Luciana Manildo es licenciada en Sociología, magister en Ciencias Sociales, investigadora docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento y becaria del Conicet. Su trabajo de investigación aborda las transformaciones operadas en las últimas décadas en la agricultura familiar pampeana, y en el libro suscribe el capítulo titulado "Los pueblos hoy: estructuras sociales, empleo y condiciones de vida", junto a Carla Gras. Lo que sigue es parte del diálogo que Prensa Regional mantuvo con ella.
-¿Qué cambios pudieron registrar en la región pampeana a partir de la década del 90?
-Si bien el agro pampeano ha sido históricamente muy dinámico, en la década del 90 se dan una serie de cambios que tienen una dinámica y una velocidad que hacen muy difícil la posibilidad de procesarlos y de adecuarse activamente a la nueva situación, con lo cual ahí hay un primer registro que marca un corte respecto al mundo chacarero. Es muy importante tener en cuenta esta cuestión de no pensar un pasado estático versus un presente dinámico. La verdad es que el sector agropecuario, especialmente el pampeano, ha sido siempre muy dinámico en nuestro país, pero los años 90 marcan una ruptura. Para pensar esa ruptura hay que hacer referencia a las reformas estructurales, a la desregulación del sector, a la liberación de los transgénicos, a la presencia del sector financiero con rasgos absolutamente novedosos, que da lugar a procesos de endeudamiento, que tiene que ver con una serie de cambios que impulsan a los chacareros a modernizarse sin tener las herramientas para poder hacerlo. Junto con todos estos cambios la aparición de la siembra directa, la cuestión de los transgénicos, viene acompañada de una demanda de gestión, de consideraciones empresariales que no habían sido requeridas en el pasado. Uno ve que la necesidad de modernizarse, la necesidad de incorporar capital, de cambios en las prácticas productivas y en los modelos de gestión tuvo un impacto directo que se ve en el lapso intercensal entre el 88 y el 2002.
-Es decir que el modelo obliga al productor a convertirse en empresario, y el que no se adecúa queda en el camino...
-Exactamente, y además bajo discursos que están planteando que el nuevo modelo tiene lugar para todos, con lo cual devolvía sobre los propios productores la responsabilidad que le vaya bien o mal cuando es una cuestión objetiva que si vos necesitás más capital y más superficie para que ese capital sea rentable básicamente no hay lugar para todos. Y es esto tuvieron mucho peso discursos institucionales, entre otros el de Federación Agraria Argentina. La propia FAA promovía en los años 90 este discurso de un modelo con capacidad de integración. Con lo cual este proceso de modernización compulsivo, de reconversión compulsiva de perfil, dejó a los chacareros muy en soledad para interpretar los cambios, porque sus propios referentes les estaban diciendo que era viable.
-¿Cómo impactaron los cambios en la vida cotidiana de la gente de estos pueblos?
-Si lo miramos desde el punto de vista de las condiciones estructurales uno lo ve directamente en los niveles de bienestar de los hogares, en el nivel de empleo, en la estratificación social, en particular en Alcorta, donde uno ve que la relación de pobreza es muy cercana a la relación de pobreza de los grandes centros urbanos. Vos tenés en Alcorta, de acuerdo a los estudios que hicimos en el 2007, habría que actualizar estos datos para poder pensar en la actualidad, pero tenías el 14% de pobreza, al que habría que agregar un 8% de población en riesgo inminente de caer en la pobreza, y un 19% en riesgo medio. Estamos hablando de una reversión en términos de procesos muy marcados de polarización en la estructura social que uno directamente puede asociarlos a la expulsión de mano de obra en el sector, que había sido históricamente proveedor de empleo. Entonces uno ve por un lado procesos de polarización social, porque efectivamente el sector sigue generando en el proceso de sojización una masa de riqueza sustantiva pero esa riqueza no derrama sobre el pueblo. Porque también han cambiado los actores que participan de la producción agropecuaria, las formas de inserción en la producción agropecuaria, de modo que esa riqueza que se genera produciendo soja no se traduce en el empleo, y tampoco en el consumo en el pueblo, con lo cual el comercio se ve fuertemente afectado, es decir: todos los efectos de derrame de la producción sobre la dinámica de los pueblos se han visto en buena medida alterados y han vivido el impacto de estas transformaciones.
-Esta investigación desmitifica esa idea que dice que "si al campo le va bien le va bien a todos".
-Absolutamente. Si bien se reactivó esta idea de que "la Argentina vive del campo", "los pueblos viven del campo", que estuvo muy fuertemente planteada en el conflicto del 2008, es muy gráfico ver cómo el proceso de expulsión de productores de los 90 significó rápidamente un empobrecimiento del conjunto del pueblo y una alteración de la dinámica establecida, sedimentada en la vida de los pueblos, pero la reactivación y recomposición del sector luego de la convertibilidad no se tradujo necesariamente en una mejoría en las condiciones de vida de las poblaciones.
-¿Qué tipo de identidad del gringo se constituye alrededor de este modelo de sojización?
-La imagen arquetípica del gringo trabajador, la noción de esfuerzo fuertemente asociada a la identidad y a la asociación entre el sujeto y la tierra -esto de ser lo que se hace, esto de ser chacarero que implicaba una definición subjetiva que se materializaba en el trabajo cotidiano- ha sido rota por este modelo. Porque la noción misma de trabajo quedó rota, si bien tiene una reactivación simbólica en circunstancias como las del conflicto del 2008, en la práctica concreta este es un modelo que parece prescindir del trabajo salvo en momentos puntuales. Uno ve en la dinámica de los pueblos esta situación en la que los productores no van al campo salvo en los momentos puntuales en que la labor lo demanda. Ahora, desde qué anclaje se construye la identidad, me parece que está en pleno proceso de mutación y recomposición. Me impactó mucho, haciendo un trabajo de campo luego del 2008, una definición que es fuerte, pero era la que planteaban en los pueblos: una imagen que se contrapone con la de gringo trabajador, y es la imagen de "los comeasados". Para mi es muy significativa porque marca la medida de la riqueza: el que come carne todo los días.
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Jorge Cadús: Es periodista. Es redactor de la revista Postales y de la página web de noticias Portal de los Pueblos. Forma parte del grupo editor del Proyecto Alapalabra, de Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario, y es columnista de Crónicas del Sur (Radio AZ Rosario, sábados, 16 hs). Publicó "Postales de un desierto verde" (Tropiya ediciones, 2005); "Un tiempo ayer ceniza. Historias de la dictadura en el sur de la provincia de Santa Fe" (EMR, 2006) junto a Facundo Toscanini; y "Combatiendo al capital. 1973-1976. Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino" (EMR, 2009), en colaboración con Ariel Palacios. En TV fue director periodístico de "Audiencia Debida. Crónicas del sur" (Cablevisión Alcorta / Sacks Paz Televisora), y actualmente de "Estación Sur. En los rieles de la patria", por esas mismas señales.
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