jueves, 6 de noviembre de 2014

NO ES ENTRE RÍOS, ES ENTRE VENENOS

NO ES ENTRE RÍOS, ES ENTRE VENENOS

Que hagan respirar agrotóxicos a Enrique Cresto y Oscar Arlettaz

Mientras legisladores, funcionarios y políticos se preocupan solo por ver como hacen para seguir aferrados al poder, el resto de la sociedad entrerriana se impacienta y se alarma ante la pasividad y despreocupación del gobierno por los terribles casos de cáncer que suceden en la provincia relacionados con el uso de agrotóxicos. Se intentó promulgar una ley muy controvertida, pero la férrea oposición ciudadana logro que se frenara.
Que hagan respirar agrotóxicos a Enrique Cresto y Oscar Arlettaz
"El 80% de las escuelas rurales entrerrianas padecen las fumigaciones con agrotóxicos. Lo que quiere decir que el 80 % de las escuelas rurales tienen lotes de agricultura industrial muy cerca. En muchos casos, a menos de 50 metros. Con lo cual la fumigación es segura. Un cultivo de agricultura industrial que sea maíz, soja, sorgo todo requiere fumigaciones con agrotóxicos. En las encuestas, en los cuadros de situación que hacen los docentes, señalan cuáles son las enfermedades más comunes que tienen los alumnos o que sufren ellas mismas. Son: alergias, problemas respiratorios, problemas de atención, problemas de intoxicación y erupciones en la piel. Muchos de ellos, con el correr de los años se transforman en algún tipo de cáncer."
PARANÁ (U24 Entre Ríos). Dice el Artículo 83 de la Constitución de Entre Ríos: “El Estado fija la política ambiental y garantiza la aplicación de los principios de sustentabilidad, precaución, equidad intergeneracional, prevención,  utilización racional, progresividad y responsabilidad. El poder de policía en la materia será de competencia concurrente entre la Provincia, municipios y comunas. Asegura la preservación, recuperación, mejoramiento de los ecosistemas y sus corredores biológicos y la conservación de la diversidad biológica. Promueve la creación de bancos estatales de reservas genéticas de especies y prohíbe la introducción de las exóticas perjudiciales. Promueve el consumo responsable, el uso de tecnologías y elementos no contaminantes, las prácticas disponibles más avanzadas y seguras, una gestión integral de los residuos y su eventual reutilización y reciclaje. Fomenta la incorporación de fuentes de energía renovable y limpia. Establece medidas preventivas y precautorias del daño ambiental."
 
Todo muy claro, sabiamente establecido y acordado.
 
Sin embargo dos senadores del FPV entrerriano intentaron avanzar con la media sanción de una ley de agroquímicos o ley de agrotóxicos totalmente a contramano de lo que establece la Constitución y que los legisladores auspiciantes del proyecto, Enrique Cresto y Oscar Arlettaz, pareciera que ni miraron. La fuerte oposición social hizo que finalmente no se tratara, pero todo quedó igual. Es decir en el mismo desamparo en que estaba la situación de la aplicación de agrotóxicos.
 
"No tengo dudas de que hay legisladores más cerca de los fumigadores que de los afectados. Se prioriza la rentabilidad económica que trae la siembra directa, con semillas genéticamente modificadas, que la salud de la población”, cuestionó el vocal del Consejo General de Educación (CGE) y ex diputado provincial por el FpV, Héctor De la Fuente, y desató una polémica muy grande sobre la cuestión ambiental y el uso de agrotóxicos; un tema que es muy irritante para el oficialismo entrerriano. Sobre todo cuando no hay inteligencia suficiente para enfrentar el problema.
 
A las declaraciones del funcionario le salió al cruce el senador de su mismo espacio político, Enrique Cresto, pero solo ocupándose de defender la corporación legislativa que él preside y no la cuestión de fondo, que es lo realmente preocupante y grave. La vehemencia puesta de manifiesto por Cresto para defender a los legisladores de la denuncia de De la Fuente sobre cierta connivencia entre el poder y las empresas involucradas en el uso de agrotóxicos, lo único que hizo fue poner aún más dudas. Mucho más, cuando otro legislador, también del FPV, el diputado Reynaldo Navarro, expresó que “los controles por fumigaciones deberían ser más severos”. Senador Cresto…teléfono…
 
El caso San Salvador
 
Cuando decimos que el tema supera a la política por falta de inteligencia, es porque nadie puede entender que desde la misma, sobre todo desde la legislatura, no se haga ningún pedido de informes serio y concluyente, a los funcionarios responsables del área, para establecer las causas de lo que está ocurriendo en la localidad de San Salvador con el incremento de los casos de cáncer, ni que nadie desde la política pueda poner fin a la disposición que permite fumigar hasta 50 metros de las escuela rurales, un despropósito tan grande como que muchos legisladores sigan en sus bancas sin hacer nada.
 
El cáncer, que golpea donde más duele, está apagando lentamente la vida de los vecinos de algunos barrios de la localidad de San Salvador, revela un informe del Diario Uno. La preocupación va en aumento porque hasta ahora no se encuentra una explicación lógica al explosivo incremento del número de casos. La enfermedad en su paso devastador ya se cobró varias vidas, mientras otros todavía la pelean contra una patología que aún no tiene cura. Como en todo pueblo chico, las noticias se transmiten de boca en boca más rápido de lo habitual. Que un vecino haya contraído cáncer no está fuera de lo normal, excepto que ese diagnóstico se multiplique por cientos en un período breve de tiempo. Es lo que viene pasando durante los últimos años en la localidad entrerriana, ubicada en el centro-este de la provincia, con familias que deben atravesar ese calvario sin conocer quizás el trasfondo de una realidad más compleja.
 
Los testimonios sobre la aparición de nuevos casos de cáncer se empezaron a escuchar con más frecuencia en las esquinas de la Capital Nacional del Arroz. La enfermedad alcanzaba con sus tentáculos a amigos, vecinos, familiares, y en pocos meses les truncaba sus ilusiones. Sin estadísticas confiables que permitan abordan en forma integral el problema y la incertidumbre de no conocer las reales causas del alto índice de casos, un sector de la comunidad salió a la calle para reclamar ayuda. El grupo de autoconvocados Todos por Todos empezó a recabar testimonios que sirvieran para medir el impacto sanitario de la enfermedad. Encabezado por Andrea Kloster, el movimiento se valió de las historias clínicas de los pacientes, en función de cotejar datos desde que se contrajo la enfermedad y la posterior etapa de tratamientos. Muchas de esas historias no se pudieron reconstruir porque el cáncer ganó la batalla, pero sentaron un precedente para el trabajo que se realiza en la actualidad.
 
“Hace un año empezamos a darnos cuenta de cómo se morían nuestros vecinos”, dijo Andrea. “No se diagnostican los casos. Alrededor del pueblo hay cincuenta industrias. Usan el cauce del arroyito para lavar las fumigadoras. No hay pescado, sapos ni pajaritos”.
 
P. G., a los 14 años, C. G. a los 35 años y H. F., a los 50, son los nombres anónimos de los sansalvadoreños que ya no están. Un sondeo de la organización permitió establecer que la mayor tasa de mortalidad se produce por tumores cerebrales, en personas de entre 15 y 50 años. “Este año llevamos contabilizados a través de un sondeo particular aproximadamente 15 fallecimientos producto del cáncer. La mayoría de los casos se registraron en una misma cuadra, en el barrio Centenario”, reveló Kloster. “El cáncer no es raro, lo extraño son las edades de las que hablamos y la cantidad, en épocas donde la ciencia avanza”, explicó. La vocera contó que se conocieron casos de enfermos de leucemia, de cáncer de boca, cáncer de piel, de garganta y una extraña particularidad: “Hubo jóvenes con Parkinson”, añadió en su relato.
 
El pueblo está rodeado de sembradíos. El arroz que alguna vez le concedió el título de capital nacional, está cada vez más arrinconado por la soja. Cayó en un 30 por ciento en los últimos dos años. Resisten 8.000 hectáreas de arroz contra más de 30.000 de soja. Los padres de niños muertos dejan de tener miedo a las cosas del mundo. Nada peor puede pasarles y van al frente. Suelen ser la infantería de todas las luchas. “Estamos rodeados de fumigaciones”, dicen. Entre las casas se intercalan los silos, obesos de arroz fumigado. Y el pueblo queda como “un pozo lleno de polvo de cereal y pesticidas”. Los vecinos hacen cuentas: dicen que la mitad de sus muertos entre 2013 y 2014 tenían cáncer. El promedio país oscila entre el 18 y el 20%.
 
Las escuelas rurales
 
La Asamblea Ambiental de Concepción del Uruguay ha levantado hace varios años la bandera de defensa contra las fumigaciones con agrotóxicos, a través de la Red “Paren de fumigar las escuelas Concepción del Uruguay”. Y con el acompañamiento de la seccional de AGMER de esa ciudad llevan a cabo una interesante investigación y talleres de concientización a lo largo y ancho de la provincia.
 
El 80% de las escuelas rurales entrerrianas padecen las fumigaciones con agrotóxicos. Lo que quiere decir que el 80 % de las escuelas rurales tienen lotes de agricultura industrial muy cerca. En muchos casos, a menos de 50 metros. Con lo cual la fumigación es segura. Un cultivo de agricultura industrial que sea maíz, soja, sorgo todo requiere fumigaciones con agrotóxicos. En las encuestas, en los cuadros de situación que hacen los docentes, señalan cuáles son las enfermedades más comunes que tienen los alumnos o que sufren ellas mismas. Son: alergias, problemas respiratorios, problemas de atención, problemas de intoxicación y erupciones en la piel. Muchos de ellos, con el correr de los años se transforman en algún tipo de cáncer.
 
La Ley actual dice que no se puede fumigar a 3 kilómetros de los pueblos (fumigaciones aéreas). El proyecto presentado por Cresto y Arlettaz disminuye esa distancia a tan solo 100 metros y lleva los 50 metros de las escuelas a 100 que es prácticamente lo mismo.  
 
Entonces, habría que preguntarse si es que realmente está tan equivocado el funcionario del Consejo de Educación, Héctor de la Fuente y su grave sospecha sobre el accionar de algunos legisladores sobre este tema.

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