Brasil es vecino e importante socio comercial.
Por:
Julio Gambina
La historia reciente remite a crecientes vínculos sociales, culturales y económicos, como balance deacercamiento entre pueblos y gobiernos,especialmente en estos años de crítica discursiva al neoliberalismo. El problema radica en la continuidad esencial de un patrón productivo y de desarrollo con dominación del capital externo en ambos países, la no convergencia de políticas macroeconómicas, lo que resulta en déficit crónico del saldo comercial bilateral para la Argentina, agravado con la reciente devaluación del peso.
En 2003, el tipo de cambio era de 1 dólar a 3 pesos o reales. Parecía un tiempo ideal para la convergencia, y sin embargo, el real se apreció (1 dólar a 2,42 reales) y el peso se devaluó (1 dólar a 7,81 pesos). En diciembre de 2007 ambos suscribieron con otros países el acuerdo para formar un Banco del Sur y financiar un desarrollo productivo alternativo, y a seis años, crisis mundial mediante, vale preguntarse por la responsabilidad de los dos grandes del Mercosur en la responsabilidad por la mora. Es cierto que en 2008 se suscribió un acuerdo para cancelar con moneda local los intercambios entre Brasil y Argentina, pero con escaso resultado.
No se trata de cambiar el saldo del comercio bilateral, modificando la ecuación del ganador circunstancial, sino de pensar regionalmente, incluso más allá de lo bilateral y reorganizar un modelo productivo y de desarrollo en beneficio de las poblaciones locales, con soberanía alimentaria: menos monocultivo y transnacionales de la biotecnología y la alimentación, y más agricultura familiar y comunitaria; energética: menos dependencia tecnológica de grandes petroleras y mayor cooperación y estímulo al desarrollo de la ciencia, la investigación y las tecnologías locales desde nuestras universidades públicas; y financiera: aprovechamiento de las reservas internacionales para otro modelo productivo, con ventajas locales y de integración.
Por:
Julio Gambina
La historia reciente remite a crecientes vínculos sociales, culturales y económicos, como balance deacercamiento entre pueblos y gobiernos,especialmente en estos años de crítica discursiva al neoliberalismo. El problema radica en la continuidad esencial de un patrón productivo y de desarrollo con dominación del capital externo en ambos países, la no convergencia de políticas macroeconómicas, lo que resulta en déficit crónico del saldo comercial bilateral para la Argentina, agravado con la reciente devaluación del peso.
En 2003, el tipo de cambio era de 1 dólar a 3 pesos o reales. Parecía un tiempo ideal para la convergencia, y sin embargo, el real se apreció (1 dólar a 2,42 reales) y el peso se devaluó (1 dólar a 7,81 pesos). En diciembre de 2007 ambos suscribieron con otros países el acuerdo para formar un Banco del Sur y financiar un desarrollo productivo alternativo, y a seis años, crisis mundial mediante, vale preguntarse por la responsabilidad de los dos grandes del Mercosur en la responsabilidad por la mora. Es cierto que en 2008 se suscribió un acuerdo para cancelar con moneda local los intercambios entre Brasil y Argentina, pero con escaso resultado.
No se trata de cambiar el saldo del comercio bilateral, modificando la ecuación del ganador circunstancial, sino de pensar regionalmente, incluso más allá de lo bilateral y reorganizar un modelo productivo y de desarrollo en beneficio de las poblaciones locales, con soberanía alimentaria: menos monocultivo y transnacionales de la biotecnología y la alimentación, y más agricultura familiar y comunitaria; energética: menos dependencia tecnológica de grandes petroleras y mayor cooperación y estímulo al desarrollo de la ciencia, la investigación y las tecnologías locales desde nuestras universidades públicas; y financiera: aprovechamiento de las reservas internacionales para otro modelo productivo, con ventajas locales y de integración.
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