martes, 26 de abril de 2011

Agricultura anticrisis

Agricultura anticrisis

gustavoduch | 25 abril 2011 at 19:02 | Etiquetas: agricultura ecológica | Categorías: Junto a la Soberanía Alimentaria | URL: http://wp.me/pBRSV-kJ


Público. 22 de abril de 2011. Gustavo Duch
El hambre, la peor y la más extendida de las pobrezas, cruel y paradójicamente nunca tuvo nada que ver con la falta de alimentos. En los últimos años, esta afirmación se presenta con su peor cara. Las crisis alimentarias –las subidas de precio de los alimentos básicos– han sido provocadas por la avaricia de personas, organizaciones y mecanismos que se dedican a la especulación con los alimentos. Unos negocios basados en la fabricación de escenarios de malas y pocas cosechas que, mientras consiguen que sus promotores recolecten grandes beneficios, hacen que para muchas familias desayunar, comer o cenar sea algo imposible, sobre todo en los países empobrecidos del Sur que dedican el 70% de sus ingresos a la necesidad de alimentarse.


Pero aun sabiendo que no es un problema de abastecimiento, pues disponemos de alimentos suficientes para todo el planeta –más de la mitad de las cosechas de cereales se dedican a piensos para animales y agrocombustibles; los descartes de la pesca rondan el 40%; sólo en Europa en la cadena de producción, suministro y consumo de alimentos, se desperdicia hasta un 50% de los alimentos; y otros datos que señalan el mal uso y desperdicio de los alimentos–, es necesario revisar qué modelo de agricultura puede ayudar a revertir la situación.
Las características que debemos demandarle a esta agricultura son tres: que tenga capacidad productiva suficiente para la población actual y futura; que sea respetuosa con el medio ambiente y con el uso de los recursos naturales, es decir, que sea sostenible; y que genere el suficiente sustento nutritivo y económico para las personas que la producen, porque es precisamente la población campesina quien más sufre pobreza, en una crisis antigua y estructural.
Como pudimos escuchar el pasado 17 de abril, Día de la Lucha Campesina, los movimientos campesinos defienden con contundencia y perseverancia, frente a la agricultura industrial (la que imita los procesos industriales y fabriles), una agricultura inspirada en la naturaleza: la agroecología. Sus bondades más evidentes (adaptabilidad a diferentes ecosistemas, bajo uso del petróleo, poca contaminación, defensa de la biodiversidad, mejor calidad, etc.) casi nadie las discute. En cambio, siempre se la acusa de ser una agricultura bucólica, romántica e incapaz de producir lo suficiente. Un mito en el que la industria agrícola ha invertido tanto que pareciera que las plantas sólo crecen regadas con productos químicos, los árboles sólo dan frutos si se las abona con fertilizantes sintéticos y las vacas sólo dan leche si se las alimenta con soja.
Pero tenemos fundamentos para afirmar que esto no es así. El más reciente llega del relator especial sobre el Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra su informe “La Agroecología y el Derecho a la Alimentación”, elaborado a partir de las investigaciones más relevantes en estas temáticas de los últimos cinco años, donde se ratifica que “la agroecología puede duplicar la producción alimentaria entre cinco y diez años en regiones donde reina el hambre”.
Para llegar a esta conclusión el informe presenta diferentes estudios y experiencias donde se han aplicado variadas técnicas basadas en la perspectiva agroecológica. Por ejemplo, destaca el estudio realizado por el profesor de la Universidad de Essex (Reino Unido) Jules Pretty en el que se compararon los efectos de la agroecología en 286 proyectos distribuidos en 57 países empobrecidos, englobando en total una superficie de 37 millones de hectáreas, es decir, una superficie muy significativa. Pues bien, los resultados muestran un aumento medio de la cosecha del 79%. O el estudio encargado por el Proyecto de Previsiones del Gobierno del Reino Unido sobre el Futuro de los Alimentos y la Agricultura Mundiales, que examinó otros 40 proyectos en 20 países africanos en los que se impulsó la agroecología durante la década de 2000. En ellos, el rendimiento medio de las cosechas, sólo entre tres y diez años, se duplicó holgadamente. Es decir, una familia campesina, con técnicas muy sencillas, ecológicas y autónomas (por ejemplo, incorporación de peces en los arrozales de regadío, barreras de piedra para mejorar la humedad del suelo, integración de la ganadería con la agricultura, cultivos repelentes de insectos, utilización de leguminosas para fijar nitrógeno y muchas otras) puede ver en poco tiempo más que duplicados los alimentos que puede consumir o llevar al mercado.
Con tales evidencias, y con los problemas que genera la agricultura intensiva, es preciso revisar dos planteamientos urgentemente. Por un lado, en los países más empobrecidos se ha de favorecer la propagación de esta agricultura, creando el entorno propicio –como dice el relator–. Las estrategias nacionales deben incorporar la agroecología como el motor fundamental de su producción de autoabastecimiento, y para ello se debe reorientar el gasto público en agricultura, actualmente centrado en agricultura para la exportación, y apoyar todas las estrategias participativas (por ejemplo los programas “de campesino a campesino”) que permiten la difusión más eficiente de este nuevo enfoque.
Y por otro lado, ¿no deberíamos en los países industrializados, con megagranjas de gallinas y cerdos en clausura, con monocultivos de trigo u olivares, y por lo tanto de pueblos desiertos, de huertas abandonadas, de un campesinado inexistente o envejecido… y paisajes artificiales, revisar –a vista de los resultados presentados– nuestro propio sistema agrario y alimentario?
Gustavo Duch es coordinador de la revista ‘Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas’
ILustración de Jordi Duró
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26-04-2011
Un estudio revela la relación entre caminos y deforestación en la Amazonia
Adital
En el estado brasilero de Pará, la deforestación se concentra alrededor de los 60 mil kilómetros de carreteras. La conclusión es del estudio La Conservación de la Biodiversidad en Diferentes Tipos de Ordenamiento Territorial, Uso y Ocupación en las Carreteras del Estado de Pará , desarrollado por el becario de iniciación científica, Cezar Augusto Borges, bajo la orientación del investigador Leandro Valle Ferreira, del Museo Paraense Emilio Goeldi.
Borges analizó las carreteras Transamazónica, Cuiabá-Santarén (BR-163) y la estadual PA 273, que suman tres mil kilómetros. La elección de las carreteras tuvo en consideración su importancia histórica y el hecho de ser vías para la salida de mercaderías, tanto para el mercado interno como para el externo. La recolección de datos se obtuvo a partir de informaciones cartográficas digitales del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) y del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
La cobertura forestal de Pará es del 66,1%. La deforestación acumulada hasta 2008 es del 19,4%, en relación con el área total del estado, y del 21,3% sobre el área del estado en floresta. Sin embargo, el estudio muestra que en los 50 kilómetros que rodean las carreteras, el promedio de deforestación es del 30,3%, por encima del porcentaje total del estado.
Borges detalla que el promedio de deforestación decrece en la medida en que aumenta la distancia hasta la carretera. "En los primeros 10 km, el promedio varió del 45% al 63,1% y del 15,1% al 30,1% en los últimos 10 km”, explica.
Para el investigador, el proceso de deforestación cerca de las carreteras se debe a las actividades económicas, como la cría de ganado, responsable del 80% de la deforestación de la Amazonia Legal.
Cita el caso de la BR–163, en la ciudad de Santarém, donde se desarrolla actividad agropecuaria y la agricultura mecanizada de cultivo de soja. "La extracción selectiva de madera, la actividad agropecuaria y la ocupación humana son los principales factores causantes de la deforestación, y son facilitados por las aperturas de carreteras que atraen tales actividades”, aclara.
La buena noticia es que en las unidades de conservación y tierras indígenas hay un control eficaz de la deforestación. Borges afirma que el porcentaje de conservación llega a ser un 40% mayor que cerca de las carreteras. "Se observó la eficacia de las unidades de conservación y de las tierras indígenas (áreas protegidas) como instrumento de contención del proceso”, concluyó.
Cambios en el Código Forestal pueden generar más deforestación
Para intentar impedir la constante vulneración del medio ambiente, la Asociación Brasilera de Organizaciones no Gubernamentales (ABONG) lanzó ayer (19) una moción contra las alteraciones propuestas por el diputado Aldo Rebelo para el Código Forestal vigente en Brasil.
La asociación resalta que, al crear el área rural consolidada, el nuevo Código estaría otorgando amnistía a los 40 millones de hectáreas deforestadas y las ocupaciones irregulares ocurridas antes de julio de 2008. "(...) además de premiar a los infractores de la ley como se hace hoy, no aporta una solución para las ocupaciones irregulares, principalmente aquellas más vulnerables a los cambios climáticos. Al contrario, condena a las poblaciones que ocupan estas áreas”, argumentan.
La reducción del área de preservación mínima en las márgenes de los ríos permitirá nuevas deforestaciones en el 90% de los ríos brasileros, lo que impactaría directamente sobre la calidad de vida de las poblaciones ribereñas. También habrá una reducción de las Áreas de Protección Permanente en el entorno de reservas artificiales, posibilitando más deforestación.
La moción puede ser vista en la página http://www.abong.org.br/final/download/codigo_florestal.pdf .
Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cat=20&cod=55765

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Nota de prensa, 25 abril, 2011
Coordinación contra los peligros de BAYER
En la Reunión Anual de Accionistas de BAYER en Colonia el 29 de abril : 

 
Apicultores de toda Alemania han anunciado que van a protestar contra los plaguicidas neonicotinoides con motivo de la asamblea de accionistas BAYER el viernes. Imidacloprid y clotianidina, fabricado por Bayer, se encuentran entre los principales factores responsables de las muertes de abejas en todo el mundo. 
A pesar de estos pesticidas ya prohibidos en varios países, la compañía se niega a detener su producción. La seguridad alimentaria está en peligro a causa de descenso de la polinización.

La Coalición contra los peligros de BAYER presentó un countermotion a la reunión y pide que no el Consejo de Administración será ratificado, a sabiendas de poner en peligro las poblaciones de abejas en todo el mundo. La Coalición ha estado llamando la atención sobre el gran peligro para las abejas y los insectos silvestres planteados por los productos agroquímicos, desde la década de 1990.

Sólo recientemente las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA publicó un informe sobre las muertes de abejas y describió la BAYER plaguicidas Poncho (clotianidina) y Gaucho (imidacloprid) como un riesgo para numerosos animales. El estudio dice: “Los insecticidas sistémicos, tales como los utilizados como revestimientos de semillas, que migran desde las raíces a través de toda la planta, hasta llegar a las flores, lo que potencialmente puede causar la exposición crónica tóxicos para los polinizadores no objetivo. Varios estudios revelaron la alta toxicidad de los productos químicos tales como el imidacloprid, clotianidina, tiametoxam y los ingredientes correspondientes para animales como los gatos, peces, ratas, conejos, pájaros y lombrices de tierra. Los estudios de laboratorio han demostrado que los productos químicos tales pueden causar la pérdida de sentido de la orientación, la memoria y afectar el metabolismo cerebral, y mortalidad por cualquier causa. ”

Debido a su alto nivel de persistencia, los neonicotinoides puede permanecer en el suelo durante varios años. Aunque los cultivos sembrados en campos no tratados cuando las sustancias se utilizaron en los años anteriores puede llevar hasta las toxinas del suelo a través de sus raíces y contienen concentraciones que son peligrosos para las abejas. Los efectos de la clotianidina mostró particularmente dramática en la primavera de 2008: en el sur de Alemania, el insecticida causó el mayor número de muertes de abejas en las últimas décadas. La intoxicación como resultado del tratamiento de semillas de maíz, que derivó en los campos vecinos. Sin embargo, Poncho y Gaucho se siguen utilizando en la agricultura y la jardinería. En Alemania, esto dio lugar a alrededor de un cuarto a un tercio de todas las poblaciones de abejas que se perdió el año pasado. las abejas silvestres, mariposas y otros insectos útiles desaparecido en muchas regiones, al mismo tiempo.

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