Quiero una lesbiana de presidente.

Kekena Corvalan
30 de junio 

Quiero una lesbiana de presidente. Quiero una persona con VIH de presidente y quiero un marica de vicepresidente; y quiero alguien que no tenga seguro médico y que haya crecido en un lugar donde la tierra esté tan saturada de desechos tóxicos que no haya tenido la elección de tener o no leucemia. Quiero un presidente que haya tenido un aborto a los dieciséis y quiero un candidato que no es el menos peor de dos males; y quiero un presidente que haya perdido a su amante a causa de sida, que aún se le vea en sus ojos cada vez que descanse; que haya tomado a su amante en sus brazos sabiendo que estaba muriendo. Quiero un presidente sin aire acondicionado, un presidente que se haya parado en la fila de una clínica, en la oficina de asistencia social y que haya estado desempleado, despedido y sexualmente acosado y discriminado y deportado. Quiero alguien que haya pasado la noche en las tumbas y que tenga una cruz quemada en su césped y que haya sobrevivido a una violación. Quiero alguien que haya estado enamorado y que haya sido herido, que respete el sexo, que haya cometido errores y aprendido de ellos. Quiero a una mujer negra de presidente. Quiero a alguien con dientes torcidos y con una mala actitud, alguien que haya ingerido mala comida de hospital; alguien que se haya travestido, tomado drogas y estado en terapia. Quiero a alguien que haya cometido desobediencia civil. Y quiero saber por qué esto no es posible. Quiero saber en qué momento aprendimos que un presidente es siempre un payaso, siempre un John y nunca una puta. Siempre un jefe y nunca un trabajador, siempre un mentiroso, siempre un ladrón y siempre un impune.
“Quiero un presidente”, Zoe Leonard, 1992


(gracias Federico Argar, por traducirlo y traerlo e iluminar la resistencia contra el reino oscuro que se nos impone)...