medioambiente surjan en todo el mundo. La mayoría impulsados por el surgir de nuevos estudios que sustentan débilmente aun la utilización de microorganismos, plantas e insectos con fines específicos. El problema radica que en general se puede derivar en un cambio de manos en el manejo del mercado, tal vez, más atomizado y sin grandes corporaciones monopólicas. Pero con un mismo fin, ser parte asociada en la ecuación agrícola. En un rapto cuasi irresponsable de “futurología” se puede ver que habrá cambios drásticos en la estructura comercial del meganegocio. Y que los actuales dueños del mismo, no se quedaran con los brazos cruzados, promoverán su contraataque al respecto. Esto también influirá y mucho en todo lo relativo a las modificaciones o no, de las estructuras productivas en todo el mundo.

Conclusiones y debate.

Si la Humanidad depende de la salud de los escasos suelos cultivables, teniendo una demanda sostenida y creciente de alimentos. Es lógico pensar que los suelos agrícolas sean Patrimonio de la Humanidad. Por obvias razones. Siendo así, y como continuidad de esta línea de pensamiento. Es un tema a resolver que estos suelos no sean contaminados ni destruidos ya que son un Recurso no Renovable. Por ende se deberá revisar toda la compleja estructura que interviene en el asunto. Difícilmente los suelos que nos proveen de alimentos a todo Ser vivo sigan soportando que por cuestiones estructurales sea sometido al “holocausto” micro y macro biológico.  Las cuestiones filosóficas y políticas implicadas en este tema, escapan al presente artículo. Pero el debate pasa en su gran mayoría por que los suelos que son el primer eslabón de la cadena alimenticia de la humanidad no “deberían” ser propiedad privada, y a la vez, de serlo tendrían que estar con condiciones de manejo que sean REALMENTE sustentables. Finalmente, sostengo que estamos viviendo en la “prehistoria” del manejo sustentable de los suelos.

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