martes, 20 de septiembre de 2011

la guerra del clima o, capitalismo: siempre en clima de guerra...


Internacionales | Calentamiento global

Guerras y clima: pareja de riesgo

Por primera vez se relaciona a El Niño con los conflictos armados. Sequías e inundaciones.

Por Andrea Gentil

Excesos. Las inundaciones también aumentarían los conflictos, debido a los movimientos de población que implican.
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Los acuíferos o reservorios de agua subterránea que corren bajo ciudades tan populosas como Beijing, Nueva Delhi, Bangkok, se están secando. Ríos como el Ganges, el Jordán, el Nilo y el Yangtze están, buena parte del año, reducidos a su mínima expresión. En la antigua Unión Soviética, el Mar Aral se contrajo a un cuarto de su tamaño original, dejando tras de sí una gruesa costra de sal. En el año 2006, Londres y sus más de 7,5 millones de habitantes fueron golpeados por la peor sequía de las últimas tres décadas, y hubo restricciones en el abastecimiento de agua; pero en el verano del 2007 el exceso de lluvias causó inundaciones devastadoras y otra vez hubo problemas en la provisión de agua potable. 
La falta de agua, las sequías, combinadas con inundaciones, fueron las responsables, de acuerdo con variados estudios científicos, de conflictos sociales que implicaron, inclusive, la caída de imperios: el Akkadiano en el Golfo Pérsico hace 6.000 años; la civilización Maya de México entre el 700 y el 800 a.C.; diversas dinastías chinas en 1.900 años; los últimos levantamientos en el África Sub-Sahariana. Todos, dicen expertos, se relacionan con momentos climáticos devastadores. 
En el corredor pastoril de África del Este hay un patrón básico: durante las épocas de sequía, el agua y las pasturas empiezan a escasear y parte del ganado muere. Para abastecerse, dicen los expertos, muchos hombres jóvenes atacan a sus vecinos. “El cambio climático antropogénico implica que Kenia está teniendo un aumento de sus temperaturas, y sequías más frecuentes, aun cuando está recibiendo más cantidad de precipitaciones –asegura Christian Parenti en su libro “Trópico del caos: el cambio climático y la nueva geografía de la violencia”–. El problema es que la lluvia ahora llega de manera errática, en tormentas violentas y abruptas, todas de una sola vez, en lugar de ir sucediéndose a lo largo de una estación. El reloj de las lluvias, del que dependen la sociedad y la agricultura, están cada vez más fuera de sincronía”. 
Clima hostil. Esta semana, un grupo de científicos del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) logró relacionar a El Niño con el aumento en las guerras y los conflictos armados en el mundo. El Niño, que cada tres a siete años aumenta las temperaturas y reduce la cantidad de precipitaciones, duplicó el riesgo de guerra civil a lo largo de 90 países tropicales en los últimos 50 años. Y pudo haber contribuido a desatar hasta un quinto de los conflictos armados mundiales. La investigación fue publicada en la revista Nature (una de las dos más importantes en las que se dan a conocer hallazgos científicos, junto con Science). 
El estudio no le echa la culpa de todo a El Niño. Pero son muchos los científicos (la mayoría) que piensan que el cambio climático volverá más extremos los ciclos climáticos naturales, y algunos inclusive sugieren que el caos que está viviéndose en algunos lugares como Somalia (África) es impulsado por el calentamiento del planeta Tierra. 
La Oscilación del Pacífico Sur El Niño/La Niña (ENSO, en términos técnicos) es un calentamiento y enfriamiento cíclico del Océano Pacífico tropical. Afecta gran parte de África, el Medio Oriente, India, el este de Asia, Australia, América, donde vive más de la mitad de la población de todo el mundo. Durante el período de La Niña, fresco, las lluvias pueden ser relativamente abundantes en las zonas tropicales; mientras que con El Niño la temperatura aumenta y las lluvias escasean. El ciclo puede durar tres años, pero no siempre es igual; a veces se extiende hasta siete, y las inundaciones y las sequías empeoran. 
Los científicos rastrearon a ENSO desde 1950 y hasta el año 2004. Después lo relacionaron con los conflictos civiles que hubieran matado a más de 25 personas en un año. Los datos finales incluyeron a 175 países y 234 conflictos, la mitad de los cuales causaron más de mil muertos “en batalla”. ¿Qué sucedió en las naciones que están bajo el influjo del ENSO? 
Cuando quien dominó fue La Niña, la chance de una guerra civil fue del 3%; pero cuando el preponderante fue El Niño, esa chance se duplicó, llegando al 6%. Los países que no reciben los influjos del ENSO se quedaron en un 2% de probabilidades de tener batallas civiles. En resumidas cuentas, los científicos aseguran que El Niño influyó en un 21% de las guerras civiles mundiales y en un 30% en los países en los cuales el ciclo climático golpea de manera directa. 
“Nadie debe tomar estos resultados para decir que el clima marca nuestro destino –advierte Mark Cane, uno de los autores de la investigación, y el mismo experto que dilucidó los mecanismos de El Niño hace ya 30 años–. Pero esta evidencia es muy fuerte, en el sentido de que el clima sí tiene una influencia mensurable en cuanto más guerrea la gente a nivel global”. Cane admite que no saben exactamente por qué la sequía, el calor, las inundaciones alientan los conflictos. “Pero si en un lugar hay inequidad social, la gente es pobre, y hay tensiones subyacentes, es muy factible que el clima pueda dar el golpe de knock out que encienda la chispa”. 
Esto se da, de acuerdo con la evidencia, en los países en desarrollo o muy pobres. Australia, por ejemplo, hay influencia por El Niño y por La Niña pero nunca se vivió una guerra civil en primera persona. 

Solomon Hsiang, economista de la Universidad de Princeton, dice que hay dos países que ejemplifican cómo el clima se relaciona con las guerras. Y esos dos países son, según él, Perú (y sus sequías de 1982, que coinciden con la escalada de Sendero Luminoso), y Sudán (África), que vivió diversas revoluciones siempre en épocas de influencia directa de El Niño: 1963, 1976, 1983. En este último caso, la guerra duró 20 años y mató a más de dos millones de personas. El Salvador, Filipinas, Uganda, Angola, Haití, Myanmar, Congo, Eritrea, Indonesia y Rwanda son algunos de los países que tuvieron luchas prolongadas en tiempos de El Niño. 
¿Luchas acuáticas? En el 2007, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dijo que el calentamiento global producido por el ser humano a lo largo de este siglo llevará a sequías, inundaciones, aumento en la cantidad e intensidad de las tormentas, subida en el nivel de los mares, con la consecuencia potencial de provocar hambre y miseria en millones de personas. A lo largo de los últimos años, investigadores de distintas disciplinas escribieron libros y se dedicaron a hacer estudios sobre este tema, y cada vez es más fuerte la idea de que las guerras por el agua están a la vuelta de la esquina. El economista Lord Nicholas Stern, autor del Stern Report del 2006 que analiza el posible impacto económico del cambio climático opina que si no se logra reducir el calentamiento global “podría haber una guerra mundial extendida”. 
Sin embargo, no todos los estudiosos del tema están convencidos de que la falta o el exceso de agua y los cambios climáticos en general tengan conexiones tan estrechas con la violencia generalizada. Bruno Tertrais, investigador que integra la Fundación para la investigación estratégica, por dar un ejemplo, dice que en las épocas cálidas del planeta es cuando ha habido más paz: “Nada indica que las guerras del agua o las olas masivas de refugiados climáticos estén en el horizonte”. Asegura que más frío implica menos cultivos, más hambre, más inestabilidad. Pero al mismo tiempo admite que esta relación fue disminuyendo desde la Revolución Industrial, a medida que las sociedades se modernizan van dependiendo menos de lo que suceda a nivel local con la agricultura. 
Mientras que asegura que la cantidad de guerras se redujo entre 1989 y 2009, aún cuando el clima se recalentó, dice: “Por supuesto, algunos cambios locales del clima pueden tener impacto en la estabilidad de las sociedades y esto incrementa la propensión a la violencia colectiva, generalmente en los países menos desarrollados”. Pero dice que esto sucede, en realidad, cuando hay abundancia, y no sequías o pérdidas por inundaciones. A lo largo de su análisis, lo que en realidad hace Tertrais es negar la existencia del calentamiento climático producido por mano humana, más que la influencia del clima sobre los conflictos armados. 
Un estudio hecho por el mismo Instituto para Estudios Estratégicos dice inclusive que el cambio climático jugó un rol importante en la Primavera Árabe del 2011. Eventos climáticos adversos del 2010, como por ejemplo las lluvias récord que hubo en Canadá, las sequías en la ex Unión Soviética, ciclones en Australia, inundaciones en Asia, llevaron a un aumento en el precio de los alimentos, lo que a su vez se transformó en descontento y fue uno de los elementos de las manifestaciones en los países árabes. Nadie dice que el clima, con sequías, inundaciones, tormentas, desplazamientos de personas huyendo del desastre, sea el gran responsable de los conflictos armados. Pero sí lo señalan cada vez más como uno de los detonantes.
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