lunes, 18 de abril de 2011

Retroprogresismo y apariencias que no engañan

Los tres retroprogresismos juntos....
1-

Por Alfredo Grande 

“Qué es impunidad, Aníbal me preguntas, clavando en mi pupila tu pupila azul, impunidad..¿y tú me lo preguntas? Impunidad: eres tú”.     (Aforismo implicado que parafrasea a G. A. Bécquer)
Dos días después de la muerte de Humberto Ruiz, Sapito para sus conocidos en la Villa 31, fallecido tras un ataque de epilepsia que hubiera sido subsanable con la simple aplicación por vía inyectable de la medicación correspondiente, fue trasladado al cementerio de Chacarita. Como se había señalado en la edición de ayer, ni la propia muerte interrumpió en Sapito el proceso de discriminación que los marcó a él y a sus pares de piel y pobreza mucho antes de que la ambulancia se negara entrar hasta su casa, incluso con custodia policial: el Gobierno de la Ciudad, que no le había provisto de atención sanitaria, tampoco le ayudó para limpiar su error incluyéndolo como vecino, al menos, en el pago de su féretro, el traslado, o los gastos de velatorio.
Entretanto, en un galpón de la 31 bis, donde debiera haber un prometido centro de salud que no lo hay, Claudio Morgado, María Rachid, presidente y vice del Inadi, se reunieron con medio centenar de delegados de la 31 y 31 bis, para escuchar sus reclamos y avanzar en un programa que ya lleva tres meses in situ, y que se propone desplegar un abanico de acciones contra la discriminación. Por Horacio Cecchi (Pagina 12)

(APe).- Mi padre, Enrique Grande, fue afiliado y dirigente del Partido Demócrata Progresista. Feroz adversario de Horacio Thedy primero, y de Martínez Raymonda después, intentó sostener una militancia junto a Hilmar Digiorgio, Luciano Molinas, y en los últimos años, con Ricardo Molinas. En esos tiempos, la palabra progresista tenía la marca de los discursos de Lisandro de la Torre, la denuncia del pacto Roca Runciman, y el asesinato de Enzo Bordabehere. En estos tiempos, el progresismo es apenas el chador con el que se cubren el rostro capitalista los que se quejan del capitalismo, pero nunca se decidirán a combatirlo. Los males del capitalismo, desde el saqueo de los recursos naturales, hasta la perversa distribución de la pobreza, se piensan disimular, apenas,  con mejor capitalismo.
Como persuadir al mejor mosquito para que no contagie el dengue. En los tiempos de la inclusión, que algunos llaman keynesianismo y los más osados “estado de bienestar”, hasta el más amarrete parece generoso. La copa llena de champán  derrama algunas gotas de “chinato garda”. En los tiempos de la exclusión, del costo social del ajuste, de la pobreza estructural, del hambre endémico, la copa de los pocos sigue llena, pero no derrama, porque uno nunca sabe.  Sentimos, al igual que el ministro radical de economía en plena hiperinflación  (Pugliese, pero no Osvaldo) que hablamos con el corazón, pero nos contestan con el bolsillo. Y los bolsillos de los políticos de raza (desde el caniche al gran danés, pasando por el mastín napolitano) están llenos y desbordantes de ambición. La ambición de poder convierte al progresista en un matarife. Volverá, y aunque jamás será millones, sueña con al menos rejuntar algunos miles, o cientos de miles. Al menos en la Ciudad de Buenos Aires, la reina de la plata, las candidaturas a Jefe de Gobierno se multiplican. Desde amado Buenos Aires, (Boudou) hasta tomar la ciudad (con Tomada). Pasando, supongo, por filmarla (con Filmus). Tres de un solo frente, claro que siempre para la victoria; al menos para dos ni siquiera será contrafrente para la derrota.
El retroprogresismo enarbola la asignación universal, pero mantiene el IVA a los alimentos de la canasta familiar, incluyendo los fideos y el “daño niño”. El modelo agro exportador, denostado hasta la rabieta y los gritos, hoy es garante real, aunque no simbólico, de la bonanza clasemediera y de la riqueza de la aristocracia semillera. Nadie acumula riqueza para distribuirla. El combate contra la pobreza, si no fuera una consigna retroprogresista, debería ser subvertida a un combate contra la riqueza. La que es producto del enriquecimiento ilícito también. El empobrecimiento lícito queda encubierto por la discusión del impuesto a las ganancias sobre salarios. Paradoja psicotizante que sólo los retroprogresistas pueden sostener. No se discute, (en realidad no discutimos de nada, aunque nos peleemos por todo)  sobre la esencia del impuesto, sino sobre los valores a los que se aplica. Parece que desde la óptica del impuesto es mejor ser soltero sin hijos, que estar amancebado con hijos. Que un sueldo sea ganancia ni siquiera sirve para un chiste de mi unipersonal. La incuestionable ministra coraje, Nilda Garré, dice como si nada dijera: “el problema es la policía”. No la inolvidable “mejor maldita policía” del reciclado Duhalde, sino la Federal. La misma que los rebeldes de antes, que  seguimos siendo los rebeldes de ahora, definíamos, con precisión, pero sin compañía alguna de los retroprogresistas de antaño, como “la vergüenza nacional.” Ese problema parecería que no lo fue para el actual jefe de Gabinete, el “otro Aníbal”. Una de las características de los retroprogresistas es el uso de un maquillaje facial mezcla de crema humectante y poximix. ¿Dónde está Wally?
Ya escucho voces que me reprochan que el retroprogresismo de la oposición es igual. De eso se trata: el retro inventó una categoría abstracta llamada “la oposición”. Incluso en una diatriba reciente, fue definida como “la opo”. Alguien preguntó que era “la opo” y cuando contesté: “el marido de la opa” me retiraron el saludo. Pero crear categorías formalmente abstractas y luego combatirlas, es un deleite retroprogresista. Porque en esa bolsa de gatos, gatas y roedores, los enemigos reales quedan disimulados. No sea que alguna vez tengamos que negociar con ellos, dios y Menem no lo permitan. Pero los feudales del interior, que ni siquiera llegan a la categoría de retroprogresistas porque están instalados en el lugar del fascio-populismo, saben que la transversalidad tiene cara de hereje. El “experimento Cobos” terminó siendo una saga de Freddy Kruger. Si el Ejecutivo se dormía, Freddy los mataba. Los vituperios contra nuestra propia versión de Peter Sellers, ocultó los mecanismos por los cuales se hizo una alianza con tan derechoso personaje de tan derechosa provincia, habiendo tanta gente de bien, luchadora y honesta, en los pagos del movimiento peronista auténtico. Si algo define al retroprogresismo es la absoluta falta de autocrítica y la absoluta abundancia de reproches… a los demás. Lo sabemos: Macri es fascismo de consorcio. Por lo tanto  odia  al retroprogresismo. Es el partenaire ideal para sostener los “gags” entre Ejecutivo nacional y Gobierno de la Ciudad. Versión remixada de los diálogos entre Alberto Olmedo y Javier Portales. El Maurizio presta, como el niño de los azotes al príncipe, un aporte valiosísimo. Al lado del pro terminator, todos parecen progres verdaderos, progres de raza. Si robarle a un ladrón tiene cien años de perdón, enfrentar a un depredador puede hacer ganar una elección. No le importa al retroprogresista que lo mismo que se combate en la reina de la plata, se aplaude en la provincia de los buenos aires. La paradoja cruel de un oportunismo salvaje, apenas se considera una contradicción menor para los retroprogre. Es más importante quien inaugura la Feria del Libro -después de todo es eso, una feria, o sea, un mega shoping literario-, que la tierra arrasada por las mineras para siempre, que ni propina dejan, luego de haberse comido todo,  incluidos manteles, mesas y sillas. Si el escándalo es la cara visible de la hipocresía, a los retro les encanta escandalizarse. La esclavitud para el trabajo, para la explotación sexual, para el tráfico de órganos, existe hace décadas. Pero son las organizaciones no gubernamentales las que tienen que “laburar” las denuncias. El Ejecutivo Nacional pone anuncios contra el trabajo en negro sin reparar que es discriminatorio asociar negro con ilegal (¿sin reparar?) Pero el estado sostiene muchos contratos basura. Y sostiene el trabajo en blanco, aunque es un blanco de mierda. La memoria histórica y los juicios a los represores, se detienen en un umbral sacro: no recordar las masacres de la Triple A, es decir, de la otra alianza: la anticomunista argentina. La operación Serpiente Roja es embolsada. Palos y a la bolsa, y la dictadura cívico militar se lleva los merecidos palos que a otras y otros ni los rozan de lejos. De retroprogresismo nadie está exento, y el autor de esta nota, menos que menos y menos que más. Pero la categoría política al menos, debe ser pensada. “Sapito” es asesinado por un exceso de retroprogre. Abott y Costello se siguen peleando y, endemientras,  personas sufren y mueren.  El retroprogresismo tiene sus íconos. Viendo el cartel de Aníbal Ibarra, responsable político de la masacre de Cromagnon, y responsable político y cultural del post Cromagnon, pretendiendo ser nuevamente Jefe de Gobierno, recordé a Bécquer, mi socio de amoríos juveniles. Y le dije en la soledad de la ciudad desnuda y peor vestida: “Impunidad eres tú”.
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Retroprogresismo (segunda parte)
  
Jueves, 21 de Abril de 2011 00:12
“He cometido el peor de los pecados. No presento ningún libro en la feria del libro”
( aforismo implicado)

“Una red compra niños en Latinoamérica para venderlos a pederastas alemanes. Vendían a los menores por grandes sumas de dinero.
Los traficantes de niños compraban a los pequeños en Latinoamérica y los traían con documentación falsa a Alemania, donde eran vendidos a pederastas por altas sumas de dinero, según ha explicado un portavoz de la policía de Berlín. Por ahora hay dos detenidos y la investigación sigue abierta. Se trata de dos hombres interceptados en el aeropuerto de Munich, cuando intentaban introducir en el país a un niño costarricense de unos 10 años con documentación brasileña falsificada. Uno de los dos hombres es un ciudadano alemán originario de Berlín y el otro un ciudadano sueco con residencia reciente en la capital alemana. Ambos han sido presentados ya ante el juez de instrucción, aunque su declaración permanece bajo secreto sumarial. El periódico Berliner Morgenpost ha averiguado que utilizaban como tapadera la actividad de una organización de ayuda humanitaria fundada por ellos mismos con el supuesto objetivo de ayudas a niños abandonados o huérfanos a causa del terremoto de Haití. Buena parte de los niños eran efectivamente huérfanos, pero a su llegada a Alemania lo que les esperaba no era la vida mejor que la ONG había prometido en sus pueblos de origen, sino un calvario de esclavitud sexual y en muchos casos posiblemente la muerte, ya que la policía no ha sido capaz de encontrar a un buen número de los niños que, según consta en el expediente policial, han viajado a Alemania con estas mismas personas en los últimos meses.“Es difícil seguir la pista de los niños, porque hemos comprobado que van pasando de manos de un pederasta a otro”, ha explicado la fuente policial citada por Berliner Morgenpost. Rosalía Sánchez | Berlín”



(APe).- Si una de las profecías del mayo francés era ser realistas pidiendo lo imposible, hoy lo posible es el único horizonte de la realidad. “Lo posible” tiene muchas definiciones. La oficialista es: “derechos humanos + capitalismo serio”. Implica bonanza económica, especialmente a costa del endeudamiento. Los créditos para el consumismo (o sea consumo inútil) abundan. Las ofertas en los super con “descuentos” en determinados días, siempre el siguiente al que uno va. En una publicidad un empleado plástico dice: “hoy no, mañana”. Aggiornada versión del “hoy no se fía, mañana sí”. Esos descuentos apenas son un poco menos de los aumentos de todos los días. Dos parejas psicóticas  se diferencian solamente por el banco emisor de sus tarjetas. Sin orgasmos a la vista, reemplazan la voluptuosidad del amor por los espasmos de un paseo de compras. El consumismo del tiempo libre, que algunos llaman turismo, es potenciado con los feriados puente, que este año incluyeron al 24 de marzo, transformando el recuerdo de la sangre derramada en la mediocridad de otro fin de semana largo. El retroprogresismo oficialista abomina de los 90, de las experiencias nefastas del pasado, y mantiene y promociona algunos de sus íconos, con los liftings que los tiempos aconsejan. Es la misma situación de los matrimonios bien avenidos que, de pronto, se separan. A partir de ese momento, nunca antes, comienza la guerra de los Roses. Menem fue recibido en Santa Cruz como el mejor presidente de la historia. Pero sabemos que es más fácil recordar el horror que tener memoria de las vergüenzas. Desde ya, no es lo mismo cambiar la historia que pisotearla y barrerla bajo el piso flotante. Acuerdo que aquel que esté libre de pecados electorales que arroje la primera urna. Sin embargo, no es lo mismo “el que peca por la paga, que el que paga por pecar”. La idea de las colectoras como una forma berreta de la ley de lemas, donde varios puntos sostienen a la misma banca, lejos de eliminar el fundamento de la democracia representativa, simplemente la degrada. Sabatella es la última versión de Scioli. Es decir: Scioli recargado. Por supuesto, recargado con retroprogresismo. Lo curioso que  los dos vicepresidentes que supieron conseguir, son conservadores. Uno es más fiel que el Dr. Merengue y el otro más traidor que Mr Hyde. Pero al retroprogresismo le encanta la teoría de los dos, aunque no sean demonios. La teoría pendular de la historia, versión Petete de la dialéctica, permite sostener el mito del movimiento perpetuo, dentro del corralito de la moralina burguesa y el capitalista way of life. Por eso toda crítica al retroprogresismo K queda anulado por la argumentación: “pero muchas cosas están bien”. Y eso es justamente lo terrible, lo espantoso, lo que no tiene perdón. Nada de lo bien hecho puede ser argumento para disimular lo pésimamente realizado. Algún mal pensado como yo podría decir que “se hace lo bueno para poder invisibilizar lo malo”. La lucha contra algunos monopolios invisibiliza que otros monopolios son propiciados. El Estado en sí, también es un monopolio. Incluso de la fuerza pública, pero no solamente. La ley actual que regula a los partidos políticos, auspicia la concentración de la representación en oligopolios. Esto algunos lo denominan “bipartidismo” y es la versión mas parecida a la de los republicanos y demócratas de la gran tiranía del norte. Yo creo que el Bien solamente debe propiciar más Bien, no tapar el Mal. ¿Qué es más importante: las acciones (o sea los papeles) del Estado en Techint o las acciones del Estado que no erradican el hambre? La asignación universal no es tan universal, pero tampoco debería ser una asignación. Los planes sociales desde el PAN, pasando por el Jefes y Jefas, evidencian aquello que pretenden ocultar. No hay justicia social sin equidad salarial y laboral. Como diría Maurizio, que es Macri: “¿Qué quiere, que los mate?”. Ante esa confesión de parte, toda asignación, aunque no sea universal, es bendita. El problema es que ése es el extremo límite del retroprogresismo: la cínica obviedad de que peor es el fascismo, incluso el fascismo de consorcio de los que están haciendo Buenos Aires psicóticamente. Pero las luchas de tantas y tantos no fue solamente para impedir todas las formas de fascismo, sino para avanzar hacia la derrota política del estado burgués y capitalista. Utopía fundadora de las fábricas recuperadas y de las cooperativas de trabajo. Hoy IMPA está siendo asediada por un poder judicial totalmente divorciado de la justicia. Zanón en Neuquén, La Toma en Rosario, siguen en estado comatoso, sin poder unir legitimidad y legalidad. Tantos años de democracia, tantos festejos multitudinarios, tantos actos y proclamas, y el retroprogresismo no puede aceptar que hay vida por fuera del Estado. Y que es una buena vida, creativa, valiente, bella y justa. Por fuera del Estado no significa morir al este del paraíso. Implica, ya que de eso se trata, sostener lo imposible para cambiar la realidad. La versión más siniestra y más diestra del retroprogresismo (aunque siempre puede haber un poco más) es el clientelismo. Exquisita palabra para encubrir la matriz feudal de lo que se denomina pomposamente, federalismo. El clientelismo es el embrión de las corporaciones, aunque algunas se autodenominan “confederaciones”. La lógica corporativa necesita al retroprogresismo para ocultar su dieta carnívora y sus hábitos predadores. Hay lógicas excluyentes, y desde ya, lo son la corporativa y la cooperativa. Las corporaciones partidarias, donde la representación es sustituida por la restitución (gato por liebre) son las más aptas para sostener la ambición máxima del retroprogresismo: que la parte sea el todo, y luego, ser uno con el todo. Es decir: el absoluto democrático encarnado en un solo “dios verdadero”. En la lógica del monoteísmo discursivo, el adversario será enemigo, y al enemigo, ni justicia. Por eso en su lógica interna el retroprogresismo se acerca a sus enemigos declarados no para combatirlos, sino para imitarlos. Y a veces, los pueblos que tantas veces se equivocan, terminan prefiriendo a los originales que a las malas copias. En ese caso el retroprogresismo tiene su tiro del final: la culpa es de los que por izquierda no los apoyaron sin dudar y sin preguntar, cuando debieron creer aunque fuera absurdo. La trata, la prostitución, la esclavitad laboral, el mercadeo de personas, mujeres, niñas, niños tiene nombres, apellidos, territorios fácilmente localizables. Protocolos, tratados, acuerdos, leyes, parafernalia infinita pero el poncho no aparece. Mujeres secuestradas, torturadas, degradadas, sin apelación alguna al ejercicio de ningún derecho humano. En el retroprogresismo hay mucha queja, poca protesta, pero ningún combate. Víctor Martínez desaparecido, Julio Jorge López desaparecido, Silvia Suppo asesinada, Romina Tejerina presa, la masacre de Cromagnon que transita todas las formas de impunidad, incluso las jurídicas,  son acciones más importantes que las de Techint. Entiendo que para enfrentar al retroprogresismo es necesario un salto político y cultural que podría denominar la unión de las izquierdas. Que nunca será en el marco de las elecciones, que es otra trampa del sistema burgués para que los amigos terminen peleados y los compañeros ofendidos. Recordemos que el fascismo vive. Conocemos la enfermedad, pero no hemos encontrado el remedio. Quizá sea un avance pensar si el retroprogresismo no es un remedio adulterado que los “zanola” de la historia nos recetan.  Yo al menos, no lo tomo.
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Retroprogresismo (última parte)

La trilogía de Alfredo....ultima parte....
Retroprogresismo (última parte)
Por Alfredo Grande   
Jueves, 28 de Abril de 2011
retro12“Pensar es no tener que pedir perdón”
(aforismo implicado)
Walter Bulacio, el símbolo. El 19 de abril de 1991, el joven de 17 años era detenido en una razzia antes de un recital. Murió una semana después. El reclamo de justicia marcó a una generación. Y la impunidad del caso mostró las complicidades de un sector de la Justicia con el poder político y policial. Hace veinte años, a Walter Bulacio lo llevaban detenido a la comisaría 35ª de Núñez, cuando estaba en las afueras del estadio Obras. Tenía 17 años. Una semana después murió producto de la golpiza que esa noche recibió en la seccional. Por el hecho fue acusado el ex comisario Miguel Angel Espósito. El caso se convirtió en un símbolo de protesta contra la represión y violencia policial. Y la causa judicial, que prescribió en el año 2002 y terminó con una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado argentino, resultó un caso modelo de impunidad de la Justicia y su connivencia con sectores del poder policial y político.
Recién en 2008, el gobierno de Cristina Kirchner solicitó a los gobernadores que derogaran los edictos policiales y normas locales que dan vía libre para privar de la libertad a una persona sin orden judicial. Verdú alertó que “la averiguación de antecedentes sigue vigente en todo el país, los Códigos de Faltas son peores que los que estaban en 1991, como por ejemplo el de la Ciudad. Y todas las reformas de los códigos se hicieron con un carácter represivo”.
Leonardo Rossi. PAGINA 12



(APe).- Hace muchos años, un sociólogo francés, Roberto Castel, escribió un libro que se constituyó en un analizador de la institución del psicoanálisis. “El Psicoanalismo: el orden psicoanalítico y el poder”. Mostraba cómo la profecía revolucionaria del descubrimiento teórico freudiano, había sido esterilizada de sus efectos políticos sociales. Una de las consecuencias de ese engendro ha sido el denominado “psicoanálisis individual”. Y la construcción de la coqueta Villa Freud. Mis “Crónicas de Trapo desde el psicoanálisis implicado” intenta ser lo opuesto a la esterilización. Pretende fertilizar el pensamiento político con una reflexión sobre la subjetividad, porque siguiendo a León Rozitchner, “el sujeto es núcleo de verdad histórica”. La historia tiene verdades y una de las verdades fundantes de la historia es la lucha de clases. Por eso mientras hay lucha hay esperanza. La negación de la lucha de clases no implica la armonía y la equidad, sino la hegemonía de una casta. Casta que no se reconoce como tal pero que es una de las marcas de las corporaciones, incluso de las mejores. En la corporación judicial los apellidos se repiten hasta el hartazgo. Se acerca más a mecanismos sucesorios y de herencia familiar, que de logros obtenidos por méritos académicos y experiencias laborales. El retroprogresismo es el equivalente teórico y político del psicoanalismo descripto por Roberto Castel.  El progresismo encuentra tanto en su avance socialdemócrata como social cristiano, un muro de titanio: las inexpugnables corporaciones del modo capitalista, que es económico y cultural. El progresismo retrocede porque hay corrales que no está dispuesto a pulverizar, pero retrocede mirando para adelante, con lo cual suele chocar con algunos impresentables que lo miraban de atrás. No huye, simplemente recula. En la actualidad de nuestra horizonte electoral, colectoras mediante, el progresismo se encuentra con el muro de titanio de las corporaciones partidarias. El PJ y la UCR. La nueva ley favorece a ambas, y con el truco y quiero retruco de alianzas, pactos perversos, y los amores de estudiante de las fórmulas para gobernador, intendentes, incluso presidenciales, ya que sostienen hoy un juramento y mañana una traición, el voto obligatorio, y la atracción del orgasmo de urnas, el alucinatorio social democrático tendrá su ratificación popular. Es decir: las elecciones son la fiesta pagana del retroprogresismo. No se vota porque es democracia, es democracia porque se vota. Por lo tanto el voto es un fetiche y como dijo alguien inspirado, “si realmente sirvieran las elecciones, estarían prohibidas”. Pero como todo fetiche, tiene efectos sobre la subjetividad. El Mio Cid, muerto aun, pero todavía imponente en su cabalgadura, aterrorizaba al sarraceno. El retroprogresismo necesita fetiches, o sea, la mejor trenza de la china, aunque la china ya esté en otra. Por eso necesita lo que denomino el cultivo de la memoria heroica. Y no hay mayor heroísmo que la lucha contra todas las formas de tiranía. En eso coincidimos todos (al menos todos los que leen estas páginas) pero no coincidimos todos cuando digo que hay tiranías de ejercicio aunque no de origen. Viene a mi memoria cuando por decreto de Aramburu, estaba prohibido el nombre de Perón y el periodismo de la época decía: el tirano prófugo. El retroprogresismo de la época, que no tardó en sumarse a sectores reaccionarios, obviaba que había un tirano no prófugo y que era justamente Aramburu. En nuestra actualidad, el retroprogresismo no enfrenta a Scioli, vicepresidente con Néstor Kirchner, al que bien podríamos bautizar como el Cobos de Menem. No lo enfrenta, sino lo que ladea. Le pone al lado al enigmático Sabatella, mentor de un frente anti pro, otra de los deleites del retroprogresismo. En vez de pensar por qué el kirchenrismo coloca un cuerpo con tres cabezas para la ciudad, (lo que parece más digno de Vincent Price o Boris Karloff) busca reunirse con todas las cabezas todas, aunque sea un mismo kuerpo, o sea, está dispuesto a subir al tren fantasma sin problemas. Sabatella lo ladea a Scioli, lo compensa, en cierta forma lo blanquea o lo negrea, pero no le da ningún color. Es como llevar a pasear al rottweiler junto al caniche. Por eso el retroprogresismo puede ladearse por izquierda y por derecha, pero cuando se cae (siempre se cae) se cae por derecha. Y abre el paso a la negación histórica del voto que es la bota. Y volvemos a añorar las urnas, aunque durante un tiempo estarán bien guardadas. Los coparticipes necesarios de la salvaje dictadura no sólo fueron empresarios corporativos, sino también políticos, jueces, abogados, médicos, periodistas, etc. Y por omisión, legiones de mirones y mirandas como cantaba Maria Elena Wlash, auspiciaron y sostuvieron lo que en otros lares denostaban. Creo que siempre citado tero podría ser el logo de retroprogresismo. No hay mayor asignación y nada universal por cierto, que para el selecto grupo de empresas que extraen, contaminan, rompen todo, venden todo y ni siquiera sobras de las bestiales ganancias del banquete depredador dejan. Al retroprogresismo le apasiona marcar enfáticamente cambios, diferencias, decisiones a rajatabla, sintetizadas todas en el fetiche democrático del “nunca más”. ¿Por qué el nunca más excluyó a Walter Bulacio?   ¿A qué edad, clase social, gustos musicales, color de piel, el “nunca más” prescribe?. ¿Por qué el nunca más excluyó a los masacrados de Cromagnon, y todavía algunos periodistas siguen hablando de “tragedia”? Y Marcelita Iglesias, la nena aplastada en el paseo de la infanta, que fue en realidad el asesinato de la infanta. La causa prescribió porque el nunca más, como la mentira, tiene patas cortas. ¿Y el hambre viene de Marte? Y los comics que el gobierno realiza para explicar la deuda externa que además sigue pagando, ¿se harán para los desnutridos, los enfermos, para todos los condenados de la tierra?.  El retroprogresismo ni siquiera se lo plantea. Es más importante discutir por qué Pino Solanas se baja a la ciudad, que de todos modos no es lo mismo que abalanzarse, que pensar como el retroprogresismo ciego, sordo mudo y boludo, le dejó la ciudad servida al fascismo de consorcio de la Matrix Macri. Parece que la última esperanza es la Gendarmería, que en la provincia de Buenos Aires ladea a la bonaerense. El único antídoto que conozco contra el dengue retroprogresista es una dosis permanente de anti capitalismo (el serio, el salvaje, el grotesco, el feudalizado) y dosis graduales de batallas culturales que subviertan el orden de todos los cementerios, públicos y privados. Haber extraditado a Joaquín Perez Becerra a Colombia por parte del gobierno chavista va en el sentido contrario. Del socialismo del siglo XXI al feudalismo de siglos pasados. El retroprogresismo propicia, atrae, invoca y convoca aquello que dice detestar. Y además, nos llena de culpa cuando pretendemos pensar. Y de la culpa sólo salimos en una implicación colectiva y autogestionaria.

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