lunes, 4 de marzo de 2013


España se alineará con la UE en el uso de plaguicidas y protección de abejas

Madrid, 4 mar (EFE).- El Gobierno adoptará una posición alineada con la Unión Europea y no tomará medidas de carácter unilateral sobre el uso de los plaguicidas neonicotinoides y fenilpirazoles en España, que, según diversos estudios, provocan la disminución del número de abejas y el colapso de las colonias.
 La abeja de la miel británica, una de las especies de abejas más comunes en el Reino Unido, se encuentra al borde de la extinción a causa del cambio climático y los pesticidas, según un estudio científico. En la foto de archivo, una abeja en una flor. EFE/Patrick Pleul
Así lo ha informado el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, durante su comparecencia en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara Alta.
En respuesta a una pregunta del senador socialista, Miguel Fidalgo, Ramos ha señalado que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente está prestando la atención que la cuestión merece y que los informes recibidos han sido mirados con preocupación por la Comisión Europea, quien ha elevado ya una propuesta de reglamento para que sea debatida por los Estados miembros.

El objeto de la propuesta, ha referido, es restringir el uso de productos fitosanitarios que contengan familias de neonicotinoides y aquellos cultivos que puedan suponer un riesgo para las abejas y establecer medidas de mitigación de riesgo para la protección de esta especie.
El ministerio, ha concluido el secretario de Estado, está analizando la propuesta, valorando la necesidad de mantener cultivos que se consideren imprescindibles y para los que no haya productos alternativos, "y que por lo demás minimicen el riesgo para las abejas".
Según Ramos, España ha enviado ya sus comentarios a la Comisión para contribuir a una toma de decisión conjunta, con una base científica, sabiendo que España no quiere en modo alguno perder su sector apícola.
Al formular su pregunta, el senador Fidalgo ha recordado que España es el país con la mayor cabaña apícola y principal productor de miel de la UE, y ha considerado que el país no debe esperar a ver qué hace Europa y debe tomar la delantera.EFE

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La polinización peligra por el declive de las abejas silvestres


La mala salud de las colmenas no es el problema: los polinizadores salvajes hacen el trabajo y las pasan aún peor

JAVIER SAMPEDRO Madrid 



Invertir en estudiar el despoblamiento de las colmenas puede no se rentable.

El despoblamiento de las colmenas, una enfermedad que elimina a la mayor parte de una colonia de abejas, lleva una década angustiando a los apicultores de toda Europa y la mitad de Estados Unidos, y no han sido pocas las investigaciones sobre los parásitos, virus, bacterias y condiciones ambientales que lastiman a estos insectos domésticos. Los últimos datos, sin embargo, indican que esos trabajos han errado el tiro. No porque estén mal hechos, sino porque el problema realmente grave está en otro sitio: en los insectos polinizadores silvestres, que son los responsables de gestionar de la mayor parte de los cultivos esenciales para la alimentación mundial. Y que lo están pasando todavía peor que sus camaradas domesticadas.
Un consorcio internacional coordinado por Lucas Garibaldi, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en San Carlos de Bariloche, Argentina, ha revelado en una investigación masiva sobre 41 de las principales plantas de cultivo en los cinco continentes que no son las abejas de colmena, sino los insectos silvestres –muchos de ellos también abejas— los que polinizan esos cultivos con mayor eficacia.
El trabajo de los polinizadores silvestres produce el doble de fruta (o frutos, más en general) que el de sus colegas asalariadas. Esta es la mejor forma de medir el rendimiento de estos insectos: el fruto es el resultado directo de la polinización de una flor; y las semillas son el indirecto.
La principal conclusión del macroestudio es que, pese a que las colmenas de los apicultores pueden ayudar en la tarea de polinizar los cultivos, curarlas de sus enfermedades puede ser un empeño demasiado costoso. Aunque tuviera un éxito del 100% --y en la actualidad nos aproximamos más al otro extremo de la escala—, la apicultura no podrá nunca cubrir la baja de los polinizadores de campo abierto, si esta llegara a producirse. Y lo peor es que ya da signos.
“La supervivencia humana depende de muchos procesos naturales, oservicios de los ecosistemas, que no suelen contabilizarse en los estudios de mercado”, escriben Garibaldi y sus colegas en Science. “La degradación global de esos ‘servicios’ empobrece la capacidad de la agricultura para satisfacer la demanda de una población humana cada vez más numerosa y con más recursos”. La polinización por los insectos silvestres es un paradigma entre esos servicios ecosistémicos, y uno de los más vulnerables, según los científicos del consorcio. No solo la abundancia, sino también la diversidad de estos trabajadores ‘espontáneos’, está declinando en todos tipo de campos de cultivo.
Otra investigación de Laura Burkle y sus colegas de las universidades de Washington, Montana e Illinois, también presentado hoy en Science,muestra un buen ejemplo de los procesos implicados en ese empobrecimiento general. Los investigadores han aprovechado los registros históricos sobre interacciones planta-polinizador particularmente detallados del estado de Illinois, que se remontan a finales del siglo XIX. Y muestran que el ‘servicio’ de polinización silvestre no ha hecho más que declinar desde entonces, tanto en cantidad como en calidad.
La principal razón de esta pérdida, concluyen los autores, es la desaparición, o erradicación, de la mitad de las especies de abejas silvestres que campaban por la zona en el siglo XIX, y tal vez desde hace 10.000 años. Otro factor es el cambio climático, que ha desfasado la temporada de floración con las fechas de máxima actividad de las abejas. Pero este es justo uno de los inconvenientes que podrían evitarse si las especies de abejas fueran más diversas. La variedad garantiza que haya al menos una especie para cada temporada. O para cada nuevo imprevisto causado por la inventiva humana.

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