jueves, 23 de febrero de 2012

800 metros libres de fumigaciones: es lo mínimo que podemos exigir

El jueves 16 de febrero, convocados por la Sociedad Rural del Noroeste de Santa Fe, se realizó una charla sobre la ley de fitosanitarios Nº 11 273. La misma fue dictada por el Ing. Agrónomo Raul Walker ( Titular de la Comisión de Fitosanitarios del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Santa Fe, al menos hasta 2011)  quienes suscribieran un convenio con el Ministerio de la producción de esta provincia por la cual se constituyen, un ing. agrónomo por departamento, en agro asesores.
En esta ocasión, el Ing. fue convocado por la Sociedad Rural antes mencionada, tras la preocupación de los productores comprendidos dentro de los 800 metros libres de fumigaciones vigentes en Hersilia a partir de la ordenanza Nº 1712/11 de octubre de 2011.
Los invitados al debate fueron: los productores que están dentro de los 800 metros libres de fumigaciones, la comisión de ruralistas, la comuna local y a quienes esta última considere pertinente invitar.
Por los productores comprendidos en los 800 metros libres sólo participaron 5 o 6 productores, por la comisión ruralista estuvieron un poco más de la mitad de la comisión, por la comuna local estuvo su Vice-Presidente y el secretario personal del Presidente Comunal y por los vecinos autoconvocados (impulsores de la norma) 5 de sus miembros. También estuvieron dos altos representates del ejecutivo municipal de Ceres, Ingenieros agrónomos de esa ciudad, como del INTA Ceres.

Un poco de memoria: 

La problemática de los agrotóxicos y la búsqueda de una norma que libere al pueblo lo más posible de ellos viene siendo impulsada por los vecinos desde 2006 cuando fuera Presidente Comunal el
Dr. Claudio Roberto. Desde entonces se han realizado actividades de difusión, programas de radio, charlas abiertas a cargo de profesionales de la salud y otros, se han concretado reiteradas entrevistas con autoridades locales y del SAMCO, asambleas abiertas, entre muchas otras. En 2011 el grupo de vecinos ha mantenido encuentros con al menos 6 instituciones de la localidad estableciéndose un consenso generalizado sobre la peligrosidad de los agrotóxicos y la necesidad de proteger al pueblo de los mismos. Las instituciones que en su caso no los recibieron, casualidad o causalidad, fueron las que cuentan entre sus miembros a varios de los ultradefensores de las fumigaciones y el sistema agroindustrial quienes siempre escaparon al diálogo con los vecinos.
Recordemos que a la Sociedad Rural, una de las convocadas a la ronda de diálogos, le tomó un año conceder la entrevista pedida por los vecinos que en reiteradas ocasiones gestionaron esta instancia. La misma se dio después de que los ruralista convocaran al Ing. Huesca Pérez  para dar una charla a la que sólo asistieron no más de 10 productores. Luego de la misma, se concretó la reunión en la que los miembros de la comisión de dicha entidad expresaron su acuerdo en proteger al pueblo. Dada esta última instancia se avanzó entonces en la confección de la norma que fue presentada a mediados de diciembre ante varias instituciones locales para comenzar a pensar el cómo hacerla efectiva en términos de controles, responsabilidades y roles.

2012: proteger el pueblo no es lo mismo para todos.
A principios de Febrero, los ruralistas se reúnen a los fines de analizar la norma y de dicha reunión sale un texto que es firmado como: productores autoconvocados. En la misma le piden a la Comuna local que dado que la norma fue dictada cuando ya se había sembrado se permita fumigar a quien lo requiera, con productos de la menor toxicidad posible (si esto lo es cuando de salud se trata). También se piden plazos de adaptación aunque a la vez se expresa el desacuerdo y la petición de reveer la norma.
Así se llega a la charla en la cual la Sociedad Rural invita a debatir la problemática.

Debatir sin escuchar.
El Ing. Agrónomo Walker, se extendió en una charla, apoyado con un power point, por casi una hora.
La intensión explícita de la charla fue convencer a los productores, a la Sociedad Rural y a los vecinos y miembros de la Comuna presentes, de que se puede trabajar fumigando hasta el borde del pueblo y no habría casi riesgos, si se hace con buenas prácticas y buenos controles.
Los vecinos preguntaron cómo es posible hacer buenos controles cuando la provincia tiene no más de 4 o 5 inspectores, cuando aun no terminan de consolidar el trabajo de los agro asesores, que los financia el colegio de ingenieron (lo cual supone que el gobierno provincial descansa su política legal en cuanto a fumigaciones en la política del Colegio de Ingenieros), cuando no está claro en ningún lado cuales son esos mecanismos de control, cuando  de los productores que están en los 800 metros libres de fumigaciones, quienes deberían ser los más controlados, informados y formados sólo participaron un 30 % de ellos de las reuniones realizadas hasta ahora, cuando seguimos padeciendo intentos de guardar mosquitos en el pueblo y en muchísimos pueblos aun se guardan dentro, y vemos como andan los bidones a diestra y siniestra, ni que hablar de los depósitos dentro de los pueblos y ciudades, cuando aun, después de años de concientización en la provincia de Santa Fe a cargo (no del gobierno, sino de los vecinos) muchos siguen haciendo lo que quieren o lo que pueden. Si de los productos agroquímicos existe en disponibilidad una gama de ellos para los cuales no existe la tecnología en el país para poder detectarlos como residuos y cuando las investigaciones que debería llevar adelante el Estado frente a lo que podría ser un genocidio silencioso, sólo se hacen para profundizar el modelo y no para ver sus consecuencias. Quién controla que el veneno tirado sin viento, en las condiciones óptimas a la orilla de un pueblo no vuele asociado luego a las partículas de tierra o pase a las napas que son las que nos dan el agua para bañarnos, labar los platos, la casa, de donde se saca el agua para potabilizarla. Quién demuestra que estaremos a salvo de todo eso. Quién no ha olido agroquímicos aun después de varios días de aplicado cuando las condiciones de calor y humedad se convinan. Cuando lo hagan, cuando demuestren que esos venenos no nos harán nada pues bien, cambiaremos.
Siguiendo, comparó, como siempre lo hacen los defensores de la utilización de agro-tóxicos, a los de generación actual con los de antes, apoyado en la dosis letal 50 y los efectos agudos de la intoxicación obviando la intoxicación crónica. También, comparando los agro-tóxicos con los productos domisanitarios e incluso con la aspirina o la sal, (alguien vio fumigadoras tirando sal, si las ve, denuncie porque el agua, la tierra y los hipertensos morirán) aduciendo que en realidad no existe nada que en desmedido uso no sea tóxico (y cabe preguntar, ¿más de 300 millones de litros, que tipo de uso es, y tirarlo hasta los bordes de cada pueblo, qué tipo de uso es????. Lo que los vecinos no niegan, pero que evidentemente es expresado por los ingenieros agrotoxico-defensores a los fines de distraer, de derivar la discusión a otros planos, de equiparar responsabilidades de consumo y usos personales al uso extensivo (300 millones de litros de glifosato) en el ambiente sin que nos pidan permiso pues nos llega por la deriva (primaria y secundaria), asociado a la tierra que viene con el viento y llega a las napas de agua. Se dijo que la ordenanza en vigencia es autoritaria, ante lo cual los vecinos preguntaron si no era autoritario, o irresponsable, tirar venenos sobre las poblaciones sin las pruebas de que nada le producirían, y sin preguntarles a los pobladores si querían recibir sus derivas y vivir en pueblos y ciudades con millones de litros de venenos vertidos sobre sus tierras y aguas (y esto sucede desde hace más de 15 años) (Aquí también cabría preguntarse por la Licencia Social, el permiso o acuerdo Social como se habla y aplica a la minería siendo que ambas actividades forman parte del mismo sistema productivo, del mismo debate y son producto de las mismas políticas)
A la hora de citar ordenanzas de la provincia de Santa Fe a los fines de mostrar buenas prácticas (que son imposibles dado que el veneno seguirá siendo veneno tírese donde se lo tire pero aun más cerca de un pueblo) se olvidó de la ordenanza de Zaballa (800 metros libres), de la de Rosario (1000 metros libres), de la de Arequito (prohibidos los agro-tóxicos 1A y 1B), el fallo de San Jorge el cual fue menospreciado como también lo fueron investigaciones científicas expuestas por los vecinos. Asimismo, estos pidieron dos veces al orador que mencione estudios independientes en contrario, a lo que no hubo respuestas salvo evasivas.
La discusión, por momentos, adquirió un tono elevado.

Extremista es quien quiere echar veneno hasta el extremo, de nuestros pueblos, de nuestras vidas.
El ingeniero Walker trató de hacer ver a la ordenanza como una medida extrema, como si las, aproximadamente, 600 hectáreas consideradas por la misma fueran una locura. Hersilia que cuenta con 65 000 hectáreas, si protege 600 contra 64 400 en las que se puede seguir fumigando es, a ojos vista, una medida mínima, acaso insignificante ante lo que significa la posibilidad de tirar venenos en la mayor parte de esas 64 400 hectáreas. (aquí cabría pensar que el fundamentalismo -o extremismo con el que se intentó calificar a los vecinos autoconvocados- viene de quienes quieren fumigar a toda costa, aun proponiendo controles que nunca pudieron ni supieron aplicar (ni pidieron, salvo cuando las denuncias se hicieron frecuentes, lo cual es aprovechado para posicionar una profesión, la de ellos, que de por sí está siendo en general -porque hay otras formas de ejercer la agronomía- formada en este sistema agroquímico dependiente), controles que nunca resultarán porque los venenos no se dominan, así, el extremismo no es de quienes proponemos, apenas, unos diminutos 800 metros para no enfermarnos ni morir tan de prisa. Uno diría entonces, es un lucha de extremistas agroquímico-dependientes contra minimistas salud dependientes, porque acaso a las mayorías trabajadoras nos quede la salud como único tesoro).
Cuando se le planteo al ingeniero, la necesidad de que ellos, con el Ministerio de la Producción y el Gobierno Provincial trabajen por una salida desde la producción orgánica agro ecológica para con los productores, respondió que eso no resulta. Cuando los vecinos intentaron, en varias oportunidades, mostrar las experiencias que conocían al respecto, estás fueron ninguneadas por el orador dejando la clara sensación a los 5 o 6 productores lindantes al pueblo de que sólo se puede producir fumigando. Cuando los vecinos mostraron que los datos (argentina es el segundo productor orgánico del mundo con 4,2 millones de hectáreas), proyectos (producción orgánica de carnes) estaban en la páginas del INTA y otras, no hubo respuesta del expositor como así tampoco del Ingeniero del INTA Ceres que se mantuvo en silencio. La pregunta correspondiente es: ¿hasta dónde vale la pena una discusión donde se niega lo innegable (aunque sea difícil o haya que trabajar en nuevos proyectos) a costa de defender una postura? Se planeo también, como ejemplo, el trabajo de San Genaro que intenta trabajar de manera amigable con el ambiente y protegiendo la salud de los pobladores y sólo se obtuvo como respuesta, que no es lo mismo los metros de San Genaro (300) que los 800 metros de Hersilia.
Por su parte, los productores y la Sociedad Rural, pidieron destrabar la discusión de ellos con la comuna local ya que presumían se estaba tomando el caso como una cuestión partidaria, pidiendo que se trabajara sobre la ordenanza. Los vecinos dijeron que ellos no se movían de esos, pobres pero al menos mínimos, 800 metros de protección, y se mostraron totalmente dispuestos a acompañar a los productores en lo que sea necesario para poder producir sin usar agrotóxicos.
Walker, quien desde el inicio planteo como dos extremos, a los vecinos que quieren prohibir en uno y a los productores que quieren seguir como hasta ahora en el otro, pretendíó convencer que eso que el llamó los grises del medio, es decir, los controles, y es lo que debería haberse hecho porque es ley actual, y jamás se hizo, es lo racional, cuando ya tenemos en claro que cuanto más lejos y menos venenos, mejor. Entonces, insistir con lo mismos que fue planteado en la década de los 90 y nunca funcionó (y nos está dejando saldos alarmantes en deterioro de la salud), y defender eso a ultranza sin escuchar a vecinos, sin darle importancia a los cientos de estudios científicos sobre lo que nos hacen los agroquímicos, sin ver lo que le pasa a la gente y como se esconden estadísticas de enfermedades que cada vez son más incontenibles, es el extremo de la irracionalidad puesta al servicio de los intereses del dinero.
La norma vigente a nivel Comunal, construida con años de estudio, asesoramientos y la participación ciudadana a través de múltiples instancias, hoy tiene el desafío de construir entre todos una manera productiva que, a la vez que proteja a los pobladores, genere nuevas prácticas agro ganaderas con la posibilidad de producir más, mejores y saludables alimentos para la comunidad y el país.
Y si no es posible otra cosa, que se planten árboles y mientras, se subsidie a los productores (como se subsidia con 450 millones de dólares a la producción de agro-combustibles) que los árboles protejen de los vientos, ayudan contra el calentamiento, son fabricadores de aire puro, fertilizadores de la tierra, barrera contra derivas, sirven para la utilización sustentable de la madera, la alimentación de ganado en sistemas silvopastoriles, se pueden convinar con frutales, huertas, etc.
Que después de todo, incluso si fuera cierto que no hay como producir sin agroquímico (que no lo es, lo cual es desmentido por la propia naturaleza que se hizo a sí misma sin necesidad de nosotros) más cierto es, tanto que no pueden refutarlo, que los venenos no son inocuos, por tanto, la salud primero, porque con muertos no se construye una comunidad. Y si es primero la salud, entonces, que los gobiernos provincial y nacional nos respeten, se hagan respetar y abran políticas hacia la protección de las comunidades. En defenitiva:

PRIMERO LA SALUD
Los 800 metros libres no se negocian
El agua vale más que el agrocombustible
La tierra vale más que la soja
La salud vale más que la rentabilidad de las multinacionales

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Propuestas productivas para el área de protección de fumigaciones con agrotóxicos ¿Qué hacer en los 800 metros?
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