lunes, 12 de agosto de 2013

Le tocó a rosario. Por Javier Jiunta

Le tocó a rosario. Por Javier Jiunta

Pero no es una exclusividad ni mucho menos.
La ciudad como forma de organizar la convivencia ha demostrado toda su fragilidad.
El incendio de un edificio. 18 muertos.
La caída de una parte de un juego de diversión. Dos hermanas menores de edad muertas.
El choque frontal de 2 autos a pocos kilómetros de aquí. 7 muertos, una familia completa.

El incendio de un colectivo, 20 pasajeros que bajan a tiempo.

Esas son las noticias de esta ciudad por estas horas. Que más se puede agregar.
Después vendrán los optimistas de siempre (que por suerte los hay y muchos) para decir que la solidaridad, el compromiso, y tantas otras cosas nos salvan y nos generan esperanzas de poder seguir adelante. Pero creo, tenemos que ir un poco a las raíces de estas tragedias, a las razones por las cuales, rosario ya no es la mejor ciudad para vivir, como rezaban sus carteles hace ya unos 15 años.


En realidad me cuesta salir de una pequeña contradicción. Es Rosario? O son todas las ciudades grandes del mundo?
Pues intentemos deshojar esa margarita.

La ciudad como forma de organización social no tiene más de 300 años.
O sea, la ciudad es una construcción del capitalismo. El sistema socio-económico bajo el cual vivimos.
Pero digamos que en los últimos 60 años, sobre todo en la Argentina se ha profundizado y se ha llevado hasta su extremo esto de la ciudad como el mejor lugar para vivir, o el único quizás.
Y los últimos 20 años con la revolución tecnológica conservadora del campo argentino, (porque hay que aclarar que es una revolución pero también hay que decir que es una revolución conservadora) la posibilidad de no vivir en la ciudad se ha achicado aún más.

Y pensar que orwel, saint simón y otros pensadores anarquistas o libertarios del siglo 18 proponían formas de organizar la vida en pequeñas congregaciones de no más de 2000, 3000 habitantes.

Lo que quiero cuestionar es esto.
Alguien se imagina en Hersilia al norte de nuestra provincia, pueblo que conocemos y queremos mucho, el incendio de un edificio? La muerte en un mismo instante de 20 personas?

Alguno me contestará pero si en Hersilia no hay ni siquiera gas natural. Claro, que no hay gas natural justamente por las desigualdades de las que queremos hablar. Porque nadie concibe que en el Norte provincial a uno u otro lado de la geografía se pueda vivir bien. Se puedan tener necesidades. De hecho en Hersilia tampoco hay agua potable, ni universidades, ni un buen hospital público, ni más de una fábrica. Pero les aseguro que en Hersilia se vive mejor que en Rosario, Santa Fe, Rafaela o la ciudad que quieran nombrar de más de 50.000 habitantes.

Pero no quiero plantear tan fácilmente la dicotomía campo-ciudad.

Seguramente mis amigos de Hersilia, y otras gentes que viven en pueblos me nombrarán las decenas de cosas que hacen que ese también sea un lugar con dificultades para desarrollarse, o para ser feliz, la falta de privacidad, la falta de oportunidades, la falta de un cine, etc, etc, etc.

Lo que quiero plantear es que los que vivimos en ciudades y sin mencionar, ni apuntar  a la clase política o dirigente como se le llama., nos tenemos que dar cuenta que vivimos constantemente al borde de la muerte. Que ninguna ciudad del mundo esta preparada para alojar a tantas gentes, con tantas necesidades y resolverlas de manera armónica.

Cuando no choca un tren, se incendia un edificio, cuando no se quema un boliche, se derrumban las paredes de un supermercado, cuando no chocan 2 autos, choca una moto, cuando no te matan por una cartera, te entran a tu casa, cuando no se cierran las puertas de un estadio y muere gente asfixiada, te alcanza una bala perdida…

El desarrollo del capitalismo de alto consumo ha hecho que sea necesario vivir o estar cerca de la ciudad para consumir, para acceder, para ser pero también ha hecho que sea Infra-humano vivir en las ciudades.

Esa es la verdad aunque nos duela. Las ciudades se han convertido en espacios dónde antes que vivir, o desarrollar nuestra vida, sobre-vivimos. Mal vivimos.

El trabajo de mi mujer queda a 80 cuadras de nuestra casa.
Mi hija ama subir a los árboles pero antes de que pueda hacerlo tenemos que organizar toda una salida y tenemos que encontrar un árbol disponible…
Mi trabajo me hace recorrer unos 15 o 20 kilómetros diarios entre negocios y negocios para vender un producto por el cual me pagan para no llegar a fin de mes.
Mis amigos más queridos viven a más de 80 cuadras de casa. Para vernos a veces tardamos semanas en acordar un día y horario.
Etc, etc, etc.

Y no hablemos de las villas, o de los barrios más carenciados. Del hacinamiento, de la imposibilidad de llegar a la universidad, de ir al cine, de tener agua limpia, de llegar al hospital, los mismos pesares que veíamos de los pueblos…

En definitiva estas tragedias me hicieron pensar en todas estas cosas, y quería compartirlo, para debatirlo claro, pero les aseguro que cada vez que pienso que vivo en una ciudad de 1.000.000 de habitantes y dónde hay casi 1 auto cada 4 personas (me imagino que en otras ciudades es mucho peor) pienso. O que se acabe rápido el capitalismo (con la acción del hombre y de la mujer claro), antes de que el capitalismo acaba con el mundo, o que por favor al menos dejen de fabricar autos, y en base a eso tantas otras cosas, combustibles agotables, contaminación, concentración.

El auto me parece sin dudas el mayor símbolo de la ciudad, con el edificio claro. Pero de edificios no quiero hablar, ya que puede herir a muchos.
El auto es ese objeto deseado por chicos y grandes que en la ciudad sirve para trasladarse a cualquier lado. Para ir al cole, para ir a trabajar, para ir al club, para ir al super, para todo va. Y todas esas son cosas que se pueden hacer caminando, en bici, en colectivo también, pero el que tiene un auto deja de entenderlo y practicarlo. Y así la ciudad la que amamos, la que nos gusta, se vuelve imposible de respirar, de transitar, de vivir…

La ciudad, el auto, los edificios que linda manera hemos elegido de cagarnos la vida, o de comprarnos la muerte…




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