miércoles, 23 de abril de 2014

Agrotóxico, la mala palabra

Miércoles, 23 de abril de 201401:00

Agrotóxico, la mala palabra

Por gentileza de este espacio hace unos meses me publicaron una carta referida a los agrotóxicos, palabra que tanto los grandes productores del país como el propio gobierno tratan de evitar y en lo posible eliminar de las crónicas periodísticas.

Por gentileza de este espacio hace unos meses me publicaron una carta referida a los agrotóxicos, palabra que tanto los grandes productores del país como el propio gobierno tratan de evitar y en lo posible eliminar de las crónicas periodísticas. Siendo ésta una de las pocas y ocultas coincidencias entre campo y gobierno que a espaldas del pueblo se asocian en procura de inescrupulosos beneficios. Como también de las innumerables denuncias que se vienen haciendo sobre el indiscriminado uso de estos potentes venenos, que en países con real conciencia social, al igual que los transgénicos, se han prohibido desde hace ya mucho tiempo. Ante la posibilidad de que algunas personas no hayan tenido acceso a un informe generado en Estados Unidos, aprovecho la generosidad de La Capital y comento que trabajos de investigación realizados en el país del norte indican que un estudio piloto revela alta acumulación de glifosato en la leche materna, tres de cada 10 madres analizadas estaban contaminadas. Simplificando, existen madres que amamantan a sus bebés con leche envenenada (cuidado, no con leche vencida ni comprada en cualquier sitio, no, su propia leche materna está contaminada con este potente pesticida que en Argentina es usado en forma indiscriminada y sin control sanitario). Dicho de otra forma, tres de cada 10 niños amamantados por estas madres son futuros enfermos de cáncer. Dichas pruebas indican y revelan una vez más que tanto Monsanto como los organismos reguladores están equivocados, y mienten con respecto a la bioacumulación del glifosato, tema que suscita gran preocupación en los organismos de salud mundial. En nuestro país el poder de los comodities es tan pero tan poderoso que transgreden los principios básicos de convivencia y respeto por el medio ambiente y sus habitantes. La resolución 350 del año 1999 que fue aprobada sobre tablas por el Congreso de esa época, omitió la posibilidad de una ley de agroquímicos y redactó una norma denominada "Manual de procedimientos, criterios y alcances para el registro de productos fitosanitarios en la República Argentina". Eludiendo ante una grosera o conveniente falta de capacidad intelectual sobre el tema, la forma de categorizar estrictamente dichos elementos, dejando sin establecer ni prevenir la toxicidad subletal, ni la toxicidad crónica, es decir la toxicidad que no mata en un corto plazo, pero contamina, causa serios daños y mata a largo plazo, o aquella que produce la muerte por exposición repetida. ¿Podremos lograr que en un rapto de sensatez y conciencia, algún político no comprometido con los poderes económicos se digne en pedir una revisión sobre aquella infame, traicionera y vergonzosa resolución 350/99? Se lo piden miles de potenciales mutilados congénitos, otros tantos habitantes cancerosos, madres que ruegan no padecer abortos espontáneos, otros miles de infectados cardíacos, personas con afecciones oculares incurables, alérgicas varias.

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