Le tocó a rosario. Por Javier Jiunta
Pero no es una exclusividad ni mucho menos.
La ciudad como forma de organizar la convivencia ha
demostrado toda su fragilidad.
El incendio de un edificio. 18 muertos.
La caída de una parte de un juego de diversión. Dos hermanas
menores de edad muertas.
El choque frontal de 2 autos a pocos kilómetros de aquí. 7
muertos, una familia completa.
El incendio de un colectivo, 20 pasajeros que bajan a
tiempo.
Esas son las noticias de esta ciudad por estas horas. Que
más se puede agregar.
Después vendrán los optimistas de siempre (que por suerte
los hay y muchos) para decir que la solidaridad, el compromiso, y tantas otras
cosas nos salvan y nos generan esperanzas de poder seguir adelante. Pero creo,
tenemos que ir un poco a las raíces de estas tragedias, a las razones por las
cuales, rosario ya no es la mejor ciudad para vivir, como rezaban sus carteles
hace ya unos 15 años.
En realidad me cuesta salir de una pequeña contradicción. Es
Rosario? O son todas las ciudades grandes del mundo?
Pues intentemos deshojar esa margarita.
La ciudad como forma de organización social no tiene más de
300 años.
O sea, la ciudad es una construcción del capitalismo. El
sistema socio-económico bajo el cual vivimos.
Pero digamos que en los últimos 60 años, sobre todo en la Argentina se ha
profundizado y se ha llevado hasta su extremo esto de la ciudad como el mejor
lugar para vivir, o el único quizás.
Y los últimos 20 años con la revolución tecnológica
conservadora del campo argentino, (porque hay que aclarar que es una revolución
pero también hay que decir que es una revolución conservadora) la posibilidad
de no vivir en la ciudad se ha achicado aún más.
Y pensar que orwel, saint simón y otros pensadores
anarquistas o libertarios del siglo 18 proponían formas de organizar la vida en
pequeñas congregaciones de no más de 2000, 3000 habitantes.
Lo que quiero cuestionar es esto.
Alguien se imagina en Hersilia al norte de nuestra
provincia, pueblo que conocemos y queremos mucho, el incendio de un edificio? La
muerte en un mismo instante de 20 personas?
Alguno me contestará pero si en Hersilia no hay ni siquiera
gas natural. Claro, que no hay gas natural justamente por las desigualdades de
las que queremos hablar. Porque nadie concibe que en el Norte provincial a uno
u otro lado de la geografía se pueda vivir bien. Se puedan tener necesidades.
De hecho en Hersilia tampoco hay agua potable, ni universidades, ni un buen
hospital público, ni más de una fábrica. Pero les aseguro que en Hersilia se
vive mejor que en Rosario, Santa Fe, Rafaela o la ciudad que quieran nombrar de
más de 50.000 habitantes.
Pero no quiero plantear tan fácilmente la dicotomía
campo-ciudad.
Seguramente mis amigos de Hersilia, y otras gentes que viven
en pueblos me nombrarán las decenas de cosas que hacen que ese también sea un
lugar con dificultades para desarrollarse, o para ser feliz, la falta de
privacidad, la falta de oportunidades, la falta de un cine, etc, etc, etc.
Lo que quiero plantear es que los que vivimos en ciudades y
sin mencionar, ni apuntar a la clase
política o dirigente como se le llama., nos tenemos que dar cuenta que vivimos
constantemente al borde de la muerte. Que ninguna ciudad del mundo esta
preparada para alojar a tantas gentes, con tantas necesidades y resolverlas de
manera armónica.
Cuando no choca un tren, se incendia un edificio, cuando no
se quema un boliche, se derrumban las paredes de un supermercado, cuando no
chocan 2 autos, choca una moto, cuando no te matan por una cartera, te entran a
tu casa, cuando no se cierran las puertas de un estadio y muere gente
asfixiada, te alcanza una bala perdida…
El desarrollo del capitalismo de alto consumo ha hecho que
sea necesario vivir o estar cerca de la ciudad para consumir, para acceder,
para ser pero también ha hecho que sea Infra-humano vivir en las ciudades.
Esa es la verdad aunque nos duela. Las ciudades se han
convertido en espacios dónde antes que vivir, o desarrollar nuestra vida,
sobre-vivimos. Mal vivimos.
El trabajo de mi mujer queda a 80 cuadras de nuestra casa.
Mi hija ama subir a los árboles pero antes de que pueda
hacerlo tenemos que organizar toda una salida y tenemos que encontrar un árbol
disponible…
Mi trabajo me hace recorrer unos 15 o 20 kilómetros diarios
entre negocios y negocios para vender un producto por el cual me pagan para no
llegar a fin de mes.
Mis amigos más queridos viven a más de 80 cuadras de casa.
Para vernos a veces tardamos semanas en acordar un día y horario.
Etc, etc, etc.
Y no hablemos de las villas, o de los barrios más
carenciados. Del hacinamiento, de la imposibilidad de llegar a la universidad,
de ir al cine, de tener agua limpia, de llegar al hospital, los mismos pesares
que veíamos de los pueblos…
En definitiva estas tragedias me hicieron pensar en todas estas
cosas, y quería compartirlo, para debatirlo claro, pero les aseguro que cada
vez que pienso que vivo en una ciudad de 1.000.000 de habitantes y dónde hay casi
1 auto cada 4 personas (me imagino que en otras ciudades es mucho peor) pienso.
O que se acabe rápido el capitalismo (con la acción del hombre y de la mujer
claro), antes de que el capitalismo acaba con el mundo, o que por favor al
menos dejen de fabricar autos, y en base a eso tantas otras cosas, combustibles
agotables, contaminación, concentración.
El auto me parece sin dudas el mayor símbolo de la ciudad,
con el edificio claro. Pero de edificios no quiero hablar, ya que puede herir a
muchos.
El auto es ese objeto deseado por chicos y grandes que en la
ciudad sirve para trasladarse a cualquier lado. Para ir al cole, para ir a
trabajar, para ir al club, para ir al super, para todo va. Y todas esas son
cosas que se pueden hacer caminando, en bici, en colectivo también, pero el que
tiene un auto deja de entenderlo y practicarlo. Y así la ciudad la que amamos,
la que nos gusta, se vuelve imposible de respirar, de transitar, de vivir…
La ciudad, el auto, los edificios que linda manera hemos
elegido de cagarnos la vida, o de comprarnos la muerte…
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