martes, 1 de marzo de 2011

Cordobeses estudiaron 116 plantas locales y encontraron que 22 podrían ser insecticidas, herbicidas, fungicidas o antibacterianas.


Científicos prueban plantas nativas como pesticidas

Cordobeses estudiaron 116 plantas locales y encontraron que 22 podrían ser insecticidas, herbicidas, fungicidas o antibacterianas.

El grupo. Investigadores del Conicet y Universidad Católica de Córdoba piensan en un futuro sin petróleo. (Pedro Castillo - La Voz)
El grupo. Investigadores del Conicet y Universidad Católica de Córdoba piensan en un futuro sin petróleo. (Pedro Castillo - La Voz)
Estudios epidemiológicos, toxicológicos y ambientales siguen alimentando la mala fama de los pesticidas sintéticos que actualmente se utilizan en el campo y el hogar para combatir malezas, insectos y hongos.
Además, estos productos tienen sus años contados. Cuando no haya más petróleo, su materia prima, se deberán buscar nuevas formas de elaborar pesticidas. Una de las alternativas está en las plantas nativas.
Con estos datos como premisas, Sara Palacios y su grupo del Conicet y la Universidad Católica de Córdoba estudiaron 116 plantas nativas de Córdoba y la región para detectar compuestos que puedan ser insecticidas, herbicidas, fungicidas o antibacterianos.
Detectaron que los aceites esenciales de 22 especies tienen potencialidad para aplicarse como pesticidas. El grupo está formado por Cecilia Carpinella, Alberto Bertoni, Georgina Díaz Napal, Yanina Rossi, Soledad del Corral y Gustavo Ruiz.
“La disponibilidad de petróleo va a caer en las próximas décadas. Los pesticidas actuales derivan de él; entonces su precio va a aumentar o va a haber menos producción. Esto, y los problemas ambientales que generan las sustancias sintéticas, provocarán un cambio a largo plazo”, señala Palacios.
La investigadora aclara que el objetivo es encontrar principios activos que sirvan como pesticidas y saber cómo funcionan para allanar el camino a la hora de desarrollar productos.
Para lograr que un producto se comercialice se requieren varios estudios toxicológicos que demandan de dos a cinco años y varios cientos de miles de dólares. De esta manera, se logra la aprobación de Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Casi no hay antecedentes de registros de pesticidas naturales.
Todos estos riesgos e inversiones deben ser asumidos por una empresa, que a su vez debe generar el mercado para este nuevo concepto de plaguicidas. No obstante los obstáculos, la investigadora ya firmó un acuerdo con una empresa para comenzar los estudios.

Inicios.
 Palacios comenzó a investigar el paraíso, conocido insecticida. “Aprendimos cómo funcionan los compuestos naturales, cómo extraerlos, cómo medir su poder insecticida”, explica.
Luego estudiaron la flora de la región. Hicieron una colección de 116 plantas nativas de las que obtuvieron sus extractos y los probaron como insecticida, herbicida, fungicida, antibacteriano e inhibidor enzimático. Encontraron que 22 especies tienen potencial. “Detectamos plantas nativas muy activas, aunque no llegan a tener el poder del paraíso. Pero al ser locales y de zonas semiáridas, podrían ser cultivadas o cosechadas para tener un producción industrial”, agrega.
Una de ellas es la Flourensia oolepis o chilca. Tiene una sustancia con gran acción insecticida pero también herbicida y fungicida. “Produce una reducción del hambre en los insectos. Dejan de comer y pierden la capacidad de crecimiento. Los mata antes de que se hagan adultos y se reproduzcan”, dice. Los insecticidas comerciales, en cambio, actúan sobre el sistema nervioso del insecto, y así los mata instantáneamente.
La agricultura orgánica ya utiliza este tipo de productos. Los productores elaboran sus propios pesticidas. Palacios dialoga con ellos para que implementen estas técnicas y algunos ya trabajan con paraíso.
El efecto es menor que cualquier plaguicida sintético. Pero los beneficios se cuentan por otro lado: no dependen del petróleo, son biodegradables y menos tóxicos.
La chilca probó su eficacia con plagas como el gusano cogollero del maíz, la vaquita del olmo y la vaquita del zapallo. Además, contra el fusarium, un hongo que ataca al trigo. Otra planta, la árnica (Trichocline reptans ), fue la más activa como antifúngico. Entre los herbicidas, una de las más efectivas resultó ser el suncho ( Baccharis salicifolia ), que inhibe la germinación de plantas mono y dicotiledóneas.-- 
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Del autor del Blog: Esperemos que si esto resulta bueno para la salud humana, el ambiente y por fin para el agro, se llegue a usar antes de que estas especies desaparezcan.

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